CONDUCTAS Y OPORTUNIDADES
Las imágenes nos llegan desde los más remotos lugares del mundo y nos sorprenden: canales cristalinos como nunca antes vistos en Venecia, especies de ciervos que deambulan por ciudades de Japón, reducción de la contaminación atmosférica en las principales urbes del mundo, que en el caso de Ciudad Autónoma de Buenos Aires llegó a casi el 50% comparada con igual periodo del 2019, familias de carpinchos paseando por barrios cerrados implantados en humedales en nuestro corredor deltaico de la Provincia de Buenos Aires.
Estamos atravesando una crisis ambiental, que no es sólo ambiental sino es una crisis de modelo civilizatorio donde las actuales prácticas en materia de planificación, producción y consumo ponen al límite la capacidad de los sistemas naturales.
Como seres humanos simplificamos los sistemas naturales para obtener mayor productividad, originando una enorme pérdida de especies y biodiversidad. Esto no es gratuito ni teórico, la falta de ambientes naturales expulsa a la fauna, obligándola a interactuar con las comunidades y si a esto se le suma el tráfico de especies o la caza, por citar algunos ejemplos, constituyen el escenario ideal para que nuevas zoonosis emerjan, como es el caso del Coronavirus.
El aislamiento social que nos obliga a permanecer en nuestros hogares y este exceso de relacionamiento con nosotros mismos, nos impulsa a la búsqueda de los culpables. ¿Fue el pangolín o el murciélago?
Ni el pangolín, ni el murciélago: Es el modelo.
Producto de los profundos cambios que estamos atravesando en el planeta y en nuestras sociedades, como los movimientos migratorios de personas que intentan escapar de la guerra y del hambre, la destrucción de ambientes naturales, la deforestación, pandemias y las consecuencias ya indiscutibles del cambio climático, algunos intelectuales hablan del verdadero comienzo del Siglo XXI.
De ser así, debemos entender que será necesario adaptarnos a esta nueva realidad como sociedad y que resulta indispensable repensar políticas públicas, modelos de planificación y desarrollo, prácticas cotidianas de todas y todos nosotros que nos permitan enfrentar nuevos- y algunos viejos- desafíos.
En el caso de la Ciudad Autónoma, distrito más rico del país, resulta estratégico la construcción de una nueva agenda social y ambiental (más participativa y ejecutiva y menos tecnocrática) de cara a los cambios que estamos atravesando. Comparto algunos aportes.
No podemos seguir planificando el crecimiento de nuestra ciudad en materia de infraestructura y desarrollos inmobiliarios sin contar previamente con un ordenamiento ambiental del territorio que dirija nuestro accionar y que permita poner en práctica herramientas como la evaluación ambiental estratégica.
Si la proyección para nuestra Ciudad, como consecuencia del cambio climático, será el aumento de las precipitaciones en periodos cortos y olas de calor, es nece
mento del desempleo del 20% y un significativo aumento de la pobreza a valores cercanos al 50%.
En Buenos Aires las pequeñas y medianas empresas son las que más sufrieron los efectos de la extensa cuarentena. Para nosotros nuestras pymes son los motores de la economía, son quienes invierten, arriesgan, y además son generadores de empleo y oportunidades para nuestra gente.
Esta adversidad funciona como una lupa que magnifica los desequilibrios y las desigualdades preexistentes. La única salida es trabajar fuerte en recomponernos de esta situación y luchar cuerpo a cuerpo por cada comercio y cada puesto de trabajo. Tenemos que consolidar las medidas que vamos tomando para acompañar a las empresas a superar está crítica situación y reconstruir ese tejido económico y social. Nuestro desafío es fortalecer a los empresarios y trabajadores generando esa reactivación progresiva que tanta falta nos hace.
Es necesario identificar cuáles son los objetivos de corto, mediano y largo plazo, y asumir la responsabilidad de gestión que nos toca. Para ello hay que desarrollar un acuerdo Económico, Social y Político. Buscar consensos sostenibles, sin egoísmos de ningún tipo, e integrando todas las voces políticas, económicas y sociales en una mesa de diálogo e intercambio.
Estoy convencido que la salida de la crisis supone un gran esfuerzo que trascienda los partidos políticos y los gobiernos, y depende en gran medida de nosotros mismos: Lograr mantener la unidad en la diversidad, el diálogo y el respeto y finalizar con los históricos enfrentamientos que tan mal nos hacen como sociedad. Esta pandemia podría ser nuestra oportunidad para hacer las cosas distintas, sanear el diálogo político y sostenerlo en el tiempo aceptando las diferencias para construir una estrategia económica integradora, superadora y sobre las bases de la confianza institucional.
La Argentina es un país que se forjó en la adversidad y que nunca la tuvo fácil. Es la historia de un pueblo que se tuvo que construir desde las diferencias, inmigrantes que fueron llegando y aportando su fuerza de trabajo. Nunca se empieza de nuevo cuando detrás te respaldan varias generaciones que han dejado su experiencia para que ahora podamos hacer pie y salir de esta situación que no elegimos vivir pero si como enfrentarla para superarla.
No va a ser fácil, no habrá atajos posibles, pero tenemos todas las herramientas que necesitamos para crecer en forma sostenida, la única condición que necesitamos es hacerlo juntos. Estamos listos, demos el paso.
PORTUGAL
nos, un estilo de casas bajas y callecitas de adoquines se fusiona con una cultura atravesada por la música y la gastronomía, para marcar el ritmo del día a día de sus habitantes, diferente al de cualquier otro destino europeo.
”Lisboa se divierte, Coimbra estudia, Braga reza y Oporto trabaja”, resume un popular dicho local que describe la personalidad de cada