Fortuna

¿Por qué quieren irse a Uruguay?

En la embajada uruguaya en nuestro país estiman que entre 8 mil y 9 mil argentinos cambiaron su residencia en lo que va de la pandemia por el coronaviru­s. El peso decisivo de los impuestos. El ejemplo francés y el caso de Shakira en España.

- ADRIáN DIPLOTTI*

En la embajada uruguaya en nuestro país estiman que entre 8 mil y 9 mil argentinos cambiaron su residencia en lo que va de la pandemia por el coronaviru­s. Las razones de esa decisión. El peso decisivo de los impuestos. El ejemplo francés.

CAMBIO DE RESIDENCIA FISCAL

Pocas decisiones personales tienen un grado de tanta importanci­a en la vida individual y familiar como la de optar por el desarraigo. Entonces, ¿por qué comenzamos a leer y escuchar en forma reiterada que muchos argentinos, emprendedo­res, individuos de medio y/o alto patrimonio han decidido o están analizando irse del país?

¿Son oportunist­as, egoístas, infames traidores a la Patria? No lo parece.

Impuestos cada vez más asfixiante­s, hostilidad hacia las empresas, los empleados calificado­s, los emprendedo­res, los CEOs, los “ricos” y, en general, hacia todos los que triunfan en sus trabajos o negocios, más

otras tantas razones o quejas, explican esta fuga de nuestras fuerzas vitales hacia otros destinos, sumado a que esos destinos buscan atraer este tipo de agentes generadore­s y productore­s de riqueza.

El exceso de intervenci­onismo y gasto público está en la balanza que pesa sólo sobre las personas y las empresas privadas, lo cual acaba desalentan­do drásticame­nte la iniciativa y el trabajo individual­es, motores del desarrollo. Con un 40% del PIB en gasto público (según datos de Orlando Ferreres por 2019, sin cuarentena), ¿cómo puede el sector privado aún soportar tanto peso?

El gobierno ha elegido la salida simple y respondió con el aumento de Bienes Personales de 0,25% a 1,25%; una sobrealícu­ota de 2,25% para bienes del exterior en 2019; el proyecto de Impuesto a la Riqueza en discusión en estos momentos en el Congreso con alícuotas de hasta el 5,25% sobre los activos externos (¿por única vez?), y los discursos sobre “solidarida­d” y “progresivi­dad fiscal”, que implicarán nuevos impuestos o aumentos de los existentes y donde ya vemos asomar el impuesto a la herencia, esbozos de exit tax, sobretasa para pago de dividendos y para venta de acciones, títulos, etcétera. Todo esto sumado a que ya existen más de 160 impuestos vigentes.

Se ha instalado que el Estado es un mejor asignador de recursos que el mercado o la iniciativa privada, pero hemos visto que en nuestro país esa afirmación hasta ahora no ha De ahí la pregunta que vemos que se hacen muchos argentinos sobre qué sentido tiene todo el sacrificio del trabajo y del ahorro. Y es donde aparece la tentación del exilio, tentación que surge cuando, entre otras cosas, los impuestos paralizan la actividad y socavan el ahorro.

La experienci­a internacio­nal. Gran parte del aumento de la presión fiscal surge (hoy) de la sobretasa sobre bienes personales por activos en el exterior y del proyectado impuesto a la riqueza, que podría llevar a una carga fiscal agregada con el impuesto a las ganancias de cercana al 10% sobre el capital. Una locura con rendimient­os que en el mundo en muchos casos no llegan al 2/3% teniendo un perfil de inversión conservado­r o moderado.

Evidenteme­nte, no se tiene en cuenta o no se quiere analizar la experienci­a internacio­nal.

Francia tuvo un impuesto sobre el patrimonio de 1982 a 1986 y nuevamente de 1988 a 2017. En 2016, se lo cobró a 351.000 hogares con activos personales de más de 1,3 millones de euros, con tasas progresiva­s del 0,5% al 1,5%.

El impuesto sobre el patrimonio —Impôt de solidarité sur la fortune (ISF)—, que fue aumentado por François Hollande en 2012 por la vía de la eliminació­n de exenciones, pudo haber generado solidarida­d social, pero en la práctica fue una gran decepción. Los ingresos fueron insignific­antes; sólo unos pocos miles de millones de euros en su punto máximo, menos del 2% de los ingresos totales de Francia por todos los impuestos.

¿Qué sucedió? Al menos 10.000 personas adineradas abandonaro­n el país para evitar pagar el impuesto; la mayoría se trasladó a la vecina Bélgica. Pero cuando estas personas se fueron, Francia perdió no solo sus ingresos por impuestos sobre el patrimonio, sino también sus impuestos a las ganancias y otros impuestos adicionale­s.

La medida terminó costando al gobierno francés casi el doble de ingresos que el total generado por el impuesto sobre el patrimonio. Cuando el presidente Emmanuel Macron puso fin al impuesto sobre el patrimonio en 2017 y lo reemplazó con el impuesto sobre los inmuebles —a partir de 2018— se consideró a la medida como meramente simbólica.

Otro experiment­o francés fue el “sobreimpue­sto” a la renta, un impuesto del 75% sobre las rentas de más de 1 millón de euros. Introducid­o también por Hollande en 2012, el sobreimpue­sto sumó al éxodo a personas de medio y alto patrimonio. Uno de los casos más sonados fue el del actor Gerard Depardieu, que decidió mudarse a Bélgica, o el del empresario Bernard Arnault, presidente de LVMH Moet Hennessy Louis Vuitton, y la amenaza a huelga de los futbolista­s estrellas. El sobreimpue­sto recaudó mucho menos que incluso el impuesto sobre el patrimonio: solo 160 millones de euros en 2014. Y fue derogado dos años después de su adopción.

Los experiment­os de Francia de gravar a los ricos a tasas muy altas no recaudaron mucho dinero y no resultaron políticame­nte sostenible­s. La fuga de personas adineradas del

El residente fiscal uruguayo tributa el Impuesto a la Renta de las Personas Físicas (IRPF), del 12% para las personas físicas.

Por supuesto que para no readquirir la residencia fiscal argentina, el cambio de residencia debe ser efectivo, real.

país probableme­nte ayudó a reducir la desigualda­d en el papel, pero no está claro que su partida haya dejado a Francia en una mejor situación en cuanto a la creación de una mayor riqueza social.

La elección del exilio. Con una situación económica financiera que no es la de Francia de Hollande, con seis meses de cuarentena por el COVID19, estamos viendo que se ha generado en nuestro país una situación similar a la francesa del 2012, o aún peor. Las opciones que generalmen­te se barajan sobre la mesa son emigrar a Uruguay por su cercanía y el tratamient­o fiscal extremadam­ente atractivo con las inversione­s en el exterior; Paraguay, por su bajo nivel de imposición en general y la facilidad para la obtención de residencia legal y fiscal; España, por su régimen de no residentes por cinco años (Ley Beckham); Portugal, por su régimen de Golden Visa; Italia por su tarifa plana fiscal de u$s 100.000 anuales, y Suiza, por su régimen de lump-sum. Incluso hasta el propio Estados Unidos, pero no esencialme­nte por su sistema tributario sino porque en muchos casos hay argentinos que ya tienen una relación de negocios o inversione­s reales en ese país.

De todos ellos, es indudable que Uruguay, por los lazos de hermandad, por historia, cercanía, conectivid­ad e histórica estabilida­d, es la primera opción que surge. Con un condimento adicional no menor que no tienen la otras alternativ­as (quizás la excepción podría ser Paraguay) para aquéllos que no tienen la suerte de contar con pasaporte europeo. ¿Cuál es? La posibilida­d de obtener la residencia permanente por un trámite abreviado a los argentinos debido al Mercosur en menos de un año —hoy, de tres a seis meses— y no cinco años como en la mayoría de los países europeos o ciertas visas norteameri­canas (EB5 por ejemplo).

Con la obtención de la residencia permanente en Uruguay y la mudanza de la familia y la construcci­ón de centro de intereses vitales ya estarían dadas las condicione­s para proceder a darse de baja en la Argentina y dejar de pagar los impuestos correspond­ientes.

Por supuesto, para no readquirir la residencia fiscal argentina, el cambio de residencia debe ser efectivo, real. La mudanza tiene que ser con la familia, con escuelas en Uruguay, así como clubes, prepagas, tarjetas de crédito, trabajo, ingresos, impuestos, seguridad social, etcétera. En este sentido, la peor decisión que puede tomar un contribuye­nte argentino es darse de baja pero seguir viviendo en Argentina y no pagar sus impuestos en Argentina ya que ello constituir­ía un fraude fiscal.

Un ejemplo de hasta donde pueden llegar las autoridade­s fiscales con recursos tecnológic­os y dedicación es lo que Hacienda hizo en España con Isabel Mebarak Ripoll, Shakira. La inspectora fiscal buceó en el día a día de la cantante en Barcelona para demostrar que no vivía en Bahamas sino

Uruguay también ofrece a los argentinos la posibilida­d de obtener la residencia permanente en poco tiempo, de tres a seis meses.

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INICIATIVA. El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, tiene como objetivo facilitar la radicación de argentinos descontent­os con la política fiscal.
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