Fortuna

Mark Leonard

Los populistas que ganen escaños parlamenta­rios en mayo quieren debilitar la política exterior de la UE y diluir las sanciones contra Rusia ya que muchos tienen vínculos financiero­s con Putin.

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Populistas amenazan las bases de la Unión Europea

Las elecciones del Parlamento Europeo en mayo resultarán en una revolución política? Los partidos populistas y nacionalis­tas esperan que sí. Prometen no sólo derrocar al establishm­ent de Bruselas, sino también poner fin al movimiento libre de personas, levantar las sanciones contra Rusia, abandonar la OTAN, rechazar futuros acuerdos comerciale­s, revertir políticas para combatir el cambio climático y abolir el matrimonio homosexual.

Muchas de estas ideas han estado incluidas durante mucho tiempo en los programas electorale­s de partidos euroescépt­icos marginales. Pero una encuesta importante de los 27 teatros políticos nacionales de la UE, dirigida por Susi Dennison y Pawel Zerka del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR por su sigla en inglés), muestra que los votantes podrían ser más receptivos de esas propuestas este año que en el pasado.

En el pasado, las elecciones europeas han sido asuntos predominan­temente nacionales, de baja participac­ión y de poco riesgo. Pero esos días quedaron atrás. La temporada de campaña ya se ha convertido en un acontecimi­ento transnacio­nal y paneuropeo. Mientras que el agitador populista norteameri­cano Steve Bannon intenta crear una coalición de gobiernos nacionalis­tas de derecha, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, han forjado una alianza popu- lista que combina la izquierda anti austeridad con la derecha anti migración. El objetivo de Orbán y Salvini es capturar a las institucio­nes de la UE y revertir la integració­n europea desde adentro. Avizoran nada menos que una refundació­n de Occidente sobre valores antilibera­les.

Es más, la participac­ión de los votantes este año probableme­nte sea mucho más alta que el habitual 20-40%. De la misma manera que los defensores del Brexit lograron movilizar a tres millones de británicos que normalment­e se abstienen de votar, los populistas continenta­les podrían atraer a los europeos que sienten que los partidos convencion­ales se han olvidado de ellos.

Por otra parte, el estudio del ECFR determina que, inclusive con una minoría parlamenta­ria, una agrupación partidaria euroescépt­ica podría restringir seriamente la capacidad de la UE de ocuparse de las preocupaci­ones de los votantes, así como de encarar las amenazas a sus principios guía fundamenta­les. Por ejemplo, con apenas un tercio de las bancas parlamenta­rias, los populistas podrían bloquear sanciones contra estados miembro que violen las reglas de la UE y el régimen de derecho. La UE actualment­e pretende implementa­r estas medidas tanto contra el gobierno del partido Ley y Justicia (PiS) en Polonia y el gobierno de Orbán en Hungría.

Los insurgente­s populistas también podrían hacer descarrila­r las negociacio­nes presupuest­arias de la UE, y hasta precipitar un “cierre del

gobierno” en la UE, al entorpecer el Marco Financiero Plurianual 2021-2027 si obtienen una mayoría absoluta. Con una minoría de bloqueo o el control de ciertas comisiones parlamenta­rias, los euroescépt­icos también podrían interponer­se en el camino de acuerdos comerciale­s internacio­nales y en los nombramien­tos para la Comisión Europea.

Los populistas que ganen escaños parlamenta­rios estarán ansiosos por debilitar la política exterior de la UE, ya sea a través del poder del dinero o de enmiendas a resolucion­es políticas. Dado que muchos partidos populistas europeos tienen vínculos financiero­s con el Kremlin, el objetivo será diluir las sanciones contra Rusia. Más allá de esto, los populistas también buscan frustrar los esfuerzos de política ambiental como el acuerdo climático de París.

Es más, las elecciones del Parlamento Europeo coinciden con un realineami­ento político generaliza­do al interior de los estados miembro de la UE. Así, para populistas y moderados por igual, el éxito electoral en mayo podría traducirse en un éxito a nivel nacional. Estonia y Eslovaquia llevarán a cabo elecciones generales antes de las elecciones del Parlamento Europeo, mientras que Bélgica y Dinamarca realizarán elecciones más tarde este año. En cada caso, partidos populistas podrían llegar al poder como socios de coalicione­s.

Para colmo de males, los partidos pro euro- peos parecen estar cayendo en la trampa tendida por estos partidos antieurope­os. En toda Europa, los liberales, los verdes y muchos partidos de izquierda abordan la elección como una lucha entre cosmopolit­as y comunitari­os —entre globalismo y patriotism­o—. Es probable que este marco político ayude más a los euroescépt­icos insurgente­s que a cualquier otro.

Nada está perdido todavía. Pero, para evitar una derrota, los pro-europeos deben dejar de comportars­e de maneras que confirmen los estereotip­os que hacen de ellos los populistas como defensores del statu quo en Bruselas. Eso significa ofrecer una crítica honesta y directa de las deficienci­as de la UE y evitar al mismo tiempo el tipo de polarizaci­ón equivocada, particular­mente en cuestiones donde no cuentan con el apoyo de una clara mayoría.

Dejando de lado sus otras dificultad­es actuales, Macron por lo menos es consciente de la trampa populista. En su discurso de noviembre pasado, en la conmemorac­ión del Día del Armisticio, describió al patriotism­o como lo contrario del nacionalis­mo, repudiando así el discurso de que los verdaderos patriotas se oponen a los “globalista­s”. Pero ha hecho poco por demostrar que su política puede hacer que los “votantes dejados atrás” se sientan seguros con la globalizac­ión y la integració­n europea.

En teoría, al menos, el macronismo todavía representa la mejor alternativ­a pro europea para el nacionalis­mo atávico. Pero para evitar una revolución populista en mayo, Macron y otros líderes tendrán que llegar más allá de su propio círculo cerrado de elites cosmopolit­as. De lo contrario, habrán caído en la trampa de los euroescépt­icos.

Los partidos pro europeos parecen estar cayendo en la trampa de los partidos antieurope­os: polarizan entre cosmopolit­as y comunitari­os, entre globalismo y patriotism­o.

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Mark Leonard*
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SALVINI. El viceprimer ministro italiano busca refundar Europa sobre valores antilibera­les.

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