Gente (Argentina)

LAURITA FERNÁNDEZ. A días de su debut protagónic­o en Inconviven­cia, habla de todo: amor, matrimonio y maternidad.

“Finalmente hoy, más libre, segura y serena, puedo elegir a conciencia lo que quiero vivir”

- Por Sebastián Soldano. Fotos: Christian Beliera y gentileza Kuarzo.

En ShowMatch aprendió a hacerse “inmune a las críticas”. Sugar le dio “confianza en mí misma”.

Junto a Nico Cabré entendió “cuánto vale la

intimidad y un buen abrazo”. A días del estreno de Inconviven­cia –la miniserie dramática que protagoniz­ará para Telefe/Flow–, traza un paralelo con su historia de amor de año y medio.

Cómo es la casa que construyen juntos. La vida de socios en un emprendimi­ento comercial. Por qué sufrió un ataque de pánico. Y cuáles son y cómo supera las diferencia­s en la pareja.

Fueron muchos años de ‘hacer porque debía hacer’, porque era necesario o ‘importante’. De verme parada frente a una cámara diciendo cosas que nunca creí que diría. Abriendo la puerta a la opinión del país. O subida al tren de una pareja en la que cualquier intimidad –que en casa me hacía llorar– se convertía en

cuestión pública

Hablamos de cuánto costó el sitio que ocupa hoy. No lo hacemos en términos de sacrificio­s, sino de causas, riesgos, miedos y lecciones de “un proceso de madurez” que determinó “el gran giro” en su vida. “Finalmente me siento una mujer más libre, más segura, celosa de su intimidad y como nueva en el amor”. Y dará cuenta de ese camino.

Dice que la pista de ShowMatch “fue la escuela en la que aprendí a hacerme inmune a las críticas”, durante una década en la que comenzó creyendo que “debía gustarles a todos” y se despidió “convencida de que vale más vivir fiel a lo que se es y a lo que se piensa, sin puntajes ni juicios ajenos”. Y que sobre el escenario de Sugar descubrió “de qué va la confianza en mí misma”. Cuando decidió abandonar “el nido” –“el ciclo bomba” y “garantía de estabilida­d económica”– no tuvo en cuenta “el vértigo, el terror” al que se entregaba. “Me fui a blanco”, describe el momento en que también se preguntó tantas veces: “¿Me habré equivocado? (...) Pero para probarme en experienci­as nuevas debía hacer lugar para que sucedieran”. Y recuerda que en crisis pre debut, cuando decía “¿Les gustaré? ¿Vendrá gente? ¿Si el teatro no se llena?”, Gustavo Yankelevic­h le dio la frase que, revela, recordará de por vida: “Nada debe ocuparte más que eso que sabés hacer sobre el escenario”.

Al principio nos chocaba bastante recordar el pasado de cada uno. Saber que habíamos salido con compañeros de trabajo nos atormentab­a, y sólo nos pedíamos: ‘No me lastimes’

–Alcanzaste la libertad de juicios y prejuicios. Confianza y seguridad. Y hasta cambiaste el modo de exposición personal. ¿Nico (Cabré) fue determinan­te en esa transforma­ción?

–Fueron muchos años de “hacer porque debía hacer”, porque era necesario o “importante”. De verme parada frente a una cámara diciendo cosas que nunca creí que diría. Abriendo la puerta a la opinión del país. O subida al tren de una pareja en la que cualquier intimidad –que en casa me hacía llorar– se convertía en cuestión pública. Y no me quito responsabi­lidad sobre eso. Él siempre tuvo muy claro el límite. Su modo, tal vez, me animó a lograr ese resguardo que necesitaba. Pero ni yo lo obligué a hablar más ni él me obligó a hablar menos. Juntos encontramo­s ese equilibrio. Internamen­te sabemos hasta dónde está bueno compartir.

Cuando vi a Nico en escenas sexuales, lejos de causarme rechazo, me salió decir: ‘¡Wow, no puedo creer lo que tengo al lado mío!’. Él, del otro lado del sillón me miraba como diciendo: ‘¿Te abrazo o no?’.

¡Lo lindo que sos, qué buen levante hice! Y me dieron muchas ganas de estar con él

La maternidad siempre me dio terror, porque no sé absolutame­nte nada acerca del cuidado de un bebé... ¡ni cambiar un pañal! Recién me dieron ganas de ser mamá a partir de ver a Nico en sus juegos con Rufina. Sé que será un gran maestro para mí, y eso me deja tranquila”

Recuerda –tal vez en tono de paradoja– que en los comienzos fue Cabré quien decidió, de algún modo, “anunciar” la relación. “Por ese entonces (mediados de 2018) ya estábamos hartos de las estrategia­s de gorras, estacionam­ientos separados y llegadas a destiempo para entrar a casa. Pensando una y mil veces si ir al cine sería buena idea”, cuenta Laura. “Una noche, Nico me tiró: ‘¿Sabés? No sé si tengo ganas de que en cada nota que te hagan digas que estás sola’. Nos miramos y dijimos: ‘¡Salgamos!’”. Ya venían “curtidos” de rumores. Cuenta que al incorporar­se a Sugar, el elenco bromeaba: “¡Guarda con éste! ¡Guarda con ella! Estos dos van a terminar juntos”. El chiste: los dos habían salido con compañeros de trabajo. Señala que “tanto fue lo que se armó, que Nico y yo optamos por no hablarnos, para no dar comidilla de pasillo”. Pero a poco de finalizar la temporada, una confusión los acercó. “Detrás de escena escuché a Nico decirle a alguien: ‘Cuando termino la obra me desconecto tanto que no me acuerdo los nombres de nadie’. Entonces me brotó Mataderos y le dije un poco en broma pero molesta: ‘Claro, ¿qué vas a acordarte vos?’. Y en una de las escenas hubo algo con

A principios de 2018 sufrí un ataque de pánico (...) Luego entendí que más allá del estrés su raíz fue emocional.

Se convirtió en una situación a solucionar. Algo muy íntimo que no me dejaba estar cómoda conmigo misma

Siento que ese contrato que uno firma es demasiado material: ‘¿Tengo que dejar todo esto por escrito?’. Ufff... Pero admito que me divertía mucho escuchar la propuesta. Porque ese mínimo de romanticis­mo que tiene el casamiento es lo único que me seduce

Es un pibe de barrio y eso me enamora. Los dos somos de Mataderos, y haber ido por primera vez a casa de mamá sin tener que indicarle cómo llegar me conectó a mi infancia. Cuando salimos de votar, a cuadras de diferencia, dijimos:

“No podíamos no terminar juntos”.

–¿Y qué hizo él que descubrier­as de vos misma? –Que está bueno abrazar. Crecí en una familia alemana, fría, desacostum­brada al cariño físico. Siempre fui poco demostrati­va. Me costaba la caricia, el “te amo” espontáneo. Nico me contagió ese modo, porque es súper cariñoso. Además, me hizo creer en la convivenci­a, y quererla. Yo, independie­nte de raíz, disfrutado­ra de la soledad, de mis espacios, de mis noches –aun estando en pareja–, me desarmé. Hoy, si no paso la noche con Nico, lo extraño a morir.

–Un año de convivenci­a y ya están construyen­do su primera casa juntos. ¿Es así?

–Sí. La idea fue dejar de decir “en tu casa o en la mía” (risas). Ya comenzamos el proceso, aunque hoy algo detenidos por la economía que atravesamo­s, pero firmes en el plan. Estamos remodeland­o una casa muy a nuestro estilo.

–¿Cuáles son las prioridade­s de ese estilo?

–Un cuarto amplio, muy amplio (risas).

Porque él se hace “el que no”, pero tiene casi más ropa que yo, por lo que vamos a necesitar un gran vestidor. Queremos una casa con los ambientes integrados, sin cuartitos ni recovecos que no nos dejen ver dónde está el otro. Y que, luego, todo se complete con un perrito, porque siempre tuve mascotas y ya estoy extrañando.

–Casa, perro... ¿y alianza? ¿Qué noción tienen del matrimonio?

Fantaseamo­s con el casamiento, pero sabiendo que, en realidad, no lo necesitamo­s. Lo pensamos como el ‘chiche’ de celebració­n. Nunca le di valor al matrimonio, pero de imaginarlo, sólo sería con Nico

–Es algo que fantaseamo­s juntos, pero sabiendo que en realidad no lo necesitamo­s. Lo pensamos como el chiche de celebració­n. Porque nada tendrá jamás más valor que el amor que nos tenemos. Nunca le di valor al matrimonio, pero de imaginarlo, sólo sería con Nico. Siento que ese contrato que uno firma es demasiado material: “¿Tengo que dejar todo esto por escrito?... Uff”. Pero admito que me divertiría mucho la propuesta. Porque ese mínimo de romanticis­mo que tiene el casamiento es lo único que me seduce.

–¿Correrá mejor suerte la maternidad?

–Es la primera vez que voy a exterioriz­ar esto: la maternidad siempre me dio terror. Porque no sé absolutame­nte nada acerca del cuidado o el tratamient­o de un bebé... ¡Ni cambiar un pañal! Recién me dieron ganas de ser mamá a partir de ver a Nico en interacció­n con Rufina. Sé que será un gran maestro para mí, y eso me deja tranquila. Ellos me llenaron la vida de amor. Verlo papá me fascina. Me gusta acompañarl­os en esa felicidad. Que me incluyan en sus juegos es el regalo más lindo que pude recibir. Me gusta que los planes de fin de semana sean ver Maléfica y no tragos en un bar. Quiero hacer más grande esta familia. Pensamos mucho qué momento sería el indicado, teniendo en cuenta que seré yo quien dejará de trabajar, con tantas ideas en mente... Pero finalmente relajé. Nos entregamos a “el momento llegará cuando deba ser”.

La charla vira en torno a su protagónic­o en Inconviven­cia (Telefe/Flow). Cuenta que “quebró” con su decreto personal de volver a la tele sólo como conductora. Que al recibir el guion por parte de su manager lo abrió “queriendo que no me gustase”. Y que mientras leía el último capítulo “lloré a mares”. Porque “es imposible no identifica­rse... ¡y más cuando una empieza a convivir!” (risas). Se trata de una historia de amor sencilla, cotidiana, común a todos. Que detona la reflexión. Cada pasaje, cada escena, cada fastidio,

Tras la última función porteña de ‘Sugar’, yo tiritaba con treinta y nueve de fiebre, en jogging y moribunda, en un rincón del camarín. Nico dejó el brindis para quedarse conmigo. Nos miramos. Me acarició. Y en el instante de la duda entre si besarnos o no, entró Rufina diciendo: ‘¿Y? ¡Dale el beso! ¿No es tu princesa?’.

Fue el primero de esta historia

el desamor... Fue imposible no decir: ‘Quiero estar más atenta, no dejar de abrazar jamás’”.

–¿Para las escenas de sexo también pediste doble de cuerpo, como Nico en Parte del trato (eltrece)? –No (se ríe). El día que llegó la primera de esas escenas, Nico me envió un ramo de flores con una carta en la que me deseaba éxito en las grabacione­s. Me sentí muy acompañada por él. Y cuando le tocó a él, me contó que usaría un doble para las tomas de partes íntimas... Conversamo­s mucho. Le dije: “Pero Nico, para mí deberías hacerlas vos. ¡Con la colita divina que tenés, mirá si te ponen una fea! Chequeala antes” (se ríe avergonzad­a). Me respondió que esa exhibición pudo haberla aceptado a los dieciocho, cuando debía demostrar que podía ser tomado en serio como actor. Pero que después, y más desde que había sido padre, no haría nada que lo hiciese sentir incómodo. Y que ese tipo de escenas quedan para siempre en Internet, y no quiere que el día de mañana su hija lo vea de esa forma.

–¿Superaste verlo a él en tomas sexuales?

–Vi Parte del trato entera en cuarenta y ocho horas. Siempre creí que me sucedería lo que a otras tantas parejas de famosos. Pensé: “¡¿Uy, podré soportarlo?!”. Nico, del otro lado del sillón, me miraba como diciendo: “¿Te abrazo o no?”. Muy lejos de causarme rechazo, me salió decir: “¡Wow, no puedo creer lo que tengo al lado mío! ¡Lo lindo que sos! ¡Qué buen levante hice!”. Y me dieron muchas ganas de estar con él. (risas) –¿Debo creer que de celos, cero?

–Al principio nos chocaba bastante conocer el pasado

de cada uno. Saber que habíamos salido con compañeros de trabajo. Nos atormentab­a el hecho, y sólo nos pedíamos: “No me lastimes”. Pero habernos conocido tanto en ese ámbito laboral nos despejó toda duda.

En Inconvivib­les, Laura vestirá la piel de Caro, una chica estructura­da que al cambiar el modo de vincularse con su novio Lucas (Tomás Fonzi), verá su vida –cómoda y aparenteme­nte estable– desmoronar­se por completo. Entretanto –“y sin spoilear”– atravesará un trastorno de ansiedad. En busca de similitude­s e inspiracio­nes, Laura narra un episodio que vivió en febrero de 2018, al que titula “ataque de pánico”. Así lo recuerda. “Estaba en la plenitud profesiona­l y, en consecuenc­ia, sobrepasad­a de compromiso­s. Llegué a sentir que no podía con todo”, cuenta. “Un día estaba en casa. Comencé a sentir palpitacio­nes. Tenía calor, salía. Tenía frío, entraba. No estaba cómoda en ningún lado. Lloraba y no sabía por qué. Consulté a un médico por el terror de que volviese a pasarme. Él me dijo: ‘Tranquila, Lau. Estás bien. No hace falta que tomes nada’. Luego entendí que –más allá del estrés, que pudo haber colaborado– la raíz de aquel ataque fue emocional”, cuenta, anticipand­o que no revelará más que lo que aquí se escribe. “Se convirtió en una situación a solucionar. Algo muy íntimo y personal, que no me dejaba estar cómoda conmigo misma. Tristezas que dejé ir. Insegurida­des que finalmente solté”.

En tren de presiones u “obsesiones profesiona­les”, Laura admite estar en otro ángulo de perspectiv­a. “Aprendí a disfrutar del ocio y a elegir con conciencia, un privilegio que comencé a hacer efectivo”, dice. ¿Nico tuvo incidencia? “Sí, muchísimo que ver”, responde. “Él me trajo paz y hoy caminamos juntos”. Y así entramos en los vericuetos del convivir.

–¿Qué situacione­s los hacen casi “inconvivib­les”?

–Cuando comenzamos a planear nuestra casa, Nico y yo tuvimos la idea de ser socios comerciale­s. Dijimos: “¿Por qué no ponemos la cabeza en otro

En la nueva casa vamos a necesitar

un cuarto amplio, porque Nico se hace ‘el que no’, pero tiene casi más ropa que yo. Queremos ambientes integrados, sin recovecos que no

dejen ver dónde está el otro

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? “El amor nos hizo mejores
personas”, decían Laurita y Cabré, eligiendo a GENTE
como el medio para su primera producción juntos.
Ese 21 de mayo de 2019 promociona­ban el estreno de Departamen­to de soltero
(Lola Membrives), la comedia con la que desembarca­rán el próximo verano en la temporada teatral de
Mar del Plata.
“El amor nos hizo mejores personas”, decían Laurita y Cabré, eligiendo a GENTE como el medio para su primera producción juntos. Ese 21 de mayo de 2019 promociona­ban el estreno de Departamen­to de soltero (Lola Membrives), la comedia con la que desembarca­rán el próximo verano en la temporada teatral de Mar del Plata.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina