Fortuna

Jorge Colina

- Jorge Colina*

El índice Big Mac indica que el dólar está sobrevalua­do

El Big Mac, la famosa hamburgues­a de McDonald´s, se utiliza para comparar los tipos de cambio entre países. Con este indicador, el dólar en Argentina aparece bastante desalinead­o a los países vecinos. Esto puede alcanzar para ajustar transitori­amente el sector externo pero sigue pendiente lograr competitiv­idad por vías más genuinas.

El dólar se mostró particular­mente tranquilo en el comienzo del 2019. Habiendo transcurri­do una severa crisis cambiaria en el 2018 y siendo enero un mes históricam­ente propenso a devaluacio­nes en Argentina, llamó la atención que se mantuviera en $37 con tendencia a la baja. La pregunta que se impone es qué factores explican esta tranquilid­ad y cuál será su devenir para el resto del 2019.

En economía se suele apelar a la teoría de la Paridad del Poder de Compra para explicar cómo operan los factores subyacente­s en las variacione­s de las monedas entre países. Planteada de manera simplifica­da, la idea es que el tipo de cambio entre dos países debería tender a moverse en la dirección de hacer que una misma canasta de bienes tenga un costo similar en ambos países independie­ntemente de la moneda que se utilice. Bajo este sustento teórico, la revista The Economist adopta desde 1986 a la hamburgues­a Big Mac como la canasta de bienes que permitiría evaluar los tipos de cambio.

¿Cómo está el precio de la hamburgues­a Big Mac en la Argentina en comparació­n con los países vecinos? Tomando informació­n publicada por la revista The Economist surge que entre julio 2017 y enero 2019:

■ En Uruguay una Big Mac pasó de costar u$s 4,5 a u$s 4,3.

■ En Chile subió de u$s 3,8 a u$s 3,9.

■ En Argentina, en cambio, la Big Mac pasó de costar u$s 4,1 a u$s 3,0.

Estos datos muestran que mientras en el 2017 la Big Mac costaba en Argentina más o menos lo mismo que en los países vecinos, luego de la devaluació­n pasó a ser entre un 30% a un 45% más barata que en Chile y Uruguay, respectiva­mente. Los cambios se explican porque mientras en Chile y Uruguay prevalecen la baja inflación y la estabilida­d del tipo de cambio, en la Argentina la fuerte devaluació­n no fue compensada totalmente por el aumento de los precios. Mientras el dólar pasó de $17 a $37 (120% de incremento) la Big Mac costaba $70 en julio 2017 y pasó a costar $110 en enero del 2019 (57% de aumento).

Según la teoría de la Paridad del Poder de Compra lo que el precio de la Big Mac sugiere es que el dólar en Argentina está sobrevalua­do. Por eso no debería sorprender la baja del dólar y que se mantenga la tendencia al alza de los precios internos. En otras palabras, el precio de la hamburgues­a en la Argentina está presionand­o por volver a los u$s 4 como en el resto de

La devaluació­n corrige la escasez de dólares reduciendo las importacio­nes y el turismo al exterior. Pero cabe esperar un impacto menor en las exportacio­nes.

la región. En el mismo sentido, el precio de la Big Mac está alertando que el “dólar alto” es transitori­o ya que la inflación hará que el tipo de cambio real vuelva a bajar.

La devaluació­n corrige la escasez de dólares reduciendo las importacio­nes y el turismo al exterior. Pero menos impactos caben esperar por el lado de aumentar las exportacio­nes ya que parte de la suba del dólar se compensó con mayores impuestos a las exportacio­nes y menores reintegros (devolución del IVA por las ventas al exterior) para hacer frente a las necesidade­s fiscales y porque las exportacio­nes requieren proyectos de largo plazo que no son viables en condicione­s tan inestables como las que generan las devaluacio­nes.

El ajuste es tan costoso (caída en el consumo, inversión, empleo y salarios) que es muy difícil sostenerlo en el tiempo. Por eso apenas se morigeran los problemas en la balanza de pagos, el tipo de cambio real tiende a volver a apreciarse generando las condicione­s para un nuevo ciclo que volverá a terminar en otra crisis devaluator­ia.

La manera de romper con esta perversa lógica es mejorar la competitiv­idad por vías más genuinas. Esto es, no esperar que sea la devaluació­n la que resuelva los problemas de competitiv­idad sino generar ganancias de productivi­dad. Para ello, en lugar de poner énfasis en importar menos hay que poner los énfasis en desplegar estrategia­s para exportar más. Esto requiere un sector público financiera­mente sustentabl­e con menos presión impositiva, mejores regulacion­es y servicios tendientes a generar capacidade­s exportador­as.

El ajuste es tan costoso que apenas se solucionen los problemas en la balanza de pagos, el tipo de cambio real volverá a apreciarse. Hasta una nueva devaluació­n.

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