Tres alternativas para la crisis de siempre
¿Autopista, pantano o iceberg? La importancia del nuevo acuerdo con el FMI. Los desafíos de Alberto Fernández para tranquilizar la economía. Los problemas de las empresas y de los trabajadores.
¿Autopista, pantano o iceberg? La importancia del nuevo acuerdo con el FMI. Los desafíos de Alberto Fernández para tranquilizar la economía. Los problemas de las empresas.
DIFICULTADES RECURRENTES
Estamos en un contexto de crisis similar a las que ocurrieron desde los ´70. La tuvieron los peronistas en 1975, los militares en 1982 y 1983, los radicales desde 1988, Menem en 1989 y 1990, la Alianza desde 2000, Cristina en su segundo mandato y Macri desde 2018.
Acecha una vez más el problema de las crisis recurrentes cuyas causas de fondo no vamos a discutir en estas breves líneas. Parecería que el desequilibrio es la constante de nuestra evolución desde que perdimos el rumbo; tal como lo plantea Pablo Gerchunoff, desde principios de los ´70.
El ministro Martín Guzmán quiere tranquilizar la economía, no es lo que se percibe en el sistema económico. No haremos leña del árbol caído, pero cuesta ver que con este equipo económico se pueda revertir la situación que estamos viviendo. La renovación principal es de la conducción política en un nuevo estilo y orientación. Pareciera que no hay un plan claro, ni ideas innovadoras, ni equipo que esté a la altura de los acontecimientos.
Sin pandemia, hubiese sido un año más, quizás con una recesión leve pero el Covid lo alteró todo y sacó a relucir el déficit de gestión económica como también la inoperancia sanitaria.
Las expectativas económicas son adversas y el clima de inversión
muy hostil. La inversión respecto al producto se encuentra en valores mínimos históricos. En efecto, la inversión es clave para impulsar el empleo, variable crucial de la economía.
En relación a la inversión Vaca Muerta, no puede arrancar bien con estos niveles de becha cambiaria y el precio del petróleo bajo aún. Actualmente se quiere impulsar el Plan Gas para activar la producción.
La cuestión cambiaria domina la escena. Es la caja de resonancia de problemas de fondo. Sin consensos no hay valor posible para un tipo de cambio estable. De hecho, aún no hay un acuerdo por un dólar real más alto, si bien es la aspiración del Presidente.
Respecto al escenario probable post pandemia, no se dispone de un 2003 expansivo como el que protagonizó Néstor Kirchner en el superciclo de materias primas (sería la “autopista”). Lo que se espera es más bien “pantano” y dificultades típicas de los ‘80. El escenario económico de disrupción violenta del sistema (“iceberg”) es una posibilidad, pero todavía hay margen para la reforma.
En el gobierno hay esperanza respecto al segundo trimestre del año próximo, donde se espera un flujo importante de dólares para fortalecer reservas. El efecto del clima en el campo es relevante para explicar los volúmenes de la nueva cosecha en un contexto de precios internacionales interesantes por la devaluación del dólar. La cosecha se torna muy clave por el aporte de los dólares para mitigar la presión cambiaria.
La inflación no se ha disparado, está contenida por controles diversos. Las paritarias al 28% ayudan a la estabilidad de precios. El salario real se derrumba. Habrá reducción del ingreso real de los jubilados. Este tema es una convicción de Guzmán con la que comenzó a operar en el verano cuando asumió el peronis
El déficit primario ideal de 2021 sería de 3%. El 4,2% del presupuesto luce poco ambicioso.
mo. Nunca lo van a reconocer.
Por ahora no hay corrida bancaria, la corrida es cambiaria. No se tocan los depósitos en dólares, dice el jefe de gobierno en una frase, como mínimo, curiosa. Si bien han caído a la mitad los depósitos que están en divisas, de 30.000 millones a 15.000, sabemos que el sistema está sólido con encajes en el Banco Central y contrapartida de los dólares depositados en negocios de exportación en dólares. Los bancos están con buenos niveles de liquidez. El sistema, a diferencia de 2001, está sólido.
El Merval no ha mejorado, es toda una señal. Los activos argentinos cayeron 40%, lo cual no ocurrió en el resto del mundo. A su vez, desde 2018 no se pueden colocar bonos en el exterior. Por otro lado, cayeron los bonos lo que es contraintuitivo después de un canje de la deuda relativamente exitoso.
Las utilidades del Banco Central se usaron y se usan para financiar las necesidades fiscales de la pandemia. El mercado espera poca inflación para 2021, entre 40 y 60%, pero podría ser mucho mayor dada la actual y esperada emisión de pesos.
El Fondo está con nosotros una vez más y se espera un arreglo constructivo desplazando los vencimientos que quedaron muy cerca y enormes en el acuerdo de Mauricio Macri. El FMI no puede fracasar con Argentina porque prestó demasiado de forma imprudente y se comprometió mucho con Macri quizás por consejo de Trump.
El déficit primario ideal de 2021 sería de 3%. El número del presupuesto en 4,2% luce poco ambicioso. El déficit fiscal es el ancla del sistema, un número que el Fondo seguramente va a orientar a que sea exigente. Esto es una mala noticia para los arquitectos de la campaña electoral que demandarán más keynesianismo fiscal.
De acuerdo con Guzmán, el gasto público no es reducible. Ciertamente es un tema estructural para corregir y es clave para asegurar la sustentabilidad fiscal que plantea siempre el ministro, lo cual es una contradicción en su pensamiento.
Respecto al contexto internacional, la discusión de Estados Unidos contra China ha reducido el déficit de balance comercial estadounidense; no sabemos si es mérito de Trump pero ocurrió en su mandato. La Fed quiere que la inflación norteamericana esté en 2% anual promedio, van a intervenir para lograrlo. Esto deriva en un contexto de gran liquidez que seguramente no podremos aprovechar.
En definitiva, para las empresas un contexto muy difícil. Entre colisión con el iceberg, pantano o autopista parece que estamos en modo pantano, pero en estas semanas nos jugamos buena parte del partido.
La demanda por mayor liderazgo político del Presidente es clara. Pocos gobiernos comenzaron mal pero pudieron encontrar el rumbo. Recordemos a Carlos Menem, que influyó por su mala imagen en la primera hiperinflación y fue responsable por gestión deficiente de la segunda. Finalmente pudo encontrar un sendero de bienestar con claroscuros.
Pareciera que Alberto Fernández está falto de ideas de futuro, de equipo y de vocación de conducción. La pandemia condiciona totalmente la política porque influye de lleno en la actividad económica. Un pacto de
No se produjo un estallido social pero el tema es sensible y ayuda mucho que el peronismo esté en el poder.
los dos espacios políticos para atacar la pandemia en la que venimos perdiendo por goleada sería relevante; es la visión del ex ministro de salud Rubinstein, que parece razonable.
Presentamos una serie de puntos para el debate, cada uno es mucho más amplio en sí mismo para la reflexión.
El gabinete se observa muy desgastado. Guzmán está empoderado, pero hay que ver cómo lidera, no tiene experiencia en gestión de crisis. Sería bueno una renovación del equipo.
En el plano político, esta crisis puede desgastar la marca indestructible del peronismo, como le ocurrió a la UCR con el fracaso económico de Alfonsín y de la Rúa. En efecto, con la devaluación se puede perder gobernabilidad, es el gran tema de debate. Macri tuvo en este punto una gran fragilidad.
El Presidente sigue con su estilo ambiguo, con doble discurso. Es todo un tema para los tres años que quedan de gestión, parecen una enormidad. No existe albertismo. Fernández, a diferencia de Néstor Kirchner, no quiere construir poder.
Los dirigentes políticos están con bastante imagen negativa. Les pasa a casi todos, menos a Larreta y Vidal, entre otros que aún miden bien. A su vez, CFK actúa en sus causas y con intervenciones selectivas en Economía, con un poder indiscutido por los votos del tercer cordón del conurbano.
La Cámpora, que surgió por la crisis de la 125, está funcionando muy bien, conoce el Estado y ocupa puestos claves. Es ideológica y atrasa con su reivindicación de lo peor de los ´70. Quiere llegar al poder en las elecciones de 2023, quizás con su líder apoyado por su madre.
El 17 de octubre fue un acto desaprovechado para renovar la política. Cristina no acudió, no sigue a Perón. Para ella el día clave es el de la muerte de Néstor. El peronismo se estructuró en base al movimiento obrero organizado y ahora los obreros fueron sustituidos en parte por los receptores de planes sociales.
La elección de medio término será tensa entre una oposición orgánica, polarizada en parte, con poco para discutir de economía por su mala gestión, y el oficialismo debilitado.
Hasta ahora no se produjo un estallido social pero el tema es sensible y ayuda mucho que el peronismo esté en el poder. No hemos tenido los saqueos de 1989 y del 2001. El peronismo es garantía de paz social, aunque se encienden alarmas por la inseguridad y la toma de tierras.
La coalición opositora posee internas, pero básicamente está unida. Es clave para moderar las tendencias autoritarias y bolivarianas de parte del oficialismo. Es importante que la oposición se corra al centro y sea dialogante. Ese es el estilo de Larreta, que puede ser presidente si fracasa Fernández. Macri volvió a la escena de la opinión pública, admitió errores (más bien poco) y parece que quisiera estar activo en el sistema político.
Los banderazos sin dueño ilusionan a Juntos por el Cambio. Fue una suerte de rechazo a la 125 en modo urbano. El contexto internacional es complejo. Chile sigue tenso, Colombia no se encarrila, Venezuela
La pandemia alteró todo y sacó a relucir el déficit de gestión económica como también la inoperancia sanitaria.
La cuestión cambiaria domina la escena, pero es la caja de resonancia de problemas de fondo.
es un estado fallido, estable por ser dominada por militares socialistas y corruptos aliados con una Cuba siempre decadente. Brasil con un Bolsonaro más firme que no pierde oportunidad de desafiarnos y criticarnos. Bolivia otra vez con el MAS en el poder. Es un ejemplo alternativo de socialismo del siglo 21 distinto a Venezuela, aunque con buena dosis de autoritarismo en las prácticas políticas de Evo Morales.
Uruguay seduce, siendo un país más institucional que ofrecía muy poco a fines del siglo pasado y que en el siglo 21 se encamina mejor. Perú es pobre y con presidentes corruptos, pero crece con estabilidad. Muchos países de la región están con problemas y por si fuera poco llegó el Covid. Se define el partido en estos meses en nuestro país, es clave que el Presidente asuma un liderazgo constructivo que no mire al pasado.