Ricardo Hausmann
Cómo planificar la resiliencia a la crisis
EL REBOTE ECONÓMICO
Cuando arrojamos una pelota de tenis al piso, rebota. Pero si tiramos una copa de vino, se hace trizas. Las economías de muchos países están en caída libre. ¿Rebotarán o se harán añicos? ¿Qué se puede hacer para garantizar una recuperación sólida?
Una manera de pensar las consecuencias aparentemente dispares de las crisis anteriores es considerar tres causas de variación: la magnitud del shock económico, la resiliencia con la que responde la economía y las consecuencias políticas de la crisis.
El impacto económico de la pandemia es multifacético. Los confinamientos provocaron esencialmente un shock de oferta laboral (la gente no podía ir a trabajar) y un shock de demanda que afectó a las escuelas, las universidades, el turismo, el entretenimiento, los restaurantes y bares y cualquier actividad que requiera una interacción física. La imposibilidad por parte de los hogares y de las empresas de pagar el alquiler, cumplir con los créditos, pagar salarios y abonar impuestos desató una cascada de cierres de empresas, pérdidas de empleos, cesantías, quiebras y un incremento de los déficits fiscales.
Los países difieren drásticamente en la efectividad epidemiológica de sus medidas de salud pública. Los confinamientos draconianos en América latina y Sudáfrica han sido menos efectivos en general que en Europa. Varios factores pueden entrar en juego: la estructura, tamaño y espacio de los hogares; las características del sector informal, del transporte y del comercio minorista, y las prácticas sociales.
Otras dos dinámicas afectan a los países de manera diferente: la caída de los ingresos extranjeros (debido a un menor volumen de exportaciones, turismo y remesas) y el acceso al financiamiento internacional.
Los países no sólo difieren en el tamaño de estas crisis sino también en su capacidad para hacerles frente. Algunos países han movilizado recursos fiscales sin precedentes para apuntalar a hogares, empresas y bancos. Otros no han tenido suficiente espacio fiscal. Algunos países tienen tipos de cambio flotantes y bancos centrales creíbles, lo que les permite llevar a cabo una política monetaria independiente, reducir las tasas de interés e implementar un alivio monetario cuantitativo.
Para reducir el período en el cual la actividad económica resultará restringida por los confinamientos y el distanciamiento social, los países necesitan actuar ahora para garantizar el acceso a vacunas y desarrollar sus estrategias de vacunación.
En cuanto a la política fiscal, los países tienen que planificar un mayor respaldo masivo a la economía en 2021 y un paquete de recuperación económica post vacuna.
Para lograr todo esto, la política tiene que desempeñar un papel constructivo. A menos que haya un liderazgo efectivo, será poco lo que pueda rebotar.
En cada país, sus instituciones financieras deberían estar creando fondos de capital privado para invertir en compañías prometedoras con balances deteriorados por la crisis.