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Europa debe hacer frente a Hungría y Polonia

- Geroge Soros

UNIóN EUROPEA

Hungría y Polonia han vetado el presupuest­o de 1,15 billones de euros (1,4 billones de dólares) por siete años propuesto por la Unión Europea y el fondo de recuperaci­ón europeo por 750.000millone­s de euros. Ambos países serían los más beneficiad­os por ese presupuest­o, pero sus gobiernos se oponen tenazmente a la condiciona­lidad basada en el respeto del Estado de Derecho, que la UE aprobó a instancias del Parlamento Europeo. Saben que están cometiendo violacione­s flagrantes en tal sentido, y no quieren pagar las consecuenc­ias.

El rechazo del primer ministro húngaro Viktor Orbán y, en menor medida, del gobernante de facto de Polonia, Jarosław Kaczy ski, no es tanto al concepto abstracto de Estado de Derecho, cuanto al hecho de que para ellos supone un límite práctico a la corrupción personal y política. El veto es una jugada desesperad­a de dos infractore­s seriales.

Es también una medida inédita, que se produjo en medio de un peligroso aumento de casos de COVID-19 en Europa y generó confusión entre los representa­ntes de otros países de la UE. Pero superada la conmoción, un análisis más minucioso revela que hay un modo de eludir el veto.

Las normas referidas al Estado de Derecho han sido aprobadas. Si no hay acuerdo sobre un nuevo presupuest­o, el anterior (que caduca a fines de 2020) se extiende por un año. Y conforme a este presupuest­o, Hungría y Polonia no recibirán desembolso­s, porque sus gobiernos violan el Estado de Derecho.

Asimismo, el fondo de recuperaci­ón, llamado Next Generation EU, se puede implementa­r usando un procedimie­nto de cooperació­n mejorado, como ha propuesto Guy Verhofstad­t. Si la UE elige este camino será posible eludir el veto de Orbán-Kaczy ski. La cuestión es si la UE (tal vez liderada por la canciller alemana Angela Merkel) podrá reunir la voluntad política necesaria.

Soy un defensor decidido de la UE como modelo de sociedad abierta basada en el Estado de Derecho. Por mis orígenes como judío húngaro, me preocupa particular­mente la situación en Hungría, donde he estado activo en el área de la beneficenc­ia por más de treinta años.

Orbán ha construido en Hungría un elaborado sistema cleptocrát­ico con el objetivo de esquilmar al país. Es difícil calcular cuánto se han enriquecid­o sus familiares y amigos, pero muchos de ellos se han vuelto extremadam­ente ricos. Ahora, Orbán pretende usar la nueva ola de COVID-19 para modificar la Constituci­ón de Hungría y la ley electoral (una vez más) y convertirs­e en primer ministro vitalicio en forma constituci­onal; esto es una tragedia para el pueblo húngaro.

Daré algunos ejemplos de los latrocinio­s de Orbán contra el pueblo húngaro. Ha transferid­o enormes sumas de dinero público a diversas fundacione­s privadas que están bajo su control indirecto. Ahora, mediante un astuto truco constituci­onal, quitará esos activos para siempre de la esfera pública, de modo que para devolvérse­los al pueblo húngaro, se necesitarí­a una mayoría de dos tercios en el Parlamento. Se trata de un total de casi

La UE no puede ceder en lo referido a sus normas sobre el respeto al Estado de Derecho. De cómo responda dependerá su continuida­d como sociedad fiel a sus valores fundaciona­les.

2800 millones de dólares.

En una serie de transaccio­nes fraudulent­as, empresas cercanas a Orbán gastaron casi mil millones de dólares en la compra de más de 16 000 respirador­es para Hungría, lo que supera con creces la cantidad de camas en salas de cuidados intensivos y de personal médico que pueda manejar esos equipos. Un análisis de datos de comercio internacio­nal muestra que Hungría fue el país de la UE que más pagó a China por respirador­es (en algún momento llegó a pagar más de cincuenta veces la cifra de Alemania).

Una de estas empresas también obtuvo una orden de compra de Eslovenia, cuyo primer ministro, Janez Janša, es un estrecho aliado político de Orbán. Es necesario que la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) investigue la posibilida­d de que la UE haya sido víctima de defraudaci­ón. Y también merece investigac­ión el reciente contrato para la compra de la vacuna rusa, con el que Hungría será el primer país europeo en usarla.

En tanto, Orbán busca eludir la rendición de cuentas por estas acciones y está tomando medidas para impedir que se repita lo sucedido en las elecciones municipale­s de 2019, cuando su partido Fidesz perdió el control del gobierno de Budapest y de otras ciudades importante­s. Está haciendo todo lo posible para privar a Budapest de recursos financiero­s, y vetó el pedido de la ciudad de un préstamo del Banco Europeo de Inversione­s para la compra de nuevos vehículos de transporte público compatible­s con el distanciam­iento social. Ya se prevé que el presupuest­o de Budapest para 2021 tendrá un faltante de 290 millones de dólares. Situacione­s similares se dan en otras ciudades cuyos gobiernos municipale­s no están bajo control de Fidesz.

Los partidos de oposición de Hungría están haciendo un valiente intento de desafiar a Orbán con la creación de una lista común de candidatos para la elección general de 2022. Pero sus chances de éxito son limitadas, porque Orbán puede cambiar las reglas con escaso aviso previo, algo que ya hizo varias veces. Ahora tiene la astuta intención de introducir los últimos cambios a la ley electoral en lo peor de la pandemia, con Budapest bajo toque

El veto al presupuest­o de 1,15 billones de euros de la UE por el primer ministro húngaro y el gobierno de Polonia es una jugada desesperad­a de dos infractore­s seriales.

de queda y con soldados patrulland­o las calles.

Además, Orbán tiene un dominio casi total sobre las áreas rurales, donde reside la mayor parte de la población. Controla la informació­n que reciben, y en muchos pueblos el voto no es secreto. Un triunfo de la oposición es prácticame­nte imposible.

La única que puede ayudar es la UE. Un modo de hacerlo, por ejemplo, es transferir sus fondos directamen­te a las autoridade­s municipale­s, donde todavía hay en Hungría una democracia en funcionami­ento, a diferencia de lo que ocurre en el nivel nacional.

La UE no puede ceder en lo referido a sus normas sobre el respeto al Estado de Derecho. De cómo responda al desafío de Orbán y Kaczy ski dependerá su continuida­d como sociedad abierta fiel a sus valores fundaciona­les.

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Geroge Soros*
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EN JAQUE. Los gobiernos de Hungría y Polonia se oponen a la condiciona­lidad del Estado de Derecho que la UE aprobó a instancias del Parlamento Europeo.

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