ALEJANDRO GIBELLI.

El actor argentino acaba de participar en la tercera temporada de La casa de las flores (Netflix).

Nació en Buenos Aires, tiene 39 años y acaba de participar en la tercera etapa de La casa de las flores (Netflix). De gran actividad laboral entre México y España, en su paso por el país cuenta que hizo un casting para la segunda temporada de la serie de Luis Miguel y la quinta de La casa de

papel. Y confiesa: “Si ser coqueto fuese un pecado, me declaro culpable”.

“Siempre me costó formar pareja”

No tengo problemas en admitir que soy coqueto y que me acompañan algunas mañas respecto a la imagen. Por ejemplo, no me dejo tocar el pelo por nadie: me lo corto yo. Entreno en el gimnasio cuatro o cinco veces por semana. Tampoco me da calor decir que me gusta mucho la ropa, hago tratamientos estéticos y me pongo cremas para cuidar mi piel. Si ser coqueto fuese un pecado, me declaro culpable”, cuenta Alejandro Gibeli (39), que hasta los 19 años jugó en el Huracán “de mis amores” y luego en Racing. Cuando le tocó descender a la B largó el fútbol y se puso a estudiar Diseño Gráfico. “Mi vida cambió el día que una amiga me sugirió mandar fotos a una agencia de modelos: enseguida me llamaron para trabajar acá y al toque lo hice en Italia”. De regreso, ya como actor, entró a Rebelde Way, estudió teatro con Luis “Indio” Romero y Víctor Laplace, “y me di cuenta de que quería actuar toda mi vida. Entonces, aunque sólo me restaban tres finales para recibirme, abandoné la carrera de Diseño Gráfico”, memora quien más tarde pasaría por Juanita, la soltera, Patito Feo y Botineras.

–¿Serías capaz de afearte por un papel?

–La belleza me abrió más puertas de las que me cerró, pero yo no tendría problema de afearme, engordar o adelgazar al extremo para un rol. Muchas veces me juzgan por la imagen y no me ofrecen personajes complejos o trastornados. ¿Por qué a Al Pacino, De Niro, Joe Pesci, Marlon Brando, DiCaprio, Daniel Day-Lewis y Joaquin Phoenix sí les ofrecen y a mí no (risas)? Igual, soy paciente. Ya llegarán.

–¿Por qué cuando empezaba a irte bien acá decidiste trabajar afuera?

–Porque me llamaron para hacer en Miami un piloto de la serie Caído del cielo (Telemundo). Luego me contrataron en México y me instalé en su capital, donde hice Mil formas de amar, Plan B, y el casting para la primera temporada de La casa de las flores. Sin embargo, recién me convocaron para participar del episodio El funeral de esa serie y de la tercera temporada, donde encarno a Leandro, un típico argentino canchero que anda en moto, se las sabe todas, es muy egoísta y termina relacionado con Elena de la Mora (Aislinn Derbez).

–Una historia de amor. ¿De qué tipo?

–Mmm... No te puedo adelantar mucho, aunque sí que con Aislinn tuvimos muy buena química durante las grabaciones. También puedo anticiparte que hice el casting de la segunda temporada de la serie de Luis Miguel, y de la quinta de La casa de papel, donde si quedo interpretaría a un latino que entra en la banda.

–Y volver a trabajar en la Argentina, ¿cuándo?

–Me gustaría quedarme en Buenos Aires. Soy muy arraigado y extraño como loco tomar mate con mis viejos, estar con mis amigos, ir a la cancha para ver a Huracán... Pero tengo el ego fuerte, y eso me da fortaleza para seguir. Pasa que por ahora las ofertas laborales que más me salen son del exterior. Lo importante es que desde que decidí ser actor, pude vivir y mantenerme trabajando en esta profesión. Aunque es una carrera donde nunca te relajás porque a diario buscás un desafío, mi perseverancia me permitió cumplir muchos objetivos.

–¿Como estar en pareja, conformar una familia?

–Hoy mi cabeza no está para ponerme de novio. Siempre me costó formar pareja. Soy un típico leonino al que le gusta estar mucho consigo mismo. Quizá no habría hecho tantas cosas en mi vida si hubiera estado en pareja. Soy feliz así, aunque el día de mañana me gustaría formar una familia y tener un hijo.

“No tendría problema de afearme, engordar o adelgazar al extremo para un papel. Muchas veces

me juzgan por la imagen y no me ofrecen personajes complejos o trastornados, como deseo”