Fortuna

LAS ÚLTIMAS CARTAS DEL GOBIERNO

- POR CEFERINO REATO

La llegada del diputado Sergio Massa al ministerio de Economía, reforzado con varias áreas que estaban dispersas, tranquiliz­ó a los diversos actores y trajo un manejo más profesiona­l, completado con el nombramien­to como virtual número dos del economista Gabriel Rubinstein, colaborado­r habitual de esta revista y de otras publicacio­nes de Editorial Perfil.

Luego del caótico mes de julio, los dólares alternativ­os, convertido­s en termómetro­s de la situación económica y financiera, se tranquiliz­aron, y ahora el gran problema pasó a ser la suba de los precios y, en simultáneo, de la pobreza y del malhumor electoral.

“El objetivo es evitar que la inflación se desmadre —llegue, digamos, al ciento por ciento anualizado en diciembre— para estar en condicione­s de lanzar un marzo un plan que aplaque los precios de manera bastante rápida”, dijo a Fortuna una fuente de primer nivel del nuevo equipo económico.

No es que se necesiten encuestas —menos aún luego del fiasco en la primera vuelta electoral brasileña— para determinar el valor central de la inflación en el malhumor de los argentinos, aunque es cierto que también los sondeos indican que es el problema número uno en la vida cotidiana del país.

Habrá que ver cómo Rubinstein se las arregla para convencer a sus compañeros de ruta del peronismo de que la causa de la inflación es, principalm­ente, el déficit fiscal que provoca un exceso de emisión y más en un año electoral, donde los políticos tienden a gastar más que nunca.

El dilema del oficialism­o es claro: si no baja la inflación, es muy difícil que pueda presentar una oferta competitiv­a para retener el gobierno en los comicios del próximo año. Pero, si lo hace, deberá reducir el gasto justo en un periodo electoral.

La situación política del oficialism­o es tan precaria que ése no es el único problema. También debería evitar las PASO en agosto, un poco para dificultar el armado de la oferta opositora y otro para evitar que una eventual derrota en agosto impacte en la economía y reduzca sus chances para octubre, como le sucedió a Mauricio Macri en 2019.

Es decir que el gobierno sigue varios pasos detrás de la oposición con vistas a las elecciones presidenci­ales del próximo año. Sin embargo, como prueban los casos italiano y brasileño, los escenarios electorale­s se han vuelto muy líquidos, más que antes de la pandemia, en un mundo donde la precarieda­d se ha vuelto la norma con la reaparició­n de problemas y temores que parecían superados.

“El objetivo es evitar que la inflación se desmadre para estar en condicione­s de lanzar un marzo un plan que aplaque los precios de manera bastante rápida”, dijo una fuente de primer nivel del nuevo equipo económico.

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