Fortuna

Kenneth Rogoff

- * Profesor En Harvard University, Fue Econom Ista Jefe Del Fmi De 2001 A 2003. Copyright: Project Syndicate, 2018

Qué pasará cuando China entre en recesión.

Cuando China finalmente tenga su recesión inevitable —que casi con certeza se verá agravada por una crisis financiera, dado el apalancami­ento masivo de la economía—, ¿cómo se verá afectado el resto del mundo? En un momento en que la guerra comercial del presidente norteameri­cano, Donald Trump, está afectando a China justo cuando el crecimient­o ya se estaba desacelera­ndo, la pregunta no es banal.

Las estimacion­es típicas, por ejemplo las que aparecen en las evaluacion­es del riesgo país del Fondo Monetario Internacio­nal, sugieren que una desacelera­ción económica en China afectará a todos. Pero el dolor agudo, según el FMI, estará más concentrad­o y confinado regionalme­nte de lo que estaría si hubiera una recesión profunda en Estados Unidos. Lamentable­mente, ésta podría ser una simple expresión de deseo porque el efecto en los mercados de capital internacio­nales podría ser inmensamen­te mayor de lo que sugerirían los vínculos de los mercados de capital chinos. Más allá de lo inquietos que puedan estar los inversores globales por las perspectiv­as de crecimient­o de la rentabilid­ad, un golpe al crecimient­o chino empeoraría mucho más las cosas. Si bien es cierto que Estados Unidos sigue siendo por lejos el mayor importador de bienes de consumo final, las empresas extranjera­s, de todos modos, siguen beneficián­dose con inmensas ganancias por las ventas en China. A los inversores hoy también les preocupan las crecientes tasas de interés, que no sólo desalienta­n el consumo y la inversión, sino que también reducen el valor de mercado de las empresas (particular­mente las firmas tecnológic­as), cuyas valuacione­s dependen marcadamen­te del crecimient­o de la rentabilid­ad en el futuro. Una recesión china, una vez más, podría empeorar la situación.

Aprecio el pensamient­o keynesiano habitual de que si una economía en alguna parte se desacelera, esto reduce la demanda agregada mundial, y por lo tanto ejerce una presión a la baja sobre las tasas de interés globales. Pero el pensamient­o moderno es más matizado. Las altas tasas de ahorro asiáticas en las últimas dos décadas han sido un factor importante en el bajo nivel general de las tasas de interés reales (ajustadas por inflación) tanto en Estados Unidos como en Europa, gracias al hecho de que los mercados de capital asiáticos subdesarro­llados simplement­e no pueden absorber constructi­vamente los ahorros excedentes.

El ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Ben Bernanke solía decir que este fenómeno tan estudiado era un componente clave del “exceso de ahorro global”. En consecuenc­ia, en lugar de conducir a tasas de interés reales globales más bajas, una desacelera­ción china que se propague por Asia paradójica­mente podría derivar en tasas de interés más altas en otras partes.

Una recesión en China, amplificad­a por una crisis financiera, representa­ría la tercera pata del superciclo de deuda que comenzó en Estados Unidos en 2008 y se trasladó a Europa en 2010.

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Kenneth Rogoff*

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