CONSENSOS BáSICOS
Intentar reducir la inflación con controles y acuerdos sólo logró postergar saltos inflacionarios, pero a costa de aumentar el piso de inflación y con costo en materia de crecimiento. La historia argentina es una prueba acabada, pero también lo es su presente: la inflación esperada para 2021 ronda el 45%, a pesar de que se anticipa una continuidad de medidas de control y congelamiento.
Para bajar la inflación sostenidamente, primero se requiere el consenso de que ella es un problema macroeconómico y que el gobierno debe resolverlo. Ese consenso debe abarcar un plan macroeconómico integral que sea consistente con el proceso de baja de inflación.
Así, la política macroeconómica debería tener un set de consensos básicos, que se sostengan en el tiempo, es decir, que el horizonte no sea un mandato presidencial. Este sería el prerrequisito para lograr credibilidad, y así lograr bajar las expectativas de inflación.
En cualquier plan la reducción del déficit fiscal debe tener un lugar central. La experiencia argentina muestra que el gasto público ha sido sistemáticamente más alto que los ingresos tributarios, a pesar de una creciente carga tributaria. Este déficit fiscal casi permanente, se financió con deuda (muchas veces insostenible), pero en gran medida con emisión monetaria excesiva.
En la transición, el foco tiene que ponerse en el proceso de ajuste y su impacto sobre precios, y en el financiamiento del déficit, un punto delicado ya que Argentina ha ido perdiendo fuentes de financiamiento. La política monetaria jugará un rol clave, con un Banco Central con libertad para lograr un objetivo principal: bajar la inflación.