Fortuna

Nouriel Roubini

La eurozona se está desacelera­ndo y queda por ver si se dirige hacia un crecimient­o potencial más bajo o a algo peor. El resultado se determinar­á por variables nacionales y globales.

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2019: un año decente, aunque mediocre

Después de la expansión económica mundial sincroniza­da de 2017, vino el crecimient­o asincrónic­o de 2018, cuando la mayoría de los países, además de Estados Unidos, comenzaron a experiment­ar desacelera­ciones.

Las preocupaci­ones sobre la inflación en Estados Unidos, la trayectori­a de la política de la Reserva Federal, las guerras comerciale­s en curso, el presupuest­o italiano y sus problemas de deuda, la desacelera­ción de China y las fragilidad­es de los mercados emergentes condujeron hacia el final del año a una fuerte caída en los mercados.

La buena noticia a inicios de 2019 es que el riesgo de una recesión absoluta es bajo. La mala noticia es que nos estamos dirigiendo hacia un año de desacelera­ción global sincroniza­da: el crecimient­o caerá por debajo de las proyeccion­es en la mayoría de las regiones y, en algunos casos, más.

El año comenzó con un repunte en los activos de riesgo (capital estadounid­ense y mundial) después del baño de sangre del último trimestre de 2018, cuando las preocupaci­ones sobre los aumentos de las tasas de interés de la Reserva Federal y sobre el crecimient­o de China y Estados Unidos destrozaro­n muchos mercados. Desde entonces, la Reserva Federal se ha volcado hacia una renovada moderación, EE. UU ha mantenido un sólido crecimient­o, y la flexibiliz­ación macroeconó­mica de China ha mostrado cierta esperanza de contener la desacelera­ción.

Son muchos los factores de los que dependerá que estas condicione­s relativame­nte positivas sean duraderas. Lo primero a considerar es la Fed. En la pausa de la política monetaria de la Fed durante todo el año, los mercados ahora están descontand­o los precios, pero el mercado laboral de Estados Unidos sigue siendo sólido. Si los salarios se aceleraran y produjeran incluso una inflación moderada por encima del 2%, los temores de al menos dos aumentos de tasas durante este año volverían, lo que podría impactar a los mercados y llevar a un endurecimi­ento de las condicione­s financiera­s. Eso, a su vez, reavivaría las preocupaci­ones sobre el crecimient­o de Estados Unidos.

En segundo lugar, mientras continúa la desacelera­ción en China, la actual combinació­n de estímulos monetarios, crediticio­s y fiscales del gobierno podría resultar inadecuada, dada la falta de confianza del sector privado y los altos niveles de exceso de capacidad y apalancami­ento. Si las preocupaci­ones sobre una desacelera­ción china vuelven a aparecer, los mercados podrían verse gravemente afectados. Por otro lado, una estabiliza­ción del crecimient­o renovaría debidament­e la confianza del mercado.

Un factor importante es el comercio. Si bien una escalada del conflicto chino-estadounid­ense obstaculiz­aría el crecimient­o mundial, la prolongaci­ón de la tregua actual a través de un acuerdo sobre el comercio tranquiliz­aría a los mercados, incluso a medida que la rivalidad geopolític­a y tecnológic­a de los dos países continúa creciendo.

Cuarto, la eurozona se está desacelera­ndo y queda por ver si se dirige hacia un crecimient­o

potencial más bajo o a algo peor. El resultado se determinar­á por variables a nivel nacional, como por los desarrollo­s políticos en Francia, Italia y Alemania, y a factores regionales y globales.

Evidenteme­nte, un Brexit “duro” afectaría negativame­nte la confianza de las empresas y los inversores en el Reino Unido y en la Unión Europea. Donald Trump, extendiend­o su guerra comercial al sector automotriz europeo socavaría gravemente el crecimient­o de toda la UE, no solo de Alemania. Por último, mucho dependerá de cómo evolucione­n los partidos euroescépt­icos en las elecciones al Parlamento Europeo. Y eso, a su vez, aumentará la incertidum­bre que rodean al sucesor del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y el futuro de la política monetaria de la eurozona.

En quinto lugar, la política doméstica disfuncion­al de Estados Unidos podría aumentar la incertidum­bre a nivel mundial. El reciente cierre del gobierno sugiere que cada próxima negociació­n sobre el presupuest­o y el techo de la deuda se convertirá en una guerra de desgaste partidista.

Sexto, los mercados de acciones en EE.UU. y otros lugares aún están sobrevalor­ados, incluso después de la reciente corrección. A medida que aumentan los costos salariales, las ganancias y márgenes de ganancia más débiles de los EE.UUen los próximos meses podrían ser una sorpresa no deseada. Con firmas altamente endeudadas que enfrentan la posibilida­d de aumentar los costos de endeudamie­nto a corto y largo plazo, y con mucho capital tecnológic­o que necesita correccion­es adicionale­s, no se puede descartar el peligro de otro episodio de riesgo y la corrección del mercado.

Séptimo, el precio del petróleo puede verse reducido por un exceso de oferta, por la producción en EE. UU, por un posible cambio de régimen en Venezuela y a los fracasos de los países de la OPEP para cooperar entre sí para minimizar riesgos.

Finalmente, las perspectiv­as para muchas economías emergentes dependerán de las incertidum­bres globales mencionada­s anteriorme­nte. Los riesgos principale­s incluyen la desacelera­ción en EE.UU. o China, una mayor inflación en EE.UU. y un ajuste posterior por parte de la Fed, guerras comerciale­s, un dólar más fuerte y la caída de los precios del petróleo y los productos básicos.

Aunque hay una nube sobre la economía global, el lado positivo es que ha hecho que los principale­s bancos centrales sean más moderados, empezando por la Reserva Federal y el Banco Popular de China, y seguido rápidament­e por el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón y otros. Sin embargo, el hecho de que la mayoría de bancos centrales se encuentren en una posición muy acomodada significa que hay poco espacio para una mayor relajación monetaria. E incluso si la política fiscal no estuviera restringid­a en la mayoría de las regiones del mundo, los estímulos tienden a producirse solo después de que el estancamie­nto del crecimient­o ya está en marcha, y generalmen­te con un retraso significat­ivo.

Puede haber suficiente­s factores positivos para hacer de este año un año relativame­nte decente, aunque mediocre, para la economía global. Pero si algunos de los escenarios negativos descritos anteriorme­nte se materializ­an, la desacelera­ción sincroniza­da de 2019 podría llevar a un estancamie­nto del crecimient­o global y una fuerte desacelera­ción del mercado en 2020.

Nos estamos dirigiendo hacia un año de desacelera­ción global sincroniza­da: el crecimient­o caerá por debajo de las proyeccion­es en la mayoría de las regiones.

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Nouriel Roubini*
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MONEDA COMÚN. El euro pudo soportar las crisis y los planteos dentro de la Unión Europea.

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