LIBERTAD DE EXPRESIÓN BAJO AMENAZA
Primero fuimos a Santa Cruz de la Sierra con el equipo de Telefe Noticias –Lucio López (camarógrafo) y Jerónimo Loguzzo (asistente de cámara)–, para mostrar cómo se vivía en la tierra de Fernando Camacho (líder opositor a Morales). El 12 de noviembre llegamos a La Paz, en medio de las manifestaciones a favor de Evo Morales. Los accesos a La Paz estaban blindados por policías y militares. Evo Morales ya estaba en México y la senadora opositora Jeanine Áñez se autoproclamaba presidente. La gente protestaba y nosotros recibimos golpes de granadas en las piernas. Estábamos ahogados por el ardor de los gases en el pecho, con poco oxígeno por la altura. Con dificultad pudimos llegar hasta la casa de gobierno, donde estaba Fernando Camacho, a quien le grité si podía bajar para entrevistarlo. En la entrevista él me afirmaba que Bolivia estaba unida y yo le di mi impresión sobre haber visto todo lo contrario. Su respuesta fue desacreditarme y terminé siendo empujado por sus simpatizantes. Allí comenzó la persecución. Al día siguiente la nota ya estaba viralizada, y nuestra cobertura usada políticamente. En las redes sociales las noticias falsas sobre mi persona despertaron el odio de los opositores a Evo Morales. En las calles me gritaban: “¡Gaucho comunista, vete de mi país!”. Circulaban fotos de mis vacaciones en Cuba, con textos que afirmaban que era un agente castrista infiltrado y decían que habíamos obligado a la gente a tirarse al piso para simular incidentes. Las coberturas fueron cada vez más complejas. Lo peor llegaría el jueves, cuando la ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga, ensayó una amenaza hacia la prensa internacional diciendo que nos acusarían de sedición y mi nombre encabezaba la lista. (La pena por sedición va de uno a tres años de cárcel). Gracias a la gestión de mis compañeros de Telefe en Buenos Aires con la Cancillería nos enteramos de que me “estaban cazando” y nos teníamos que ir. El grupo Alacrán, de la Gendarmería Nacional, nos sacó del hotel y nos puso a resguardo en la embajada. Después vivimos momentos angustiantes y amenazas en el aeropuerto de La Paz. El viernes a las 17 llegamos a Ezeiza. A pesar de todos los riesgos que vivimos estamos orgullosos del trabajo desempeñado, porque jamás negociamos ni negociaremos nuestros principios de libre expresión.