“LA GENTE TEME UN GOBIERNO RACISTA”
Medianoche. Aeropuerto de El Alto, La Paz. Acabamos de llegar, pero nos dicen que no se puede ir a ningún lado. Los caminos hacia la ciudad están bloqueados. Logramos salir con un grupo de diputados bolivianos. Vamos en un mini bus con las cortinas cerradas, para amortiguar los piedrazos. Horas después salimos rumbo a la ciudad, escoltados por seis camionetas militares y una tanqueta. Tardamos una hora y media esquivando barricadas y piquetes de vecinos con palos que buscan evitar saqueos. Los vecinos aplauden a los militares.
Mediodía. Centro de La Paz. Una joven se desprende de una manifestación contra el nuevo gobierno y nos acusa de no mostrar lo que está pasando en Bolivia. Le decimos que no tenemos ningún problema en mostrar nada. Nos lleva a una reunión de “ponchos rojos”, los caciques. Nos dejan grabar sus proclamas. Temen un gobierno racista, porque vieron a policías quemar la wiphala, la bandera de reivindicación de los pueblos originarios, una de las dos banderas oficiales de Bolivia. Llevan bolsas con hojas de coca e instrumentos de cuerno para convocar a su gente. Nunca vi nada así en Argentina.
Media tarde. Centro de La Paz. Un camarógrafo argentino que vive en La Paz nos insulta, nos saca fotos y nos sigue. Luego, una simpatizante del gobierno nos acusa de no decir la verdad. Discutimos. Al día siguiente, un diario oficialista nos acusa a los periodistas argentinos de manipular a la gente. Por la tarde, una ministra nos acusa de sedición. La Cancillería argentina pide por nosotros, pero nos recomiendan refugiarnos en la Embajada. Media tarde. En el Alto, afueras de La Paz, dos millones y medio de personas deambulan a pie o en bicicleta, se juntan en asambleas improvisadas, dicen que sus lideres los vendieron. Algunos piden por Evo; otros no. Todos temen un gobierno racista. La gente llora.
Medianoche. Embajada argentina en La Paz. Nos dicen que es hora de salir rumbo al aeropuerto. El operativo es secreto y no conviene que demos detalles. Por si nos disparan, nos escriben en los brazos con marcador indeleble nuestro grupo y factor sanguíneo. Media mañana. Aeropuerto de La Paz. Antes de embarcar, un partidario del gobierno me amenaza de muerte.