AGUA PARA VIVIR
NICOLÁS WERTHEIMER estudió Medicina sin saber bien a qué se iba a dedicar. Preocupado por la salud, cambió el estetoscopio por un filtro de agua y hoy trabaja para mejorar la calidad de vida de miles de personas en todo el país.
Es médico. Aunque hoy sólo ejerce la profesión en situaciones excepcionales, quizás con algún miembro de su familia o si alguien necesita asistencia en las comunidades que visita. Nicolás Wertheimer (31) estudió en la Universidad Austral, siguió su formación en Filadelfia (Estados Unidos) y Estocolmo (Suecia). Y trabajó en el Hospital Municipal de Vicente López, donde descubrió hacia dónde iría su carrera. “Me preocupaba recibir en el consultorio chicos con enfermedades que podrían haber sido prevenidas, muchas de las cuales tenían que ver con el mal uso o la contaminación del agua”, dice. Esta problemática lo puso en movimiento: tenía que hacer algo. Había visto la foto de dos niños africanos tomando agua de un charco, pero no estaba sucia, sino transparente. Esa imagen lo impactó tanto como descubrir –a partir de sus viajes– que lo mismo que veía en África es lo que se vive en comunidades de la selva misionera o el monte santiagueño, entre otros lugares.
Casi sin que se diera cuenta, el camino se fue abriendo. Llegó a una localidad perdida en Chaco junto a un grupo misionero de un colegio. “Vi cómo impactaba la mala calidad del agua en la sociedad”, recuerda y sigue: “Vi el agua que tenía color y me encontré con que algo que yo veía en el hospital esas personas lo padecían a diario”. De esa travesía recuerda los ojos de la gente viendo cómo cambiaba el color del agua.
Antes de seguir con la charla remarca un dato que lo movió a la acción: dos de cada cinco muertes en niños menores de cinco años son ocasionadas por diarrea, y una causa importante de esta