Gente (Argentina)

EL CRIMEN DE FERNANDO BÁEZ SOSA.

Las últimas horas de la víctima. Las posibles condenas de los rugbiers. Y la palabra del padre de uno de los acusados.

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Son palabras de Marcial Thomsen, papá de Máximo, el jugador del

CASI que según los videos y testigos le habría dado la patada mortal a Fernando (19) cuando éste ya estaba tirado en el piso,

inconscien­te luego de la feroz golpiza. Las últimas horas de la víctima, quien deseaba festejar su primer aniversari­o con su novia. El ingenuo incidente en Le Brique que terminó en muerte. Y las condenas

que les podrían caber a los diez rugbiers que, según los infiltrado­s en las ruedas de reconocimi­ento, “están de muy buen humor y se

ríen todo el tiempo”.

“Mataron a sangre fría, se fueron a dormir y cuando los estaban deteniendo se burlaron de los policías y de todo el Poder Judicial. A todos les cabe la misma pena: prisión perpetua”

(Diego Escoda, fiscal de Dolores)

Te lo querés llevar de trofeo?”, fue la pregunta que le hizo uno de los asesinos a otro. Acto seguido, Máximo Pablo Thomsen 20 años, rugbier, jugador del CASI, le pegó la patada mortal en el lado izquierdo de la cara. Fernando Báez Sosa (19) estaba tirado en el piso, inconscien­te, sin ninguna posibilida­d de defenderse o de reaccionar. Fue tan fuerte el golpe que en su cara quedó la marca de la suela de las zapatillas Vans Vicus Folk Black. Thomsen estaba vestido con una camisa negra

La suela de la zapatilla de Máximo Thomsen quedó marcada en la cara de Fernando Báez Sosa, en lo que fue la patada letal que, según la autopsia, “terminó con su vida”. Su madre, Rosalía, que trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas de Zárate, presentó la renuncia a su puesto “porque no se encuentra en condicione­s físicas ni mentales para continuar sus tareas”. Su padre, Marcial, aseguró: “Los chicos no hicieron ningún plan para matarlo”. de mangas cortas y unas bermudas azul oscuro. Hoy, para la fiscal Verónica Zamboni, él, Ciro Pertossi (19) y Enzo Tomás Comelli (19) “podrían ser sentenciad­os a cadena perpetua”. Pero a pesar de que Máximo está detenido, tuvo tiempo para hacer un posteo, el último, en sus redes sociales: “Sólo los que estuvimos ahí sabemos realmente lo que sucedió. Ya va a salir todo a la luz”, publicó. UNA NOCHE TRÁGICA. El jueves 17 de enero además de Máximo, Ciro y Enzo Pertossi, Matías Franco Benicelli (20, su papá es dueño de negocios en Zárate), Ayrton Michael Viollaz (20, hijo de un empresario de esa ciudad), Luciano Pertossi (18, hermano de Ciro, hijos de una docente también de Zárate y de Mauro, supervisor en la automotriz Toyota), Lucas Pertossi (20, hijo de un empresario de la zona), Alejo Milanesi (20, hijo de una docente zarateña y un profesor de la Universida­d Tecnológic­a Nacional), Juan Pedro Guarino (19, hijo de un neurociruj­ano) y Blas Cinalli (18, hijo de un empresario local) recorriero­n los 500 kilómetros que separan Zárate de Villa Gesell para iniciar sus vacaciones. Todos jugaban –o habían jugado– en el club Náutico Arsenal, lo que explica la relación tan estrecha que los une. Entre todos alquilaron un chalet ubicado en la Calle 202, en la entrada al Bosque Pinar. Ni bien llegaron fueron a la playa. Por la noche comieron fideos y se fueron a dormir temprano: estaban muy cansados.

El viernes se despertaro­n cerca del mediodía y volvieron al calor de la arena y el mar. Ese día se sacaron fotos y las subieron a sus redes sociales. Por la noche se vistieron para ir a Le Brique, una

discoteca de la abarrotada ciudad juvenil de Villa Gesell, donde se presentarí­a el trapero Neo Pistea. En el lugar también estaba Fernando Báez Sosa (19), quien vivía en avenida Pueyrredón al 1800, en el barrio porteño de Recoleta, y vacacionab­a allí con un grupo de amigos. El entusiasmo que tenía el joven por visitar la costa argentina era por partida doble. Primero, la felicidad por compartir unos días en la playa con sus amigos de la escuela primaria y secundaria, y segundo, su gran ilusión: poder celebrar su primer año de noviazgo con Julieta, quien también veraneaba en Gesell junto a otras amigas.

Cuando ingresaron a la disco todos estaban saltando y cantando, hasta que se produjo un pogo y un amigo de Fernando volcó sin intención una bebida sobre uno de los rugbiers. Allí comenzó una pelea, que terminó con un par de piñas en la cara de uno de los amigos de Fernando. Al ver el tumulto, el personal de seguridad de Le Brique decidió expulsarlo­s a todos. El grupo de Zárate salió por una puerta, mientras que al otro grupo lo sacaron por otro portón, a pocos metros de distancia. Sosa estaba tranquilo. Pensaba que lo peor ya había pasado y se dirigió a comprar un helado a un kiosco cercano. En ese instante, cuando habían pasado al menos diez minutos del primer cruce, fue divisado por los zarateños, que se abalanzaro­n sobre él. En pocos segundos Fernando recibió varios golpes de puño que lo dejaron inconscien­te en el suelo, y allí, la patada letal de Máximo que, según la autopsia, “terminó con su vida”. VERDAD, CONSECUENC­IA... Tras la brutal paliza los rugbiers regresaron al chalet que alquilaban. Cuando la Policía vio las filmacione­s no tardó en identifica­rlos. Allanaron el lugar mientras dormían. Una de las zapatillas, manchada con sangre, llamó la atención de los uniformado­s. Y cuando les preguntaro­n a quién pertenecía­n, respondier­on a coro: “Son de Pablo Ventu

Su vida tras las rejas será en el penal de Dolores, Unidad Nº6, comunidad en la que hay un equipo de rugby que se llama Los Dragones. Pero no se cruzarán con ellos, porque no tendrán contacto con otros reclusos

ra”. Según los análisis y los resultados de los estudios que les hicieron a los diez detenidos, ninguno tenía restos de “alcohol o drogas” en sangre, lo que hablaría de “la plena conciencia” que habrían tenido en el momento de la brutal agresión. Para el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, este último no es un dato menor. “Mataron a sangre fría, se fueron a dormir y cuando los estaban deteniendo se burlaron de los policías y de todo el Poder Judicial”, señaló el funcionari­o. El hecho de haber imputado falsamente a Ventura agravaría su situación. “A todos les cabe la misma pena: prisión perpetua”, concluye Escoda.

LA CAUSA HOY. Este lunes, a diez días del crimen de Fernando y luego de la tercera rueda de reconocimi­ento, Máximo Thomsen, Ciro Pertossi y Enzo Comelli fueron reconocido­s por los testigos como “las personas que golpearon a Fernando”. Quebrando el total hermetismo que existe entre los familiares de los acusados, el único que habló fue Marcial Thomsen, padre de Máximo. En charla con GENTE señaló: “Estamos viviendo una pesadilla. No podemos más. Mi esposa, Rosalía, trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas de la ciudad de Zárate. Presentó su renuncia, porque no se encuentra física ni mentalment­e en condicione­s de continuar su tarea como funcionari­a. Mi más sincero pésame hacia la familia de Fernando. Me gustaría darles un abrazo a los papás. Pero los chicos no hicieron ningún plan para matarlo. Fue una pelea que se inició en el boliche y que lamentable­mente nadie frenó en la calle. Hoy todos estamos pagando por lo que pasó esa noche. En mi familia estamos todos muertos”.

Para el fiscal Walter Mércuri, de la UFI N° 8 de General Madariaga, el caso está resuelto. “Los tres agresores principale­s están totalmente identifica­dos por los videos. Ellos son los que patearon a Fernando en la cabeza. A ésos les imputo la coautoría del hecho. Después hay partícipes, porque el resto estuvo acompañánd­olos y también participar­on de la pelea, pero con los amigos de Fernando”. Mientras en las calles de todo el país la gente se volcó en forma masiva en distintas marchas pidiendo justicia, los diez rugbiers esperan su condena. Alojados en la comisaría de Pinamar, divididos en dos grupos de cinco cada uno, el país los imagina destrozado­s, no pudiendo cargar con la culpa de haberle quitado la vida a un chico de su edad. Sin embargo, los infiltrado­s en las ruedas de reconocimi­ento no dicen lo mismo. “Hoy estuve media hora con Lucas Pertossi y lo vi muy bien –relató Francisco–. Es más, se reía a carcajadas. ‘Yo no hice casi nada’, me dijo. Cuando le recriminé ‘¿qué es casi...? porque mataron a un pibe...’, se quedó callado”.

A sus vecinos de Zárate no les sorprendió este testimonio. Los que siguen a Lucas en las redes vieron sus posteos que hablan sobre el consumo de drogas y la caza de animales. En una de sus últimas entradas, el 4 de enero, dejó en claro qué idea tenían cuando decidieron viajar a Villa Gesell: “Fuá, no falta nada para irnos a Gesell con los pibes, a romper lo que nos faltó el año pasado”.

“A mi hijo lo mataron como a un perro. Peor que eso, porque ni a un animal se le pega así. Espero que se haga justicia y paguen por lo que hicieron”, dice Graciela, mamá de Fernando. Mientras que su papá, Silvino, devastado por el dolor, completa la frase antes de abrazar a su mujer y largarse a llorar: “No le dieron la oportunida­d ni de defenderse. En el piso, cuando estaba inconscien­te, uno de esos monstruos le pegó una patada mortal. Ni en el último segundo de su vida le tuvo compasión”.

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Por Sergio Oviedo. Fotos: Redes sociales y gentileza diario La Voz de Zárate.
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