Cómo cambiar la Argentina de la desconfianza
Los políticos y los empresarios se miran de reojo. En el último Coloquio de IDEA confluyeron bajo una misma consigna: ¿Qué país queremos ser? Las respuestas no siempre coinciden. Cuáles son las políticas a implementar para salir de la crisis.
Los escenarios de crisis disparan siempre preguntas, impulsan la imperiosa necesidad de hallar respuestas. En el caso de la Argentina hace tiempo ya que circulan visiones y proyectos que se entrechocan, como si cada facción en pugna creyera tener la única llave que abre las puertas de un futuro promisorio que nos espera, allá adelante.
Construir un país es una labor esforzada que demanda tiempo. Reconstruirlo es, tal vez, algo mucho más arduo. Nos hemos dado cuenta los argentinos de que, finalmente, no estábamos condenados al éxito. Con el carro en medio del lodazal campea la sensación, casi una certeza, de que las fuerzas no tiran todas para el mismo lado.
El último Coloquio de Idea, desarrollado bajo la modalidad virtual, tuvo como eje una pregunta clave: ¿Qué país queremos ser? La respuesta decantará con el paso del tiempo. Por lo pronto, queda claro que todos los participantes quieren ser más parecidos a Suecia que a Zimbabwe, aunque la diferencia radica, y no es poco, en cómo llegar a destino.
Entrelazados, los discursos muestran lo ya sabido: todos enfocan el mismo problema desde diferente ángulo. Para muestra basta un ejemplo: el presidente de la Nación considera un acierto regular el mercado de las telecomunicaciones porque, asegura, lo democratiza y garantiza la competitividad entre grandes y chicos. Los empresarios, en cambios, creen justamente que la regulación termina por maniatar al mercado, que es el escenario adonde naturalmente debe darse la competitividad a partir de la variable precios.
Quizás tengamos un futuro venturoso allá adelante. Por ahora las partes parecen estar lejos de conciliar
proyectos. Es probable que el lector no lo sepa, no tiene por qué saberlo, pero para un periodista lo más rico de eventos como el Coloquio de Idea no está dado en las mesas organizadas ni en los discursos ensayados. Lo sabroso es el diálogo de pasillo, el café con el economista-empresariopolítico-sindicalista, el dato que llega a la pasada como en un susurro, la charla con los colegas. A todo eso lo barrió la virtualidad. Por eso es que ante la frialdad de la distancia, de las exposiciones vía Youtube, frente a la aparente palabra aséptica, se impone la necesaria lectura entrelíneas.
En la apertura, Roberto Alexander, director de IDEA y gerente de IBM, resaltó que “queremos un país con empresas que innoven, que creen riqueza de manera sustentable, que den trabajo y nutran socialmente”. Y agregó: “Yo sé qué hay una desconfianza hacia los empresarios. Pero les puedo asegurar que somos muchos, una mayoría, los que ponemos toda nuestra energía y vocación para que nuestro país crezca”.