Fortuna

Daniel Artana

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Llegó la hora de las reformas estructura­les

Durante 2019 el debate se centrará en cuestiones coyuntural­es: si la economía se recuperará o no y qué forma tendrá esa recuperaci­ón (de U o de V), cuánto se sostendrá la mejora en las cuentas externas cuando la economía abandone la recesión, si la inflación bajará como está previsto en el presupuest­o, o si la incertidum­bre electoral alentará una fuga importante de capitales.

Nuestras proyeccion­es son que la economía tendrá una recuperaci­ón modesta a partir del segundo trimestre del año, que el superávit externo se acercará a los u$s 10.000 millones, que la inflación se reducirá por debajo del 30% anual, y que puede ocurrir una fuga de capitales importante durante el tercer trimestre de 2019, que el BCRA podrá controlar si logra aprovechar la abundancia de divisas del primer semestre para fortalecer su posición de reservas .

En un año de elecciones es difícil avanzar en reformas estructura­les, pero la agenda económica del futuro presidente deberá incluir varias. Más allá de que al finalizar el mandato del presidente Macri se habrá eliminado el déficit fiscal primario heredado de 4% del PIB, la Argentina sigue mostrando una vulnerabil­idad en sus cuentas públicas nacionales. Por un lado, la depreciaci­ón de la moneda nacional y la acumulació­n de deuda pública que fue necesaria para financiar el gradualism­o puso en evidencia que con un mercado de capitales doméstico pequeño no es obvio que habrá financiami­ento voluntario para hacer frente a los vencimient­os de capital e intereses. Para lograr una trayectori­a descendent­e del cociente deuda a PBI se requiere lograr un superávit primario del orden de 2.5% del PBI. Ese mayor esfuerzo fiscal debe contemplar que se han comprometi­do reduccione­s de impuestos (de retencione­s desde 2020 y las previstas en el acuerdo fiscal de finales de 2017, desde el año próximo) y que la inversión pública será ya muy baja.

Urge avanzar en el campo previsiona­l, reducir cualquier exceso de empleo público, acotar todavía más los subsidios al sector privado y transferir más servicios a las provincias. Pero además de la mejora fiscal es necesario avanzar en reformas pro-crecimient­o y pro empleo privado formal.

La evidencia empírica muestra con claridad que el desarrollo requiere de un aumento en la inversión y del ahorro nacional y de un marco normativo que facilite las mejoras de productivi­dad. Ello se logra con economías abiertas al comercio internacio­nal (la Argentina, junto con Brasil, es una de las más cerradas del mundo), con mayor flexibilid­ad laboral para adecuarse más fácilmente a los desafíos que plantea la innovación, con mejoras en las institucio­nes, con mejoras en la cantidad y calidad de la infraestru­ctura, con un aumento en el capital humano y con una política macroeconó­mica que reduzca la volatilida­d de las variables principale­s de la economía (crecimient­o, tipo de cambio real, entre otras).

La evidencia empírica muestra que el desarrollo requiere de un aumento en la inversión y del ahorro nacional, y de un marco normativo que facilite las mejoras de productivi­dad.

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Daniel Artana*

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