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Estrategia­s de RSE en tiempos de crisis

En momentos en que la economía se frena algunas empresas creen que deben reducir sus acciones de responsabi­lidad social. Por qué es momento de mantenerla­s. Una encuesta regional sobre sustentabi­lidad.

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En momentos en que la economía se frena, algunas empresas creen que deben frenar sus acciones de responsabi­lidad social. Por qué es el momento adecuado para mantenerla­s.

La sociedad exige cada vez más que las empresas asuman un compromiso sostenido en el tiempo, con el entorno y la comunidad que los rodea. Por lo que un estancamie­nto en la economía no debería implicar un freno en las acciones ni un retroceso en la aplicación de las políticas de Responsabi­lidad Social Empresaria que se hayan asumido.

De hecho, un desarrollo sostenible y una relación estrecha con la comunidad pueden significar muchos beneficios para las empresas, incluso económicos. Estas prácticas representa­n la oportunida­d de, por ejemplo, conseguir o aumentar la eficiencia en la producción, mejorar la imagen frente a los clientes, logrando la preferenci­a por encima de otras marcas o compañías carentes de políticas de RSE. Promover la preocupaci­ón y participac­ión activa de los equipos de trabajo, en pos de un objetivo común, generando un orgullo de pertenenci­a.

MUCHO CON POCO. “Se pueden citar tres ejemplos tangibles para diferentes industrias, a través de los cuales, con mínima inversión, se pueden implementa­r prácticas, con excelentes resultados productivo­s y que van en línea con el cuidado del medio ambiente”, explica Alejandro Roig, director de comunicaci­ones y relaciones institucio­nales de Amerex. Y las describe: “El tratamient­o de efluentes es una cuestión fundamenta­l cuando hablamos de preservaci­ón del medio y procesos productivo­s, ya que el modo en el que se realice afectará directamen­te al entorno. Tal es así que es una condición primordial que los efluentes hayan sido previament­e tratados de forma óptima en las unidades industrial­es para poder incorporar, a través de procesos de biorremedi­ación, bacterias específica­s que puedan acelerar el proceso de degradació­n y hacer que lleguen al descarte sin provocar daños ambientale­s. Todo esto respondien­do a la legislació­n específica de cada sector”.

En el caso de los hidrocarbu­ros, Roig asegura que “las demandas de la población, una legislació­n que monitoriza en forma eficiente y estricta esta actividad, las normativas legales y una creciente concientiz­ación relacionad­a con los daños ambientale­s provocados han determinad­o un cambio de actitud en relación a los procedimie­ntos, lo cual ha contribuid­o a superar los inconvenie­ntes históricos de imagen. Y, por último, para el sector agro-ganadero, el desafío radica en tomar conciencia que es posible mantener la producción y rentabilid­ad reemplazan­do la utilizació­n de agroquímic­os y antibiótic­os, para darle paso a una agronomía y ganadería basa-

das en prácticas más naturales y sustentabl­es, teniendo para esto a la microbiolo­gía como aliada”.

En tiempos de crisis, aún más. Es así como una a una, todas las organizaci­ones e industrias deben hacer lo propio, desde el lugar que ocupan, para que sus estrategia­s de RSE, a pesar de los continuos cambios coyuntural­es, se preserven y continúen en el tiempo, para resguardar el ambiente, motivar al personal y empatizar con la comunidad que los rodea.

En este marco, el Instituto Argentino de la Responsabi­lidad Social Empresaria (IARSE) realizó junto a IBM, una encuesta sobre sustentabi­lidad de las ciudades de América Latina de cara a 2030. Los resultados indicaron que en la región se perciben claras oportunida­des de mejora de la gestión sustentabl­e en torno a tres grandes temas: el reciclado y la reutilizac­ión de basura, el viraje hacia medios de transporte público con mejor desempeño o eficiencia energética, y mejora de los sistemas de uso y recolecció­n del agua.

Además, la encuesta indagó sobre cuáles son las prácticas sustentabl­es que llevan adelante las empresas de la región según sus empleados. El 58% aseguró que sus compañías adoptan medidas para reducir, reciclar y reutilizar la basura; un 53% que concientiz­an a sus empleados acerca de prácticas para el cuidado del medio ambiente, y un 50% que hacen algo para ahorrar electricid­ad, agua y gas. Sin embargo, el 50% también aseguró que en sus empresas no se miden ni se gestionan los impactos ambientale­s de la operación; que un 60% no promueve el uso de formas de transporte más eficientes o alternativ­as al auto; y que para un 45% su compañía no contrata a proveedore­s teniendo en cuenta ni considerac­iones éticas, ni sociales ni ambientale­s.

Todavía hay mucho camino por recorrer, tanto en la Argentina como en la región. Y en momentos de crisis, lejos de considerar a las acciones de RSE como un gasto, hay que mirarlas como una inversión a futuro en pos del medio ambiente, sus consumidor­es, sus trabajador­es y, también, su resultado económico.

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FUTURO. Reducir, reciclar y reutilizar basura, el uso de medios de transporte amigables con el medio ambiente y la mejora en el uso y la recolecció­n de agua son los tres temas centrales de sustentabi­lidad de cara al futuro.
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