“Estamos en el infierno, no podemos estar peor”
El economista y profesor del CEMA fue uno de los mayores impulsores de la Convertibilidad. Por qué asegura que mientras tengamos un Banco Central, la tendencia a devaluar será muy grande. ¿Hay que dolarizar?
Jorge Ávila, economista y profesor del CEMA, fue uno de los mayores impulsores de la Convertibilidad. Por qué asegura que, mientras tengamos un Banco Central, la tendencia a devaluar será muy grande.
Cuenta el economista Jorge Ávila, profesor de la Universidad del CEMA, que la implosión de la Convertibilidad, esquema del que había sido un impulsor desde la primera hora, lo llevó al convencimiento de que la única solución para estabilizar a la Argentina es la dolarización. En un país de normas sencilla e impunemente revocables, la respuesta debía ser extrema.
Claro que su plan, bien fundamentado, sigue teniendo mala prensa. El Gobierno ha escogido, en cambio, una estrategia de bandas de libre flotación para el tipo de cambio, altas tasas de interés y el congelamiento de la Base Monetaria. Una acción de política monetaria, ésta última, que encuentra un remoto antecedente: el gobierno de Carlos Pellegrini.
FORTUNA: Cuando uno lo escucha, trasciende que tiene una gran desilusión en torno a lo que se ha convertido la Argentina.
AVILA: Definitivamente. La salida de la Convertibilidad para mí fue un shock. Toda mi vida fui un convencido de que la Argentina, tarde o temprano, iba a retomar la tradición liberal y de potencia media. Iba a recuperar ese papel en el mundo, a recuperar la posición en el ranking mundial que había exhibido entre los años 1890 y 1930. En mí despertó una gran ilusión la reforma económica y de reinserción internacional del gobierno de Menem. Después de ver la estabilidad de la Convertibilidad, las privatizaciones masivas, el restablecimiento de relaciones francas con los Estados Unidos, de alguna manera me cautivó ese enfoque del mundo. Era la manera de verlo de la Generación del ’80, y anteriormente de Alberdi y Sarmiento.
FORTUNA: Hasta que todo se desplomó.
AVILA: Cuando vi que entre gallos y medianoche era revocada la Convertibilidad, y luego el derrumbe del sistema, la pesificación asimétrica, el corralito, el default, sufrí un gran shock emocional. En ese momento empecé a buscar la posibilidad de diseñar políticas económicas y monetarias que fueran un antídoto contra el riesgo país. De ahí surgió mi libro ‘Antí-
“Una dolarización exige como condición necesaria encontrarle al país un prestamista de última instancia”.
dotos contra el riesgo argentino’. Cambié mi posición. Era favorable a la convertibilidad, pero dada la violación de las leyes anteriores, me pareció que no había otra alternativa más que reemplazar la moneda por el dólar o por el euro. De manera que el costo de reversión de esto fuera muy alto, y en consecuencia la probabilidad de que esto ocurra sería baja. Así se garantizaría un horizonte de estabilidad excepcional.
FORTUNA: ¿Argentina no tiene la madurez para enfrentar una política monetaria de largo plazo que brinde finalmente estabilidad?
AVILA: El país no tiene la madurez cívica e institucional como para, teniendo un Banco Central, evitar una devaluación y la con- secuente inflación. Mi creencia es que en tanto y en cuanto tengamos Banco Central, en la Argentina la tendencia a devaluar es muy grande y la inflación es inevitable. Estamos condenados a vivir con golpes inflacionarios permanentes.
FORTUNA: ¿Debería adoptarse el dólar estadounidense? ¿Puede realizarse una canasta de monedas?
AVILA: Hay alternativas, pero canasta de monedas no porque es demasiado arbitrario. Se da para el manipuleo. ¿Quién determina qué monedas van a entrar en la canasta? ¿Quién determina la proporción de cada moneda? Si se fija el tipo de cambio en torno a la canasta, el tipo de cambio será fluctuante. Argentina es el reino de la arbitrariedad. El problema económico argentino es la jurisdicción. En esta jurisdicción las instituciones son eminentemente reversibles. La única institución que ha logrado mantenerse estable es la de votar cada cuatro años a nuestros representantes. La Argentina es un país bárbaro. Es el mismo país que enfrentaron Sarmiento y Alberdi, las circunstancias son iguales.
FORTUNA: ¿Implementar la dolarización conlleva producir una fuerte devaluación del peso?
AVILA: La devaluación ya se produjo. Al 6 de septiembre, el tipo de cambio de conversión era de $ 41,6. Estamos en esos niveles. El tipo de cambio de conversión le permite dar respaldo del ciento por ciento o canjear los pasivos monetarios y no monetarios del Banco Central por dólares. Considero dólares a los que hay allí contantes y sonantes, independientemente de que sea deuda. Así puedo canjear toda la Base Monetaria, más el stock de Lebac y el stock de Leliq. Es un tema sumamente delicado. Si quiere respaldar también la capacidad prestable de los bancos por temor a una corrida bancaria, ya empezamos a hablar de números fantasiosos.
FORTUNA: ¿Es necesario contar con un prestamista de última instancia?
AVILA: Si me dijesen, hágase la dolarización pero no sé que voy a hacer con el prestamista de última instancia, yo le diría que no lo haga. Eso es un ticket al fracaso. Una dolarización exige como condición necesaria encontrarle al país un prestamista de última instancia. Porque el país no aguanta una corrida bancaria por seis meses, puede ser letal. Una corrida bancaria es incluso más dramática que una hiperinflación. Dolarizar
“La Argentina es un país bárbaro. Es el mismo país que enfrentaron Sarmiento y Alberdi, las circunstancias son iguales”.
un país es jubilar al Banco Central, es cerrarlo.
FORTUNA: ¿Cuáles serían las consecuencias sobre el sector productivo?
AVILA: Serían magníficas. Ahora estamos en el infierno, no podemos estar peor. Lo fundamental es que la Argentina tenga una unidad de cuenta estable, que tenga moneda. Sin moneda no hay especialización ni intercambio. Sin moneda no se puede aprovechar el potencial de creación de riqueza del país.
FORTUNA: Sin embargo, durante la Convertibilidad buena parte de la pequeña y mediana industria tuvo que bajar la persiana.
AVILA: No solamente hay que ver el lado oscuro de las cosas, también hay que ver el lado brillante. Una dolarización primero asegura des- de el inicio la estabilidad del valor de la moneda. La inflación sería del 2% anual. La tasa de interés de corto plazo, a 3 y 6 meses, importante para el giro comercial, colapsará al nivel de la tasa de Nueva York. Va a empezar a recrearse el mercado financiero. Luego bajará el riesgo argentino, que está metido en la tasa de interés larga, que es la que determina la inversión y el consumo. Si no se abate esa tasa no hay boom de inversión y no hay creación de empleo. Así algunas empresas van a crecer más rápidamente que el boom, y otras van a desaparecer.
FORTUNA: Los tres países dolarizados del continente son Ecuador, Panamá y El Salvador, muy diferentes a la Argentina en su estructura productiva. ¿Es saludable establecer ese parangón?
AVILA: Bueno, son los casos que tenemos a la vista. Son los únicos casos que han tenido monedas lo suficientemente malas como para verse obligados a adoptar la moneda de Estados Unidos. Los países que andan bien, como Chile y Brasil, no se ven compelidos a tomar estas medidas. La Argentina es un fracaso. Tenemos el ingreso per cápita del año ’74. Ahora en
“Lo fundamental es que la Argentina tenga una unidad de cuenta estable, que tenga moneda. Sin moneda no hay especialización”.
dólares corrientes está por debajo de los u$s 10.000 anuales. En Chile es de u$s 23.000; en Uruguay de u$s 20.000; y en Brasil, u$s 15.000. Hemos caído muy bajo. No estoy proponiendo algo para un país normal. Argentina es un desastre.
FORTUNA: La dolarización no quitaría mágicamente la necesidad del equilibrio fiscal.
AVILA: Acá el quid de la cuestión es demoler el riesgo argentino. Esencialmente hay que atacar tres frentes: uno es el fiscal, no se puede emitir más y hay que ir al ajuste. De lo contrario, se debe saber y aceptar sin dramatismo la posibilidad de que la deuda pública se reestructure cada tanto. Eso es malo porque mantendría alto el riesgo país. Una dolarización exitosa debe ir acompañada por créditos contingentes que le permitan refinanciar el servicio de la deuda, y fundamentalmente por el superávit fiscal. Si no tiene nada de eso, inevitablemente caerá en default, pero no se derrumbarán los bancos ni se devaluará la moneda.
FORTUNA: ¿Cuáles serían los otros puntos a tener en cuenta?
AVILA: Segundo, hay que buscar o crear el prestamista de última instancia. Deberíamos desregular el sistema bancario comercial y alentar la instalación de sucursales de los bancos extranjeros de primera línea. De manera que el balance de la sucursal se consolide con el balance de la casa central. Y las pérdidas que hubiera serán cubiertas por la casa central. Esos bancos deberían prestar indistintamente a clientes locales o clientes extranjeros. De esa manera se diversifica el riesgo de los depósitos. El último punto es abrir la economía.
FORTUNA: ¿Qué opinión le merece el esquema actual de bandas de flotación libre del tipo de cambio y emisión cero?
AVILA: Me parece un engendro. Con esto no digo que le vaya a ir mal. Es un producto de la concepción antiinflacionaria que tiene el FMI. El Fondo tiene dos pilares en sus políticas: la primera es el equilibrio fiscal, y hacia allí está yendo la Argentina. Segundo, el Fondo quiere la flotación del tipo de cambio, y eso implica un control de la oferta monetaria. Lo que están haciendo es congelar la Base Monetaria. Nunca vi en mi vida una experiencia como ésa. La única que conozco por el estilo es la que leí en los libros y se llevó adelante a la salida del Pánico Baring en 1891, cuando gobernaba Carlos Pellegrini. La oferta monetaria crecía al 25% anual a fines de 1880, se congeló y se mantuvo así hasta el año ’98. Luego de algunos años de recesión, tras 8 años el PBI creció 40% y el nivel de precios cayó 40%.
FORTUNA: Es decir que usted le abre cierto crédito a esta medida de congelar la Base Monetaria.
AVILA: Le doy crédito en la medida en que el Gobierno cumpla, que no se achique, porque es una política violenta. Conduce a un incremento de la tasa de interés y prolonga la recesión. Vamos a tener desinflación y se apreciará ya en diciembre. Es lo contrario a lo que yo predico, pero no es ridículo.
“Tenemos el ingreso per cápita de 1974. Está por debajo e los u$s 10.000 anuales, la mitad que Uruguay. En Chile es de u$S 23.000”.