Dónde invertir en un año de incertidumbre
El “todo va a estallar” no encuentra un sustento real en los números de la economía, aseguran los consultores Salvador Di Stéfano y Claudio Zuchovicki. El discurso de los medios, un estado de ansiedad permanente y la “volatilidad colesterol”.
El “todo va a estallar” no encuentra un sustento real en los números de la economía, aseguran los consultores Salvador Di Stéfano y Claudio Zuchovicki.
Aunque nada cambie, si yo cambio, todo cambia”. El consultor Salvador Di Stéfano cita a Marcel Proust en un momento de la charla y, a juzgar por la atención con que lo escuchan, la semilla parece haber prendido en el auditorio. Su objetivo decla- rado es alentar a los inversores a financiar el mercado de capitales e invertir en acciones. “Abrir la cabeza y generar una transformación”, resume la propuesta, en un mercado cuya volatilidad, “como el colesterol”, tiene su versión buena y mala. “La volatilidad buena son los vaivenes propios de los mercados. Si así no fuera, cómo no divertiríamos -bromea-. La volatilidad mala, en cambio, es la que les da a los mercados el sector político”.
Habla Di Stéfano en el último Coloquio organizado por Fortuna en el hotel Meliá, en Reconquista
945, Capital Federal, titulado ‘Inversiones personales para aprovechar el año de reactivación’. Lo acompañan en el panel su colega Claudio Zuchovicki, gerente de Desarrollo de Mercados de Capitales de la Bolsa de Comercio, y Ceferino Reato, editor ejecutivo de la revista, quien, ya de entrada, concede que “este momento de tanto miedo y mala onda en el país tal vez no sea tan así”.
Coinciden Di Stéfano y Zuchovicki en describir un panorama menos desalentador del que traducen los medios, y en otorgarle responsabilidad en el cambio al hombre de a pie. “Es verdad que hay muchas noticias difíciles en la economía, pero la solución no va a pasar por ningun político ni por el Estado. Va a pasar por lo que haga cada uno. Yo le tengo mucha fe a la Argentina”, señala Zuchovicki. Y atribuye a la necesidad de los periodistas de generar noticias el estado de ansiedad permanente en que se vive. “Mañana se pudre todo’ es un gancho para que uno haga doble clic. ¿Qué cambió de ayer a hoy para tener salir a revisar todos los portales de nuevo?”, plantea.
Licenciado en Administración de Empresas, con varios posgrados, consultor destacado en la TV y docente, Zuchovicki repite siempre una pregunta en sus exposiciones: “¿Usted cree que la Argentina ya chocó o le falta chocar? Y la mayoría responde que le falta chocar, lo cual es un buen dato. Cuando alguien espera algo muy bueno y sólo viene bueno sufre una desilusión. En cambio, si alguien espera algo muy malo y sólo es malo, es un alivio. En eso estamos”.
EN TODO LADOS. No estamos peor aquí que en el resto del mundo, se esfuerzan en dejar sentado. “Tenemos un montón de riesgos políticos, sin duda, pero ¿ningún otro país los tiene? ¿Es mucho menos volátil el mercado norteamericano, donde por semanas no saben si abren el Gobierno, que el nuestro? Y Francia, ¿está mejor con la crisis de los ‘chalecos amarillos’? Y España, donde se diluyó el gobierno y al anterior presidente lo echaron por corrupto. Y Merkel, que se va desilusionada con la derecha alemana. A Italia le cuesta muchísimo formar gobierno. ¿Y México? Ha dejado de reconocer la propiedad privada en ciertos aspectos.
Di Stéfano: “El argentino no invierte en acciones o en bonos. Para salir adelante, hay que tener un mercado de capitales”.
En Brasil, también Bolsonaro la tiene fea porque gobierna con el 50% en contra”, enumera Zuchovicki. “Todo depende de cada uno de nosotros”.
La confianza del analista en el futuro de la Argentina no es sonsa. “Si miramos el cronograma de pagos del país, ¿por qué habríamos de entrar en default si no hay vencimientos? Por el contrario, la deuda cayó de u$s 320.000 a u$s 302.000 millones. Esto, porque cambió de acreedor al cancelarse el Bonar 2018. El Fondo Monetario no nos va a volver a prestar, se alarman. Nómbrenme un país que haya cancelado toda la deuda con el Fondo. Ninguno. El único país que le devolvió adelantado fuimos nosotros. A Grecia, a Egipto, a ninguno el Fondo le sacó la plata. Entonces creo que estamos cargados de mala onda”, sentencia.
La madre de todas nuestras batallas, asegura, es el déficit fiscal. “La
tasa de interés y la inflación son síntomas”. El problema argentino radica en la dificultad de bajar un gasto que en un 63,3% corresponde al ítem previsional/seguridad social. “¿Qué hacemos? La que nos queda es bajar el 10% que se destina a subsidios. Subamos tarifas, subamos impuestos entonces, que lo pague la gente”.
LA DEUDA. El de la deuda no es tema de preocupación, insisten los analistas. “Comparemos -propone Di Stéfano-: en Japón la deuda es altísima, 356% del PBI. La de Estados Unidos alcanza 249 puntos del Producto. La de Europa, 248%. China comunista, 271%. Hay un problema severo de deuda en el mundo. Y en América latina: Chile, cero deuda. México, 7,74%. Colombia, 114,4%. Brasil,152,9%. ¿Y la Argentina? 80,5% del PBI, con deuda empresas del 13,8%. Si nuestro país termina insertándose en el mundo es el que más tiene para crecer otorgando préstamos a empresas. A la vez, la deuda hogares está en 7,3%. Si conseguimos la estabilidad esto va a generar un crecimiento impresionante. Por eso, si le tengo fe a la Argentina compraría acciones de bancos. Lo que hay para crecer es monumental”, se ilusiona.
“Ningun medio dice que la deuda bajó. Nadie aclara tampoco que la deuda intra-estado nos la debemos nosotros mismos, por lo cual no es exigible. Y si pienso que los organismos multilaterales muy difícilmente nos vayan a reclamar un pago, otros u$s 43.000 millones tampoco son exigibles. ¿Cuánto es la deuda del Estado? U$s 143.000 millones, algo absolutamente pagable. Entonces no me hablen de que esto va a explotar”, se planta el consultor rosarino.
DOS FUERZAS. ¿Está financiado el 2019? Según Di Stéfano, las necesidades financieras del país ascienden este año a $ 16.900 millones. “Tenemos 8,8 millones y nos faltan 8,1 millones. En dólares necesitamos 30.700 millones y nos prestan 39,7. Nos so-
bran u$s 9.000 millones, que se van a empezar a vender a partir de abril”, prevé. De este modo, confluirán en el cuarto mes del año dos fuerzas: el Estado empezará a vender dólares y en abril, mayo y junio entrarán los verdes de la cosecha. Serán meses tranquilos en el sector cambiario hasta mediados de año.
En este contexto, Di Stéfano despliega un abanico de posibilidades de inversión que va los Bonos PR 13 (10,6% anual + inflación), PR15 y TC21 (9% anual + inflación), para los más conservadores, hasta otros más “picantes”, de largo aliento, como el TJ20 (que paga las tasas de las Lelic) o sus múltiples combinaciones. “Todos queremos ganar dinero invirtiendo a largo plazo -confirma Zuchovicki, el problema es que lo queremos ya. Si seguimos las noticias diariamente y todo lo que digan nos va a influir, estamos complicados”.
“Los españoles nos miran y se preguntan: ‘¿cuánto vale un banco en una Argentina? ¿Y una central eléctrica? ¿Menos que un jugador
Zuchovicki: “Si miramos el cronograma de pagos, ¿por qué habríamos de entrar en default si no hay vencimientos?”.
de fútbol? ¿Qué puede pasar de malo allá?’. ‘Hay una grieta enorme, nos matamos entre nosotros’, les digo. ‘Bien, multiplico por diez la inversión’, me contestan”.
AHORRO. Casi sobre el cierre, Di Stéfano repasa las “costumbres argentinas que deberíamos romper: ahorrar en dólar billete en cajas de seguridad, ahorrar en mercadería y stock, y comprar propiedades como resguardo de valor, sin pensar que la propiedad a futuro tiene una amortización de un 2% anual; siempre vale menos”. El problema, dice, es que “el argentino no financia el mercado, no invierte en acciones y aborrece el mercado de bonos. Si queremos salir adelante tenemos que tener un mercado de capitales”.