Gente (Argentina)

LAURA GRANDINETT­I.

- Por Maru Cociffi. Fotos: Gabriel Machado.

A los 22 años, tras ganar el ACE Revelación por su rol teatral en Después de casa de muñecas, la hija de Darío y Marisa Mondino se abre camino a paso firme.

A los 22 años, después de ganar el premio ACE Revelación por su rol teatral en Después de casa de muñecas, la hija de Darío y Marisa Mondino se abre camino a paso firme. Íntima, habla de sus comienzos (“¿Querés actuar? Tomá clases”, le exigían sus padres), de su admiración por Natalia Lobo (“Cuando la vi sobre el escenario me dije: ‘Quiero ser como ella’”) y de sus sueños “de promociona­r la cultura de mi país”.

Una misma pasión

De chica al lado de su padre. Junto a él debutó en teatro con la obra Personitas (2014, dirigida por Javier Daulte). Luego repitieron en cine, con Rojo (2018, de Benjamín Naishtat). Ese año ella participó en los filmes Paisaje (opera prima de Jimena Blanco) y Acusada (protagoniz­ada por Lali Espósito y dirigida por Gonzalo Tobal).

De chica no iba a los castings, porque a mis padres nunca les gustó eso de ser ‘niño-actor’, y yo lo respetaba. ‘¿Querés actuar? Tomá clases’, me decían. La prioridad era terminar el colegio y después sí, hacer lo que deseara”, cuenta Laura Grandinett­i (22), hija de Darío y la ex modelo y actriz Marisa Mondino. Y así pronto lo hizo: a los seis años les pidió comenzar a estudiar teatro. Arrancó tomando clases de comedia musical con Julio Bocca, siguió en la escuela Río Plateado de Hugo Midón y luego con Julio Chávez, “mi gran maestro”, revela la ganadora del premio ACE Revelación Femenina por su papel en Después de casa de muñecas, obra que, protagoniz­ada por Paola Krum, estuvo nominada en otros rubros y también ganó en la terna de Drama. “Fue el trabajo más importante de mi vida, y el premio, el broche de oro de un gran año”. TRAS LOS PASOS DE... “Tengo imágenes de chiquita en los pasillos del teatro. En la época del jardín de infantes, cuando mis padres aún estaban juntos, él viajaba a rodar en España y con mamá lo acompañába­mos. Muchas veces lo visitaba en el set de filmación. Era su trabajo, pero con algo de todo eso empecé a conectar”, cuenta Laura.

–¿Tuviste un momento clave que te marcó para elegir esta profesión?

–Para mí fue muy importante la temporada marplatens­e de papá con Ella en mi cabeza (2006), junto a Juan Leyrado y Natalia Lobo. ¡Fui a todas las funciones! Y pegué buena onda con Natalia. Cuando la vi en el escenario me dije: “Quiero ser como ella”. Todo bien con papá, pero ahí vi a una mujer con la que me identifica­ba. Después siguieron muchas temporadas acompañánd­olo a la calle Corrientes: ahí me cruzaba a ver otras obras mientras él estaba en escena. Aunque a veces no entendía, estar sola en la sala, que se apagaran las luces y arrancaran los cuentos, para mí era mágico. El teatro es el lugar en el que me siento más a salvo en el mundo.

–¿Te pesa el mote de “hija de”?

–Cero. Papá tiene mucho que ver como influencia y acompañánd­ome, pero jamás conseguí nada por él. Nunca pidió trabajo para mí y tampoco se lo permitiría. Ser hija de él ¡me encanta! Es lindo compartir una pasión. Pero jamás sentí que mi

laburo no valiera por sí mismo, y eso me

“Soy igual a mamá

en la manera de hablar, aunque ella dice que soy muy Grandinett­i, que tengo el mismo humor ácido

que papá”

que estaba escribiend­o un personaje para mí. Al principio papá le dijo que no, pero Javier acomodó días y horarios para que yo pudiera participar. ¡Fue una obra espectacul­ar! Con mi padre, María Onetto, Andrea Garrote, Héctor Díaz. La hicimos dos años y también nos presentamo­s en Chile.

–¿Cómo fue trabajar con tu papá?

–¡Divino! Los miércoles me buscaba por el colegio, almorzábam­os en la esquina del teatro pasando letra y después íbamos a los ensayos. Años después hicimos en cine Rojo (2018, de Benjamín Naishtat). No soy de pedirle consejos directamen­te, porque ya sé lo que me va a decir, conozco su mirada. Pero el trabajo es parte de la charla cotidiana. Además, creo que se enseña con el ejemplo, y a mis viejos siempre los vi comprometi­dos con su trabajo, con seriedad, responsabi­lidad y siendo buenos compañeros. Para mí soy igual a mamá en la manera de hablar, aunque ella dice que soy muy Grandinett­i, que tengo el mismo humor ácido que papá.

MUJER REVELACIÓN. Después de casa de muñecas significó un antes y un después en su carrera, más allá del premio ACE que ganó por su rol. “Venía de trabajar en el Espacio Callejón con toda gente amiga, y fue mi primera experienci­a en teatro comercial”, cuenta Laura, y continúa: “Me hice muy amiga de Paola Krum. Me quedaba en su camarín hasta diez minutos antes de la función.

Para mí es muy importante crear familia en el trabajo. Soy muy canceriana”, dice la actriz, nacida el 14 de julio de 1997.

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–Junto a él debutaste en teatro con Personitas (Espacio Callejón/2014).
–Sí, con textos y dirección de Javier Daulte, amigo de la familia. Cuando cumplí 15 vino a mi fiesta y les dijo a mis padres
hace sentir segura. –Junto a él debutaste en teatro con Personitas (Espacio Callejón/2014). –Sí, con textos y dirección de Javier Daulte, amigo de la familia. Cuando cumplí 15 vino a mi fiesta y les dijo a mis padres
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