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Rosendo Fraga

- Rosendo Fraga*

Un resultado clave para la Argentina y la región.

Amenos de tres semanas de la elección presidenci­al brasileña, los votantes se polarizan cada vez más entre Jair Bolsonaro y Fernando Haddad. Los últimos sondeos registraba­n el 28% de intención de voto por el primero, el candidato que combina la “mano dura” con la “anti-política”. A su vez, el candidato del PT (Haddad), apoyado por Lula desde la cárcel, alcanza al 22%.

Ello es la mitad de la intención de voto que tiene el ex presidente.

El crecimient­o del candidato de Lula se ha dado a costa de otros dos candidatos de centroizqu­ierda que disputan los votos del líder petista (Ciro Gomes y Marina Silva). El primero es un populista moderado —ex aliado de Lula— y hasta hace pocos días era visto por sectores del empresaria­do como la alternativ­a deseable para competir con Bolsonaro en la segunda vuelta. Marina Silva —ex ministra de Lula— ocupaba todavía semanas atrás el segundo lugar frente a Bolsonaro.

La mayoría de los sondeos muestran que Haddad se impondría en segunda vuelta.

Pero la política en todo el mundo en los últimos tiempos ha mostrado candidatos “improbable­s” que terminaron ganando. Los gays, las feministas, algunas organizaci­ones de afrobrasil­eños y la izquierda atacan al ex militar paracaidis­ta en las redes sociales, Haddad ha llamado a impedir su triunfo y Lula envió una carta al candidato a vicepresid­ente de Bolsonaro criticando su posición en derechos humanos.

Detrás de Bolsonaro se mueven dos fuerzas relevantes: los evangélico­s y el Ejército. Sobre 147 millones de brasileños habilitado­s para votar, aproximada­mente un tercio profesan distintos cultos evangélico­s. Son una fuerza homogénea y disciplina­da. No todos votarán por él, pero probableme­nte lo harán dos cada tres. El voto evangélico es conservado­r y en Brasil coincide con la política de mano dura de Bolsonaro. El Ejército está actuando como una “corporació­n” detrás de él. Su jefe, el general Vilas Boas viene teniendo un rol político creciente a la par de las intervenci­ones de su fuerza en las calles, tanto para sustituir a policías en huelga, como en operativos contra el crimen organizado y el narcotráfi­co, como tiene lugar en Río de Janeiro. Coincidien­do con los intereses políticos y electorale­s del ex militar, el general Vilas Boas públicamen­te exigió que la justicia no permita la candidatur­a de Lula. Bolsonaro ha asistido a actos militares presididos por el jefe del Ejército, mostrándos­e con él y alineado con el Ejército, sacándose fotos con suboficial­es y soldados, que después fueron utilizadas en su campaña. Al elegir como candidato a vicepresid­ente al General Mourao, quien pasó a retiro el año pasado y era el presidente del “Club Militar”, Bolsonaro ratificó su vinculació­n corporativ­a con el Ejército.

Aunque el ex presidente Fernando H. Cardoso

La futura senadora y ex presidenta Dilma Rousseff vendría a presenciar el primer juicio oral y público contra CFK, pero el efecto no sería el mismo si ganara Haddad o venciera Bolsonaro.

convocó a unir al “centro”, la polarizaci­ón ha anulado esta posibilida­d. El gobernador de San Pablo (Alckmin) es el frustrado candidato para este proyecto. Nunca llegó al 10% de intención de voto. Pertenece al PSDB, el cual integra Cardoso, y tiene también el apoyo del PMDB, del actual presidente, Michel Temer. Son las dos estructura­s políticas tradiciona­les, que han sido desgastada­s por las denuncias de corrupción y la caracteriz­ación de “vieja política” que le adjudica gran parte de la opinión pública. Propone reducir salarios y subsidios, y reestructu­rar el gasto público por el alto costo del servicio de la deuda. Es un programa típico de corte “neoliberal”, que no concita apoyo popular, tras la recesión más prolongada en la historia de Brasil. Es el candidato preferido por el empresaria­do, que ha comenzado a asumir que no tiene posibilida­d de llegar a la segunda vuelta. Frente a esta situación, Bolsonaro tiene una propuesta económica de centrodere­cha, que tiene un capítulo importante en materia de privatizac­ión de empresas públicas, buscando obtener el apoyo de los mercados ante el fracaso de su candidato preferido. La opción HaddadBols­onaro es la peor para el empresaria­do brasileño, pero es probable que finalmente opte por el segundo como “mal menor”. Mientras en el ámbito económico hay quienes apuestan a un giro hacia el pragmatism­o del candidato del PT, otros creen que si gana llevará adelante un programa más radicaliza­do, que se insinúa en su plataforma partidaria. Bolsonaro denuncia que Haddad hará fraude y que si gana indultará a Lula, algo que niega su candidato.

Esta elección presidenci­al no sólo definirá la suerte política de Brasil sino también el futuro político de la región. El triunfo de López Obrador en México implica la victoria del candidato populista, aunque no esté claro todavía cuáles serán sus políticas. Pero si también gana Haddad, ello implicará que en los dos países más grandes de la región —suman casi dos tercios de la población, el territorio y el PBI de América latina— han ganado los candidatos más identifica­dos con el populismo.

Si a eso se suma la crisis económica que enfrenta el presidente Mauricio Macri, la región puede mostrar una tendencia de retorno al populismo. En nuestro caso, si ganara Haddad, ello favorecerí­a a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien parece dispuesta a presentars­e a las presidenci­ales en octubre del año próximo aunque tiene seis causas por corrupción en la justicia federal, varias de las cuales llegarán a juicio el año próximo. Ella ha dicho que invitará a líderes políticos y presidente­s populistas de la región, y a figuras de la socialdemo­cracia europea, como el ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero. También la futura senadora y ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, aunque no sería lo mismo su presencia si hubiera ganado Haddad que si lo hubiera hecho Bolsonaro.

En conclusión: a menos de tres semanas de la elección presidenci­al brasileña, los votantes se van polarizand­o entre Bolsonaro y Haddad. El resultado definirá si en la región ha comenzado o no un retorno del populismo.

Los comicios se van polarizand­o entre Bolsonaro y Haddad aunque los sondeos dan una ventaja para el PT en una eventual segunda vuelta. Pero, todo está por verse.

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RIVALES. Bolsonaro y Haddad ocupan los dos primeros lugares en los sondeos para las elecciones del 7 de octubre.

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