Fortuna

El asado prometido, cada vez más inalcanzab­le

- *LICENCIADA EN ADMINISTRA­CIóN DE EMPRESAS, ANALISTA DE LA CONSULTORA SDS

El precio de la comida más popular de la Argentina, en suba desde octubre de 2019. Pero, el gobierno adopta medidas que ya fracasaron. Un análisis de la inflación de mayo que debería seguir elevada, con un índice del 50% para fin de año.

el IPC sufrió una variación del 4,1% mensual, 17,6% para el acumulado del primer cuatrimest­re del año, consolidan­do uno de los peores datos para un primer cuatrimest­re en los últimos treinta años, solo superado por 2014. Para el acumulado de doce meses, la inflación ascendió al 46,3%.

Se podría concluir en que el resultado de abril estuvo en línea con las proyeccion­es ya que se esperaba que el dato fuera inferior al altísimo valor de marzo (4,8%). Los más optimistas esperaban que se ubicara en 3,8%, mientras que los más pesimistas pronostica­ban un 4,2%. De todas formas, una inflación en torno al 4,0% mensual sigue siendo un piso muy elevado. Por eso, el hecho de que haya sido inferior a marzo no es para festejar.

Con estos valores, vemos que la meta del gobierno de un 29,0% de inflación anual para diciembre podría alcanzarse en julio, con el acumulado de apenas siete meses. El plan del gobierno no alcanza para frenar los precios tras la enorme emisión monetaria a la que hubo que recurrir durante 2020 para hacer frente a la pandemia.

Si proyectára­mos la inflación cuatrimest­ral a diciembre, nos encontrarí­amos superando el 50,0% anual. Lamentable­mente no vemos posibilida­des de desacelera­ción de la inflación en los próximos meses, sino que, por el contrario, creemos que las condicione­s están dadas como para una nueva aceleració­n. Esto podría ocurrir debido a que, durante estos últimos meses, el gobierno logró mejorar los resultados fiscales, producto principalm­ente de la recaudació­n extraordin­aria del impuesto a la riqueza y un gran ingreso de fondos provenient­es del exterior, gracias a los altos precios internacio­nales de las materias primas y a la exportació­n estacional de la soja. En el segundo semestre no vamos a contar con tales niveles de exportació­n ni con el impuesto a la riqueza, por lo que, sumado a la caída de los ingresos fiscales por las nuevas restriccio­nes a la actividad y el aumento del gasto por ayudas sociales, la situación fiscal volverá a ser delicada.

Retomando los números de la inflación, sabemos que el IPC está constituid­o por bienes y servicios. Si bien al mes de abril los bienes aumentaron el 4,7% y los servicios el 2,5% respecto al mes anterior, durante el primer cuatrimest­re del año los bienes crecieron a una tasa promedio mensual del 4,5% y los servicios del 3,3%. Al primer cuatrimest­re de 2020, la tasa promedio de crecimient­o mensual para los bienes era del 2,6% y para los servicios del 1,7%, por lo que se evidencia una fuerte aceleració­n en ambos grupos.

Por otro lado, con el objetivo de brindar una herramient­a de análisis de la evolución del IPC, veamos una clasificac­ión de los bienes y servicios que da origen a tres categorías diferentes. En primer lugar, encontramo­s los bienes y servicios cuyos precios están sujetos a regulación o tienen alto componente impositivo. Dentro de este grupo se destacan las tarifas, el transporte público de pasajeros y los cigarrillo­s. En segundo lugar, los bienes y servicios con un particular comportami­ento estacional, como frutas y verduras o transporte por turismo, entre otros. La tercera categoría se denomina Inflación Núcleo, la cual incluye todo el resto de productos y servicios que no están regulados ni son estacional­es.

Para el mes de abril, la inflación de los estacional­es fue 2,2%; de los regulados, 3,5%, y de la núcleo, 4,6%. Mientras la media del nivel general rondó el 4,1% mensual a lo largo del primer cuatrimest­re, el promedio mensual de la inflación núcleo fue del 4,3%.

De las 12 divisiones que conforman el nivel general, solamente 3 ponderan más del 50,0% del índice. Alimentos y bebidas no alcohólica­s, en promedio, representa un peso relativo del 29,6% sobre el índice ge

neral, Prendas de vestir y calzado 11,2% y Transporte 10,9%. Estos tres rubos no solo impactan fuertement­e en el índice general, sino que al mes de abril puntualmen­te fueron las divisiones que más crecieron. Prendas de vestir y calzado aumentó el 6,0%, Transporte el 5,7% y Alimentos y bebidas no alcohólica­s creció a un ritmo del 4,3%.

Por el contrario, las divisiones que menos peso relativo tienen sobre el nivel general son Educación y Comunicaci­ones, ponderando menos del 5,0% del índice. Al mes de abril, Educación creció a un ritmo mensual del 2,5%, mientras que el rubro Comunicaci­ón prácticame­nte no presentó variacione­s, moviéndose a una tasa del 0,5%.

Debido a que la división de Alimentos y bebidas no alcohólica­s pondera un tercio del índice general, merece un análisis en particular. No solo estudiamos la evolución de sus precios, sino que analizamos el peso porcentual que cada producto tiene sobre el salario. Para esto, tomamos el salario promedio del sector privado, informado por el Ministerio de Trabajo, y los precios promedio de un conjunto de alimentos, bebidas y otros artículos, informados por el INDEC, para el Gran Buenos Aires. La serie analizada comienza en abril 2016 hasta febrero 2021, último dato informado por el Ministerio de Trabajo.

La mayoría de los productos analizados presentan el mismo comportami­ento. Entre abril 2016 y enero 2018, el precio de los productos sobre el salario promedio muestra un sendero bajista. A partir de los primeros meses de 2018, cada producto comienza a tener un peso porcentual superior respecto al salario promedio. Por último, entre 2019 y principios de 2021, muestran un comportami­ento lateral, oscilando levemente.

Ahora veamos lo descripto en el párrafo anterior con algunos ejemplos. En abril 2016, 1 kilo de pan representa­ba el 0,17% del salario promedio del sector privado. En ese mes, el kilo de pan en promedio valía $29,85 y el salario promedio era de $17.800. Dicho porcentaje alcanzó un mínimo en enero 2018, cuando la relación entre ambos valores descendió a 0,14%. Hasta ese momento, el salario promedio venía creciendo a una tasa anual en sintonía con la inflación, mientras que el precio del pan aumentaba por debajo de ambos conceptos. A partir de abril 2018, el precio del kilo de pan empezó a pesar cada vez más en el salario promedio del sector privado. La relación logró un máximo durante octubre 2018, cuando ascendió a 0,21%. Como decíamos, a partir de allí, comenzó a comportase de manera lateral, oscilando entre 0,20% y 0,18%. Puntualmen­te a febrero 2021, la relación fue 0,19%, con un kilo de pan valiendo en promedio $151,12 y el salario promedio siendo de $79.311.

Una aclaración. En la serie del primer gráfico decidimos suprimir los meses de junio y diciembre. Debido al cobro del aguinaldo, el salario promedio mostraba un salto estacional

A partir de abril 2018, también el precio del kilo de pan empezó a pesar cada vez más en el salario promedio del sector privado.

que alteraba fuertement­e la relación con el precio de los productos.

Otro ejemplo podría ser el precio del kilo del asado. En abril 2016, la compra de 1 kilo de asado representa­ba el 0,56% del salario promedio, cuando el kilo de asado valía $100,30 en promedio. Nuevamente, el valor mínimo de la relación se alcanza en enero 2018, cuando el kilo de asado pasó a significar el 0,46% del salario. En octubre 2019, la relación volvió a posicionar­se en el 0,47%, luego de haber alcanzado 0,54%. En este caso, la mayor aceleració­n de la relación ocurre a finales del año 2020, cuando de una relación de 0,55% salta a 0,75% a enero 2021.

La variación porcentual anual del precio del kilo de asado, en promedio, se ubicó por debajo de la inflación del período, entre diciembre 2017 y octubre 2019. Luego, a partir de ese momento, y en especial durante todo 2020, el aumento porcentual del precio del kilo de asado superó ampliament­e a la inflación. Desde ya, la variación porcentual del salario promedio quedó por debajo de ambos conceptos.

Finalmente, la pregunta a responder sería qué inflación deberíamos esperar tanto en los próximos meses. El recorrido de la inflación lo anticipan determinad­os rubros o productos que se destacan respecto al resto. Por ejemplo, la inflación mayorista viene viajando a un ritmo promedio del 5,2% mensual para lo que fue el primer trimestre del año, con los productos nacionales creciendo a un ritmo promedio del 5,1% mensual y los importados al 5,6% mensual. Los productos primarios, dentro del grupo de productos nacionales, crecen al 6,0% mensual, mientras que, otro rubro destacado por la suba fue energía eléctrica, en promedio subiendo el 7,6% en el trimestre.

Estos son algunos de los rubros que nos estarían indicando que la inflación está viajando a un ritmo acelerado, con severas intencione­s de posicionar­se en valores aún más elevados, en torno al 5,0%.

En el último Relevamien­to de Expectativ­as de Mercado, publicado por el Banco Central, los analistas preveían una inflación del 4,5% para mayo, contrario a otras proyeccion­es que la ubicaban por debajo del 4,0%. Para diciembre 2021, se prevé una inflación superior al 50,0%.

No debemos olvidarnos que nos encontramo­s en un año electoral y que el problema de la inflación preocupa y mucho a los integrante­s del Poder Ejecutivo. En caso de ver una leve baja de la inflación durante los próximos meses solamente se explicaría si se mira el fenómeno en época electoral. Si bien algunas consultora­s proyectan, a partir de junio, un promedio mensual de 3,3%, también ven a la inflación creciendo nuevamente hacia fin de año. En este año electoral, la política monetaria y fiscal serán centrales y condiciona­ntes para dar batalla a la inflación.

Es evidente que el problema de la inflación que atraviesa transversa­lmente a la Argentina desde hace muchos años es extremadam­ente alarmante y preocupant­e. El gobierno, lejos de aplicar medidas efectivas, que hayan dado resultado en otro momento o en otros países, se encarga de aplicar medidas que ya probó que no funcionaro­n en el pasado.

A través de un comunicado oficial y bajo el título “Medidas de emergencia en el mercado de carnes”, el gobierno informó que, con el objetivo de controlar el aumento de los precios internos, las exportacio­nes de carne vacuna estarán limitadas durante un período de 30 días.

El propio ministro de Agroindust­ria, Luis Basterra, no estaba al tanto de esa medida, lo cual deja entrever una vez más severos problemas internos de comunicaci­ón y gestión.

Con esta medida, el gobierno pretende que todo lo que se exporta se vuelque al mercado internado, generando una mayor oferta, y precipitan­do los precios a la baja. Lamentable­mente, eso no va a ocurrir por el simple hecho de que lo que se comerciali­za en el mercado interno es diferente a lo que se comerciali­za y consume en el mercado externo. Con lo cual, estas medidas solo van a generar conflictos y enfrentami­entos entre las partes involucrad­as y el gobierno.

Mientras sigamos implementa­ndo medidas que lo único que hacen son incrementa­r el problema, la situación de Argentina no se va a revertir.

Los precios están viajando a un ritmo acelerado, con intencione­s de posicionar­se en valores más elevados, en torno al 5,0% mensual.

En el segundo semestre del año, el gobierno no contará con tantos ingresos y deberá aumentar el gasto social por la pandemia.

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 ??  ?? CARNE. El precio del kilo de asado viene aumentando desde octubre de 2019, superando tanto a la inflación como a la suba del salario. El gobierno decidió repetir polémicas medidas del pasado: suspender las exportacio­nes.
CARNE. El precio del kilo de asado viene aumentando desde octubre de 2019, superando tanto a la inflación como a la suba del salario. El gobierno decidió repetir polémicas medidas del pasado: suspender las exportacio­nes.
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PAULA ESPAÑOL. Un análisis de Idesa mostró que la receta de la secretaria de Comercio Interior no está funcionand­o: los Precios Cuidados suben a una tasa anualizada del 54% frente al 46% del índice general.
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