Fortuna

Impuestos, una mochila imposible de cargar

La reforma de Cambiemos no tuvo los efectos esperados, ni siquiera en Ingresos Brutos. Los gravámenes en cada jurisdicci­ón. El problema de la evasión fiscal.

- Gustavo García

La reforma de Cambiemos no fue exitosa. Argentina sigue siendo un país con muchos tributos y servicios de escasa calidad. Se cobran 163 gravámenes en todo el país.

Atravesar el desierto de la recesión nunca es tarea sencilla. Mucho menos si se carga sobre la espalda la pesada mochila de la presión fiscal. Los impuestos han sido históricam­ente tema de queja entre los argentinos, pero hace ya una década que su relación en torno al PBI, del orden del 37%, se ha vuelto asfixiante.

A esta altura la reforma tributaria puesta en vigencia por el Gobierno hace un par de años no es más que una foto sepia, una imagen que se descascara con el paso del tiempo. El laxo período de cinco años en que los gravámenes tenderían poco a poco a la baja no es más que otra muestra de ese bagaje de ingenuidad e inope- rancia adonde también se inscriben el gradualism­o fiscal y las metas de inflación.

De hecho, crisis mediante, el año pasado el Gobierno tuvo que aferrarse a la recaudació­n y lejos de ceder en el cobro de impuestos terminó por traicionar promesas de campaña al mantener las retencione­s a las exportacio­nes, algo que le había traccionad­o buena cantidad de votos en las últimas elecciones presidenci­ales.

El problema de la Argentina en materia impositiva es serio. Pensar que en estos de días de recesión cualquier administra­ción pueda morigerar la presión fiscal es casi utópico. La lista de tributos es larga y variada, y parte con efecto cascada desde la administra­ción nacional para luego derramarse a los contribuye­ntes provincial­es y municipale­s. En definitiva, como suele graficarse cuando se aborda el tema, pagamos

La realidad política hace muy difícil que el presidente Macri lleve adelante una nueva reforma impositiva en este mandato.

como en los países nórdicos pero tenemos servicios africanos. Nuevamente, todo es una decisión política. Tener muchos o pocos impuestos no es bueno ni malo en sí mismo. Dinamarca tiene una presión del 46%, según datos de la OCDE, y su nivel de vida es envidiable. En cambio, la carga fiscal en Botswana es sólo del 14%, pero la gente no hace cola en la embajada danesa para obtener la residencia.

Para tener una idea cabal de lo que estamos hablando, bien vale reflejar los datos del último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF). Según el documento, se detectaron en el país un total de 163 impuestos, de los cuales 40 llevan el sello de la Nación; 41 son de origen provincial, y el resto pertenecen al nivel municipal, “debido a la enorme disparidad y heterogene­idad que existe en el cobro de tributos en este nivel”.

Según indica el Instituto, pese a la cantidad de impuestos, tres cuartas partes de la recaudació­n está concentrad­a en apenas un puñado de tributos, como son el IVA, Ingresos Brutos, Impuestos a las Ganancias, los Aportes y Contribuci­ones a la Seguridad Social y el Impuesto al Cheque. Nuevamente, más a veces es menos. De hecho en 2018 lo recaudado llegó al 35%, muy por debajo de la inflación, que fue del 48%.

Sin embargo, nada parece que vaya a cambiar en el corto o mediano plazo. “Creo que el escenario actual complica todo mucho más. La realidad hace muy difícil que el Gobierno lleve adelante este trabajo, pero se tiene que hacer sí o sí”, asegura a Fortuna el economista Christian Buteler.

Y añade: “Es la única forma de incentivar al sector privado e incrementa­r la producción en la Argentina. En este país todo lo que se produce es caro. Las ventajas que podemos tener, los beneficios que surgen tras alguna devaluació­n, cada vez duran menos”.

De aquel consenso fiscal firmado entre la Nación y las provincias queda apenas el recuerdo. Según Buteler, “en la reforma tributaria el Gobierno se quedó a mitad de camino, fue muy lento. La realidad lo pasó por arriba. Hoy en día prácticame­nte nadie piensa en eso. Ni siquiera lo pueden llevar adelante. Tendrían que haber sido más agresivos en ese punto”.

LA CALLE. Todos los análisis y comentario­s que puedan hacerse desde lo macro, en el plano teórico, cobran una crudeza mayor cuando salimos a la calle. En la compra y venta, en las operacione­s comerciale­s y el quehacer cotidiano de la empresa se evidencia el nefasto influjo de un entramado impositivo que se lleva mucho

y devuelve poco y nada. ¿Adónde va a parar ese dinero? Todos los contribuye­ntes conocen la respuesta a esa pregunta.

“La alta carga impositiva es uno de los principale­s problemas que arrastra la Argentina. Una de las soluciones que existen y que plantean los tributaris­tas es ampliar la base imponible. Argentina en 2017 fue el segundo país de la región donde más impuestos se pagaban, y el quinto con mayor evasión fiscal. Una cosa va de la mano de la otra”, asegura a esta revista el contador Ezequiel Passarelli, especializ­ado en impuestos y miembro de SCI Group.

El experto echa mano a la imagen común de que el Gobierno, en definitiva, termina cazando en el zoológico. Es decir, “a los pocos que pagan los matás”. Y agrega: “Con la reforma tributaria decíamos que lo primero que había que hacer era bajar la tasa del IVA, que está en el 21%. Está en porcentaje­s de OCDE, muy por encima del nivel que tienen los países de América latina”.

Los ejemplos de la vida cotidiana afloran a borbotones. “Si vivís en Formosa y estás pegado a Paraguay, cruzas y comprás allá porque el IVA es del 7%. Competitiv­amente siempre salís perdiendo en las zonas de frontera”.

En el debate sobre la reforma impositiva la reducción del IVA no estuvo en discusión. Passarelli resalta que “si se lo hubiera bajado del 21 al 19%, el Gobierno hubiera seguido recaudando lo mismo y le hubiera quitado a las empresas un incentivo para evadir. Hoy en día las empresas hacen cualquier cosa para sobrevivir. Te dicen que no pueden pagar los impuestos”.

Una vez más surge el dilema: ¿más impuestos equivale a una mayor recaudació­n? Es justamente lo contrario, asevera el especialis­ta. “Hace diez años se mantiene la presión alta, pero cuando los números cierran, si gano plata, lo pago. Ahora cuando estás en recesión, no vendes, si vendes no cobras, hay incobrable­s, tengo dos opciones: pago sueldos o

pago impuestos”.

Si la cuestión aparenta ser una perogrulla­da quiere decir que hay cuestiones de fondo que impiden que cualquier gestión tale los impuestos. Nos vamos acercando al núcleo del problema. “Si quieren que la economía crezca hay que bajar los impuestos, sino será imposible –sentencia Passarelli-. No es que no la ven, cualquier funcionari­o habla de los impuestos altos. Macri dice que los impuestos matan a las economías regionales. Lo saben de memoria, pero les cuesta bajar el gasto público. Ese es el gran problema, el gasto publico es gigante”.

CONSENSO. La necesidad tiene cara de hereje. Por eso es que de aquel consenso fiscal queda poco y nada. De alguna manera la realidad borró con el codo buena parte de lo escrito a fines de 2017. Un documento del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, que dirige Nadin Argañaraz, destaca que, por ejemplo, Ingresos Brutos no sólo no bajó en 2018, tal lo establecid­o, sino que subió.

“La recaudació­n de Ingresos Brutos de los primeros 10 meses del año fue de $438.332 millones, siendo el impuesto de mayor importanci­a dentro de la estructura tributaria de las

22 provincias analizadas. La participac­ión de Ingresos Brutos concentró en 2018 el 73% del total de los impuestos provincial­es, cifra que aumentó en 1 p.p. respecto al mismo período de 2017 (72%). A su vez, representó el 3,2% del PIB y registró un crecimient­o nominal del 32,7% con respecto al mismo período de 2017. En términos reales, el crecimient­o agregado fue del 1,4%”, destaca el documento.

Y enfatiza: “El primer resultado que surge del análisis es que hubo un aumento real de la recaudació­n, algo llamativo dado que el espíritu del consenso era que las alícuotas de 2017 empezaran a bajar en 2018. Me- dida en términos del PBI, la recaudació­n aumentó 0,1 puntos porcentual­es, variación irrelevant­e en un contexto como el de los años previos, pero significat­ivo en uno donde era esperable una caída anual equivalent­e a 0,4 puntos porcentual­es”.

Las provincias han optado por tejer una telaraña de gravámenes sencillos de cobrar y arduos de evadir. El modelo se replica en las 24 administra­ciones subnaciona­les que cobran, todas, Ingresos Brutos, Impuesto a los Sellos, Actuacione­s Judiciales y Servicios Administra­tivos.

Ezequiel Passarelli no tiene dudas: “Argentina tiene no sólo la mayor cantidad de impuestos sino también los peores. Todos se calculan sobre la venta potencial, no sobre el resultado final de las operacione­s. En muchos rubros, como el automotriz, venden a pérdida. Compran un auto a 500 mil pesos y lo venden a 400 mil. Pese a que pierden, pagan el 5% sobre la venta. Es terrible. Estás pagando impuestos pese a que perdés plata”, asegura.

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FUENTE: IARAF en base a relevamien­to de normativas tributaria­s vigentes
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EVASIÓN FISCAL. Uno de los objetivos del titular de la AFIP, Leandro Cuccioli, es ampliar la base de contribuye­ntes.
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EN LA MIRA. Macri había prometido eliminar las retencione­s. Pero, con Dujovne, volvieron.
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FUENTE: IARAF en base a relevamien­to de normativas tributaria­s (ordenanzas fiscales y tarifarias) vigentes para los municipios capitales de provincia
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ADVERSIDAD. La reforma de 2017 fue muy light porque Cambiemos tuvo que negociar mucho.
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FUENTE: IARAF en base a relevamien­to de normativas tributaria­s vigentes para las provincias
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FUENTE: IARAF en base a datos de las direccione­s de rentas y /o administra­tivas tributaria­s de las provincias
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SERVICIOS. Muchos municipios cobran un impuesto extra en las facturas de luz y de gas.

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