EL PBI PRIMER AÑO IMPAR CON EL EN ROJO
El nuevo acuerdo con el FMI, tras haber incumplido las metas del primero, vino con la yapa de unos u$s 18.000 millones extra entre adelantos y nuevos desembolsos, que sumados a los previamente acordados, suman unos u$s 51.000 millones del organismo hasta el 2019. Esa suma, se concentra en finales de 2018 y la primer mitad de 2019, dando aire a las cuentas externas y generando la expectativa de unos meses de pax cambiaria.
Ante esa situación, muchos operadores dieron la señal de volver a la bicicleta cambiaria, tentados por la altas tasas de los plazos fijos. Para los bancos, el diferencial de 20 puntos entre las tasas que el BCRA le paga por las LELIQs (alrededor del 70%) y la implícita en el dólar futuro (del orden del 50%), los llevó a comprar futuros y vender dólares en el presente, empujando la cotización de la divisa a la baja.
De mantenerse esa situación hasta mediados del año que viene, el gobierno estaría en condiciones de llegar a las elecciones sin un estallido cambiario. Sin embargo, el programa económico pactado con el FMI empuja la economía real hacia una crisis con caídas de la producción del orden del 3% en 2019.
La inversión, desalentada por la caída del mercado interno y las elevadas tasas financieras, es la que tiene las peores perspectivas. El propio presupuesto anticipa una baja real de 10 puntos porcentuales, y esas constituyen las optimistas estimaciones oficiales.
En materia de precios, la inflación de 2019 tiene un piso del 25% por el propio arrastre de la elevada inflación de este año (de entre 4850% aproximadamente). El valor final dependerá de la respuesta del gobierno a la corrida cambiaria que se iniciará a mediados del año próximo, en el marco del cronograma electoral. Si aguanta la cotización perdiendo reservas, es probable que cierre cercana a ese piso inercial. Si en cambio, prioriza el objetivo de reservas dejando que el dólar se eleve, es factible que alcance valores cercanos al 35-40%.