MI PAPÁ, EN R6
Viví mis primeros diez años de vida en el campo, más precisamente en la ciudad de Chacabuco. Junto con mi hermano y mis hermanas eran frecuentes las tardes de juego entre bolsas de soja en los galpones de la empresa de mi papá. En ese momento, no era consciente del significado que esas semillas tomarían para mí dieciocho años después.
DONMARIO maduró de la mano de Gerardo (o Gerar, como me gusta llamarlo). Empezó como un joven emprendedor con ganas de llevarse el mundo por delante y terminó siendo lo que es hoy GDM (Grupo Don Mario): un orgullo argentino. Pero en el medio nunca faltaron los tres ingredientes esenciales en la receta: foco, pasión y humildad, valores que mi papá contagia a quién tenga al lado.
Más allá de ser un Grupo empresario con una larga trayectoria y una facturación que pisa fuerte, los que conocen GDM quedan impactados por su cultura y por todos los que trabajan allí. Todos los GDM´s comparten la alegría, la pasión, el compañerismo y la entrega. Esto es lo que hace que sea un Grupo que nunca deja de crecer. Y creo que esto es muy valioso, más aún en un país donde no es fácil que una empresa se destaque por sus valores humanos.
Si tuviese que ponerle nombre a los fanatismos de mi papá los llamaría: familia, amigos, soja, conocimiento, tenis y Argentina. Él dice que está en R6, momento en que las vainas de soja se llenan de sus granos. Pero yo creo que las hojas de Gerar todavía tienen mucho por desplegar.