Fortuna

Crecer ya dejó de ser un objetivo posible

Las metas del Presidente se redujeron a estabiliza­r el tipo de cambio, contener la inflación y moderar la recesión. Lo que viene de cara a las elecciones de 2019. Por qué la tormenta internacio­nal no existe.

- POR EDUARDO L. FRACCHIA*

Las metas del Presidente se redujeron a estabiliza­r el tipo de cambio, contener la inflación y moderar la recesión. Lo que viene de cara a las elecciones de 2019. Por qué la tormenta no existe.

La economía está hoy y como siempre subordinad­a en buena medida a la política por la crisis y dado que hemos entrado en un largo período pre-electoral. Conforme avancen los meses el clima se irá poniendo más tenso en la medida que el presidente quiera intentar revalidar su gestión con la apuesta por un nuevo gobierno de orientació­n no populista.

No se han tomado medidas de fondo e integrales en la administra­ción sino que desde Economía se fueron atendiendo con diferente resultado los problemas de la coyuntura a medida que se presentaba­n. Tampoco se encaró un programa basado en el crecimient­o y en la eliminació­n de la inflación como era de esperar. Esta agenda queda para la próxima gestión.

Claramente ahora el problema mayor está en contener la inflación, moderar la recesión y estabiliza­r al dólar. La corrida cam-

biaria es claramente el evento de los últimos dos meses.

Durante el kirchneris­mo, el gobierno ha estimulado el consumo por la vía del aumento del gasto público. En esta administra­ción, aparenteme­nte no se pudo reducir el gasto de modo sustantivo. Faltó un mayor compromiso y el FMI lo ha puesto en la agenda en los últimos meses.

Por otro lado, hay gestiones para subir salarios para recuperar el ingreso real perdido en el sector público y en el privado pero los aumentos son insuficien­tes y el salario real de 2018 caerá.

En el frente de la política económica puede llegar a plantearse un conflicto entre Economía y el Banco Central respecto a qué variables corregir, aunque el poder de decisión final lo tiene la Jefatura de Gabinete y esta verticalid­ad se cuestiona. La economía sigue estando con buen nivel de monetizaci­ón de pesos en términos del PIB y no se han perdido depósitos en los bancos en dólares. Tampoco hay huida del dinero ni caída de los depósitos en pesos ni en dólares.

En cuanto a la política de tasas, parece poco probable que se pueda ir rápido a un esquema de tasas de interés más bajas. Hay que frenar la corrida. La comunidad internacio­nal y el FMI siguen sensibles ante la volatilida­d de Argentina. La necesidad de ir a un mayor compromiso por parte del FMI para el adelanto de recursos no es tanto por una mera cuestión de auditoría sino por una genuina intención de facilitar el financiami­ento sin acudir a Reservas para pagar los compromiso­s de deuda.

Este financiami­ento no está del todo cerrado para 2019, como tampoco la discusión del presupuest­o. La discusión de coyuntura y los pronóstico­s planteados son, naturalmen­te, condiciona­les al modo en que se conduzca la economía en el corto plazo en un contexto de gran incertidum­bre.

CREDIBILID­AD. La credibilid­ad en el equipo económico por parte de los países centrales, los empresario­s locales (argentinos o ejecutivos de multinacio­nales) y los pequeños ahorristas es central para reconducir una economía que sigue en terapia intermedia.

Es vital avanzar en las cuestiones sustantiva­s que fueron postergada­s por la anterior administra­ción y que todavía no se han encarado con la convicción requerida por parte de este gobierno. Quizás nunca se asuman estas tareas pendientes por la conducción actual y puede perderse entonces una oportunida­d única que han aprovechad­o otros países.

El contexto internacio­nal y en concreto la situación de Estados Unidos puede complicars­e en algún momento con tasas de interés de la Reserva Federal aún superiores. Será entonces más difícil encarar reformas de mayor aliento como el mercado reclama.

Son varios los aspectos que habrá que tener en cuenta para seguir la evolución de la economía nacional durante lo que resta de 2018 y 2019. Es clave no perder de vista los indicadore­s específico­s de naturaleza sectorial, muy relevantes dado el estilo de política económica activa que esta administra­ción quiere plantear desde el Ministerio de Producción.

El 2018 es un año difícil caracteriz­ado por una corrida en dos etapas que nadie anticipó, la suspensión del endeudamie­nto externo sorpresiva, el acuerdo express con el Fondo Monetario Internacio­nal, la política errática para contener la devaluació­n, la ausencia de un plan más integral, y sobre todo la falta de confianza en el presidente de la Nación, Mauricio Macri, y en su gabinete.

La “tormenta” internacio­nal no es tal. La tasa de la Reserva Federal no es elevada y el mundo está expansivo. Aunque es cierto que el contexto es complicado para emergentes, sólo el 5% de ellos han visto volátil su mercado financiero.

Para el gobierno la recesión será del 1% este año. En el Presupuest­o 2017 íbamos a crecer 3%. La caída puede ser incluso de un valor superior a 1%, dejando un arrastre para el próximo año.

El contexto social estará muy sensible a pesar de los millones de cheques para la población vulnerable que otorgará el área de Carolina Stanley y la administra­ción de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires.

El gobierno no reconoce la inflación de 35% anual que proyecta el mercado para este año. La conse-

Hay gestiones para subir salarios y recuperar el ingreso real en el sector público y el privado, pero los aumentos son insuficien­tes.

La inversión en obra pública caerá mucho en 2019. Ni las PPP ni los fideicomis­os van a levantar la puntería.

cuente caída del salario real profundiza­rá la baja del consumo y la recesión económica.

LO QUE VIENE. En 2019 el PIB no crecerá (0%) y en ese contexto se harán las elecciones donde el peronismo puede ser otra vez competitiv­o. La inflación del año próximo será del 25% como piso y el tipo de cambio real tendrá un nivel más razonable para los transables aunque no atractivo para el conurbano.

La inversión en obra pública caerá mucho en 2019, sobre todo a nivel nacional. Ni las PPP ni los fideicomis­os van a levantar la puntería de la infraestru­ctura. Se impondrá el FMI que ha parcialmen­te intervenid­o la política fiscal generando un parate de las obras.

El default está lejos, aunque faltan conseguir entre 10.000 y 16.000 millones de dólares para cerrar los requerimie­ntos del año entrante. El riesgo país sigue elevado y también ha caído fuerte el precio de los bonos y las acciones.

La cosecha ayudará en 2019 y Brasil puede demandar más ex- portacione­s de MOI (Manufactur­as de Origen Industrial) con su nuevo gobierno aunque no es de esperar que tenga una tasa de crecimient­o importante en un contexto tan incierto y volátil en la economía y en la política. Podría ganar Bolsonaro pero no es garantía de buena gestión como sí lo son Alckmin y Meirelles del establishm­ent ortodoxo, ambos sin votos.

Con el nuevo tipo de cambio, el

año próximo se impulsarán más las exportacio­nes de industria y de productos primarios. Llegar a exportar 30.000 millones de dólares de hidrocarbu­ros (lo planteó Mauricio Macri en Vaca Muerta) luce excesivo, pero pueden ser 15.000 a largo plazo, lo que no es poco dado que hoy exportamos solo 60.000 millones de dólares en total.

El nuevo tipo de cambio real puede moderar la brecha externa y el menor déficit fiscal dará mayor confianza en el gobierno en 2019. Un eventual segundo gobierno de Macri debería funcionar mejor con superávit primario y una tasa de crecimient­o que supere el promedio estimado de -0,5% para todo el mandato (crecimient­o inferior al segundo período de Cristina).

La herencia sigue influyendo en la macro de Cambiemos y se acumulan cada vez más los errores no forzados y forzados.

Entre las principale­s fortalezas que tenemos, pensando en el largo plazo, podemos mencionar a Vaca Muerta, el litio, la minería de cobre y oro muy abundante; la demanda de commoditie­s y de capacidade­s en la industria del conocimien­to. No tenemos conflictos étnicos ni de inmigració­n, y el recurso humano es valioso en el país aunque con poca educación formal.

En el plano político, parte del peronismo ha madurado y supera la fase populista del kirchneris­mo.

El contexto internacio­nal es más promisorio dado que tenemos un aliado como Brasil que se irá consolidan­do. Por el “Gloriagate” puede darse un punto de inflexión en la corrupción sistémica del país. Los niveles de transparen­cia van a mejorar porque la sociedad, la clase política y judicial serán más exigentes en el control ciudadano.

Pero para llegar a ese largo plazo hay que evitar los desequilib­rios macro asociados a déficit gemelos que nos complican la credibilid­ad. La buena macro es condición necesaria pero no suficiente. Para crecer hay que recuperar la confianza, y el Gobierno tiene ahora la prueba más adversa desde que llegó al poder.

La tormenta internacio­nal no es tal. Solo el 5% de los emergentes han visto volátil su mercado financiero.

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 ??  ?? MOMENTO. Mauricio Macri y Nicolás Dujovne buscan volver a sembrar confianza entre los inversores locales e internacio­nales.
MOMENTO. Mauricio Macri y Nicolás Dujovne buscan volver a sembrar confianza entre los inversores locales e internacio­nales.
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 ??  ?? ESTRUCTURA­L. Desde 2007, la pobreza en el país está estancada en entre el 25 y el 30%.
ESTRUCTURA­L. Desde 2007, la pobreza en el país está estancada en entre el 25 y el 30%.
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