La puja clave que decidirá el camino
El escenario post pandemia dejará más recesión, desempleo, déficit fiscal y pobreza. ¿El Gobierno apelará a la ideología o apuntalará al sector privado para salir de la recesión? El riesgo de preferir el consumo a la inversión.
PRAGMATISMO VS. DOGMATISMO
La post pandemia en la Argentina dejará un terreno económico bien definido, un escenario al que podríamos considerar objetivo: PyMEs quebradas, alto desempleo, elevado nivel de pobreza, baja actividad productiva, fuerte déficit fiscal y una inercia de emisión monetaria que, más temprano que tarde, podría traducirse en un salto inflacionario.
Pero también hay una apreciación subjetiva y radica en la manera en que el Gobierno obrará para paliar la crisis: ¿primará la línea pragmática que encarna —al menos, en apariencia— el presidente Alberto Fernández y su equipo económico o ganará la pulseada la corriente que agita el estandarte de la ideología y cuyos principales referentes se agrupan en La Cámpora, liderados por Cristina?
La pregunta no es menor porque, según consideran los expertos, de esta puja surgirá el camino que desandará la Argentina y los resultados que cosecharemos. El primero asoma como más afín al capital y las empresas, a facilitar de alguna manera el crecimiento económico; el segundo, teñido por un reñido corpus de ideas, va al choque y se inventa enemigos allí adonde no los hay, tal el caso Vicentin, por poner un ejemplo reciente.
Los datos duros dibujan el escenario objetivo. Los economistas consideran que la Argentina podría sufrir una caída del PBI del orden del 12 o 13%, aunque ese mojón se va corriendo poco a poco a medida que el Gobierno prolonga la cuarentena. La Cepal también ha dicho lo suyo: la región perderá 8,5 millones de empleos formales y desaparecerán 2,7 millones de empresas, principalmente pequeñas y medianas.
La escasez de recursos y el ADN kirchnerista hacen suponer que la economía quedará más regulada, más sujeta a las intervenciones del Estado en el día después de la pandemia. Es difícil sino utópico pensar que se decida incursionar en una estrategia de alivio impositivo y apertura, dos mandatos que no se hallan en el evangelio K. Pero todo está aún por verse.
GRILLETES. La foto actual ya dice bastante: las tarifas están pisadas hasta fin de año, se practica el control de precios y el acceso a las divisas está restringido. No son medidas estas que hayan surgido exclusivamente de la emergencia en cuarentena, sino que algunas ya se venían ensayando desde el inicio mismo de la gestión Fernández.
“Creo que la economía quedará muy regulada. Espero que no sea híper regulada —le dice a Fortuna el economista Fausto Spotorno, director del Centro de Estudios Económicos de la consultora Orlando Ferreres y Asociados. Hago una aclaración: una cosa es una economía muy regulada que funciona mal, pero funciona; y otra es una economía con regulaciones extremas, contradictorias”.
Y agrega: “Una cosa es decir que arranca la inflación y entonces el Banco Central puede tomar la tasa de interés de referencia y subirla para absorber más pesos, bancarse el costo de esa tasa alta, cambiar los mecanismos… Otra cosa sería no subir la tasa y exigirle a los bancos que presten a una tasa máxima, impedir el dólar contado con liqui, impedir todos los dólares, regular todos los
precios. Ya sabemos que la economía regulada al extremo termina mal”.
Siempre queda, sin embargo, un resquicio para la esperanza. Si bien es sabido que la tendencia kirchnerista se inclina mayormente por la administración de la economía, a veces maniatando ciertos flujos, Spotorno confía en el sentido común de algunos referentes: “Hay en el Gobierno algunas ideas racionales. Si voy a emitir un montón de pesos y poner precios máximos, ya sabemos lo que va a ocurrir: habrá cortes de servicios, escasez y demás. Kulfas, Guzmán, Pesce entienden algunas de las cosas básicas de las relaciones de la economía. Ahora, si van a tomar todo a lo bruto, regular todo, no va a andar. Mi miedo, lo que pienso que sería el peor escenario, sería no seguir las leyes económicas y decir los precios máximos se quedan acá, emitimos todo, no se puede comprar dólares, los prohibimos a todos, fijamos la tasa…”
La pregunta decanta por sí sola. ¿Cuán regulada quedará la economía? Esteban Domecq, presidente de la consultora Invecq, no duda: “Eso es lo que se va a resolver en esa disputa entre el dogmatismo y el pragmatismo. Si prima el dogma habrá más intervención, gasto, consumo, tasas bajas y conviviremos con más inflación y controles cambiarios. Ahí la clave es si el sector privado arranca o no. Mi hipótesis es que el puesto de trabajo o el empleo que se perdió no se recupera por esta vía, así se sentencia la posibilidad de crecimiento”.
“Si prima el pragmatismo, en cambio, la política económica tendrá que administrar las restricciones con prudencia —explica. Deberán jugar más a favor del sector privado. Uno de cada seis dólares que viene de la inversión lo mueve el sector privado. Si no hay confianza, rentabilidad y reglas claras, no va a traccionar. Si prima el pragmatismo habrá que trabajar esos pilares para destrabar el funcionamiento del sistema productivo. Pienso que habrá una solución y que va a primar el pragmatismo. No habrá boom de commodities, ni reservas para gastar,
ni se podrá tomar deuda para fondear el proceso de crecimiento. Todo eso que permitió el crecimiento en los gobiernos de Néstor, Cristina y Macri. Esos recursos no estarán disponibles, entonces ahí prima la restricción para implementar el pragmatismo”.
CRISIS. La otra pregunta que flota en el ambiente es cómo salimos de esta recesión, parados sobre los escombros que ha dejado la pandemia. Los especialistas se toman un tiempo antes de dar la respuesta y aclaran algo de relevancia: si bien la cuarentena ha empeorado de manera notable los números de la actividad económica, la Argentina es un país que no crece de manera sostenida desde 2011 y que, de alguna manera, venía ya trastabillando, desestabilizada, con serios riesgos de caerse.
“La Argentina ya venía de una situación complicada, con dos años de recesión, una serie de devaluaciones que en dos años habían generado problemas económicos serios. Antes de eso hubo una necesaria pero también costosa actualización de precios relativos, me refiero a los aumentos tarifarios. Y antes de la gestión Macri, si vamos más atrás, hubo cuatro años de estancamiento económico con cepo cambiario, las trabas a las importaciones, faltante de insumos, restricciones energéticas. Es decir que si tiramos de la cuerda, veníamos de 9 años muy complicados”, grafica Spotorno.
El referente de la consultora OJF estima que la salida de todo esto pasa por hacer las reformas estructurales siempre pendientes y por aprovechar el escenario de incomodidad que para las inversiones internacionales genera la puja entre China y Estados Unidos. “Tenemos una oportunidad ahí: en la medida en que se vuelva más fuerte esa batalla, muchas empresas van a buscar un lugar en América Latina para invertir. Si la Argentina hace las reformas
“Si la pelea entre EE.UU. y China se vuelve más fuerte, muchas empresas van a buscar un lugar. Debemos atraer inversiones”. FAUSTO SPOTORNO