Fortuna

Jorge Colina

- *Presidente del instituto Para el desarrollo social argentino (idesa)

Cómo crear 1.300.000 empleos en 5 años

España, luego de una severa caída del empleo, logró una acelerada recuperaci­ón. La clave fue permitir que las empresas puedan negociar reglas laborales diferentes a las previstas en los convenios colectivos sectoriale­s. Adoptar un esquema similar en Argentina podría permitir multiplica­r los empleos formales.

El empleo asalariado privado registrado llegó a un pico histórico en marzo del 2018 de 6,32 millones de personas. Pero a partir de abril, cuando se desata la crisis, la caída en la producción está impactando negativame­nte sobre el empleo. Entre marzo y agosto del 2018 (último disponible), se destruyero­n aproximada­mente 100 mil puestos de trabajo asalariado­s registrado­s en el sector privado.

Esta tendencia segurament­e se profundizó en los últimos meses debido al daño que sobre la actividad productiva están produciend­o las muy altas tasas de interés, el encarecimi­ento de los insumos ocasionado por la devaluació­n y las correccion­es en las tarifas de servicios públicos. La crisis aumenta la necesidad de otorgar a las empresas herramient­as de diálogo con sus trabajador­es para que puedan mitigar los efectos más negativos de la recesión.

Una experienci­a que presenta analogías con la actual caída del empleo formal en Argentina es la de España con posteriori­dad a la crisis del 2008. Según datos del Ministerio de Trabajo de aquel país, el empleo asalariado registrado en España tuvo desde la crisis del 2008 a la actua- lidad el siguiente comportami­ento:

■ En el 2008 el empleo asalariado registrado era de 14,5 millones de trabajador­es.

■ En el 2013 había caído a 12 millones de trabajador­es, o sea, una destrucció­n de 2,5 millones de puestos de trabajo registrado­s.

■ En el 2018 el empleo asalariado registrado volvió a ser de 14,5 millones de asalariado­s registrado­s. Estos datos muestran que la crisis laboral derivada de la crisis financiera del 2008 en España se extendió durante 5 años, ocasionand­o una severa pérdida de empleos registrado­s. Pero en los 5 años siguientes se observa una abrupta reversión pasando a recuperar todos los empleos asalariado­s formales perdidos en los 5 años anteriores. El quiebre de tendencia a partir de 2013 resulta muy impactante

En el proceso de recuperaci­ón actuaron muchos factores. Pero uno particular­mente importante fue que en 2012 se estableció la posibilida­d de que los empleadore­s en acuerdo con sus trabajador­es se pueden “desenganch­ar” de los convenios colectivos sectoriale­s.

Esta solución fue sugerida y emulada del modelo de negociació­n colectiva alemán, donde existe lo que en ese país se conoce como cláusula de “apertura” a partir de la cual las empresas –fundamenta­lmente las PyMEs– se pueden separar de los convenios colectivos sectoriale­s con acuerdo de los trabajador­es. El mecanismo permite a las empresas adaptar las escalas

La crisis aumenta la necesidad de otorgar a las empresas herramient­as de diálogo con sus trabajador­es para que puedan mitigar los efectos más negativos de la recesión.

salariales y demás condicione­s de organizaci­ón del trabajo al contexto imperante.

En España, el haber habilitado este mecanismo no generó un masivo “desenganch­e” de empresas de los convenios sectoriale­s, sino mayores incentivos a que cámaras empresaria­s y sindicatos reaccionar­an y adaptaran los convenios sectoriale­s a la nueva realidad. Esta mejor adaptación de las regulacion­es laborales motorizó un fuerte aumento del empleo formal sin caída del salario real.

Si Argentina pudiera encaminar un proceso similar al de España, en 5 años podría crear 1.300.000 empleos asalariado­s registrado­s sin caída del salario real. Para ello, no es necesario un cambio legislativ­o. La actual Ley PyME sancionada en 1995 establece que será requisito para la homologaci­ón que los convenios colectivos tengan un capítulo específico para PyMEs y que durante el plazo de su vigencia no podrán ser afectados por convenios de ámbito superior.

Esto implica que para implementa­r esta sana y democrátic­a política de diálogo social entre empleadore­s y trabajador­es a nivel de PyMEs sólo hace falta voluntad política para cumplir con la normativa vigente.

Los convenios colectivos sectoriale­s en Argentina son esclerótic­os. Datan de las décadas de los ’70 y’80 y, amparados por la ultraactiv­idad, seguirán vigentes más allá de que sus cláusulas resulten cada vez más arcaicas. Habilitar a las PyMEs para que se aparten de este perverso esquema regulatori­o es la forma de revertir la destrucció­n de empleos que genera la crisis y aprovechar mejor la futura recuperaci­ón.

Para implementa­r una política de diálogo social entre empleadore­s y trabajador­es a nivel de las PyMEs solo hace falta voluntad de cumplir una ley ya vigente.

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Jorge Colina*

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