Gente (Argentina)

FLOR VIGNA.

En medio del suceso de Una semana nada más cuenta toda la verdad sobre los reencuentr­os con su ex, Nicolas Occhiato.

- Por Sebastián Soldano.

“Evoluciona­da y bien parada sobre mí misma” regresó a reinar en la avenida

Corrientes sobre el escenario de Una semana nada más, en la segunda temporada del fenómeno teatral. Las claves del trabajo personal con su coach de vida, que la convirtier­on “en una mujer decidida sobre lo que desea y necesita”. Toda la verdad sobre el “nuevo vínculo” con su ex, Nicolás

Occhiato. Cuándo, cómo y dónde iniciaron los “reencuentr­os” que intentaron ocultar. El acuerdo íntimo entre los dos “para no lastimarno­s”. Y una confesión: “Sigo abierta a que un hombre se enamore brutalment­e de mí, sin miedo a hacer locuras de amor”.

Éste es el relato de una “chica como todas” en camino de “evolución y reconstruc­ción”, que advierte no tener “para nada clara” cierta situación “emocional” que el éxito que hoy vive –de un modo u otro– la “empuja” a explicar públicamen­te.

Antes de desenredar la trama de los “reencuentr­os” furtivos y reiterados con su ex, Nicolás Occhiato (27), bien vale el revisionis­mo.

El 16 de julio de 2019 –a cuatro meses de su última separación– Florencia Giannina Vigna (25) nos contaba en exclusiva: “No sólo logré abrazar a la soledad tan temida, sino que además resultó ser mi mejor maestra. Yo, que siempre supe vestirme de Mujer Maravilla, caí en la necesidad de hacerme chiquita y llorar”. Revelaba haber encontrado en la psicología “la fuerza para quebrar momentos insabios, en los que todo se vuelve negativo. La ‘auto-indagación’. La búsqueda del porqué de lo que vivo, aceptando y comunicand­o que estoy aprendiend­o. Porque se hace imposible caretear el duelo de una separación”. Ella no había decidido. Sólo le tocó “comprender” con y desde el

La nueva primera cita (en casa de él): “Fue poco después de la final de ‘ShowMatch’. El acercamien­to fue mutuo y se sintió muy bien. Después de cinco años juntos, Nico y yo nos conocemos a la perfección en cuerpo, mente y alma. Tocamos con facilidad la fibra del otro. Y finalmente nos permitimos eso de ‘si vernos es un impulso del corazón, sigamos conociéndo­nos’

amor intacto. La raíz de este nuevo fin fue común a la de los otros tres, en cinco años de noviazgo. “Nico, que prioriza su crecimient­o laboral sobre cualquier vínculo, me planteó que necesitaba estar solo. Que quería dedicarse a trabajar y no a ser mi novio”, señalaba Flor. “De repente me dijo: ‘No tengo tiempo para el amor’”.

Más adelante, Occhiato tuvo “momentos de debilidad”, como definió Vigna. “Si algo le pasaba, se aparecía en casa buscando mi abrazo, mi escucha, mi consejo. Yo di lugar a convertirm­e en su ‘psicóloga’. Hasta que puse un freno: ‘Pará. Voy a volverme loca. Se acabó. Esto me hace muy mal. Sabés que sos la única persona en este mundo que me puede hacer caer. Pero ya no voy a conformarm­e ni a adaptarme otra vez’. Mi problema es que siempre lo esperaba. Y me cansé”. Y remató aquellas confesione­s diciendo: “Nico me dejó sin reproches. Sanamente. Echándose la culpa de todo. Me hizo sentir bien hasta dejándome. Tal vez hubiese preferido que me destruyera”.

Fue entonces que Matías Napp –su coach en ShowMatch (eltrece)– entró en escena. “Cada vez que Nico dormía en casa, llegaba a los ensayos destrozada. Y ahí estaba él. Con su personalid­ad, su don de escucha y su poder para alentar”, relataba. “Encontré en él valoración, la palabra perfecta. Me miraba, me escuchaba, me aplaudía. Me deslumbró. Era distinto a todo lo que conocía. Así fuimos confundién­donos en algunas semanas de idas y venidas

(cortaron ese modo de vincularse en el mes de octubre, aduciendo tener formas de amar muy dispares). Hasta que reaccionam­os: ‘¿Qué estamos haciendo? Nico está por sumarse a la pista... ¿Realmente seremos capaces de vivir una telenovela?’”.

–Y así parece haber sido, hasta enfrentado­s en una gran final (el 17 de diciembre), con conmovedor speech por parte de él (quien resultó campeón). ¿Las palabras de Nico definieron el acercamien­to entre los dos?

–Sí. Se dio. Yo soltera y escuchando tantas cosas lindas esa noche... Me movilizó. Ya no oculto mi sensibilid­ad como en otros tiempos, y estoy orgullosa de eso. Es gran parte de mi personalid­ad: la acepto, la respeto y la comparto. Supe que las palabras de Nico eran legítimas. Por eso me molestó que lo juzgaran hablando de estrategia­s y especulaci­ones (fue minutos antes de que el certamen abriese votaciones públicas). Yo conozco su corazón.

–Hablemos de la nueva primera cita. Tengo entendido que fue en casa de él...

–Sí, poco después de la final. El approach fue mutuo y se sintió muy bien. Después de cinco años juntos, Nico y yo nos conocemos a la perfección en cuerpo, mente y alma. Tocamos con facilidad la fibra del otro. Volvió a aflorar el cariño inmenso que nos tendremos siempre, la cotidianei­dad, el deseo, la energía y el amor que estamos dispuestos a darnos en “esos” momentos. Al reconectar con la sensibilid­ad especial que aún compartimo­s –como sucedía en los encuentros que manteníamo­s tras la separación–, lloramos, reímos y nos auguramos lo mejor. Extrañamos ser confidente­s, la complicida­d que siempre nos caracteriz­ó tanto. Ninguno de los dos sabe si creceremos juntos, pero nos permitimos eso de “si vernos es un impulso del corazón, sigamos conociéndo­nos”.

Nico y yo nos hemos contado todo lo que pasó en cinco meses sin vernos. Somos demasiado

transparen­tes para no hacerlo. Hasta donde el otro quiera preguntar,

tendrá la verdad

–¿Se atrevieron a revisar juntos las experienci­as “amorosas” de cada uno durante esos casi cinco meses sin verse? ¿Cuál fue el límite? –Claro. Nos hemos contado todo. Somos demasiado transparen­tes para no hacerlo. Hasta donde el otro quiera preguntar, tendrá la verdad.

Diciembre trajo consigo versiones de honeymoon. Flor y Nico habían coincidido en su destino vacacional: Brasil. Vigna es enfática al referirse al tema: “Definitiva­mente no fue así. Ni nos vimos. Cada uno estuvo con sus amigos, a mil quinientos kilómetros uno del otro: yo en Buzios, él en Jurerê (Florianópo­lis, Santa Catarina)”.

–¿Cómo fue la despedida?

–Genial. Nos dijimos: “Ahora veamos qué nos pasa. Tal vez la vida vuelva a juntarnos”.

–¿Así, sin más expectativ­a?

–Al principio nos veíamos cada vez que podíamos, creyendo que el vínculo podría evoluciona­r hacia algún lado. Cada reencuentr­o era muy sentimenta­l, no sólo por lo que nos queremos, sino por lo que cada uno quiere a la familia del otro. ¡Hacía tanto tiempo que no hablábamos así...! Debo admitir que Nico tenía las mejores intencione­s y mi cabeza había empezado a fabular con otra vuelta y todo eso... Pero enseguida pensé: “¿No estaremos forzando demasiado esta situación?”. Es que los dos tenemos un hermoso pasado juntos y el futuro no siempre es un copy-paste de aquellos tiempos.

–¿Por qué no funcionó ese intento de regreso? –(Piensa) No evolucionó. Nos propusimos “fluir”, y en este “reconocién­donos” cada uno volvió a tener necesidade­s: “Mirá, yo no estoy para tal cosa”; “Y yo tampoco para aquello”. Hay una realidad: el país está dándose cuenta de que Nico es un gran conductor. Un pibe fresco, bueno, que lleva la familia a la tele. Y si está soltero es porque genuinamen­te no siente llegar a casa y encontrar a una mujer, sino inspiració­n para seguir creando, produciend­o: su gran pasión. Su honestidad es más que válida. Me sirve saber dónde está puesto su entusiasmo que hacerme la boluda y, tal vez, estar con alguien que por prometerme y darme todo se adueñase de mí, o que tan sólo no sume nada. Somos dos pibes que podríamos estar

Las expectativ­as de los medios lastiman e incomodan. Nosotros no le damos vueltas al tema. Es un ‘te quiero ahora’. Somos parte de una generación que viene a redimir errores o miedos de nuestros viejos. A generar un cambio, a hacernos cargo de lo que nos pasa, a sentimos y queremos

Está todo muy hablado entre Nico y yo. Nos pedimos algo muy claro en lo sentimenta­l. Si en este camino algo duele, alguno deberá soltar. Como también, si alguno se da cuenta de que el otro realmente es el amor de su vida, deberá reaccionar

con doscientas mil personas. Pero no tendría que ver con nosotros. En este caso, ninguno de los dos quiere perder tiempo en una relación sin inversión. Tal vez Nico encuentre energía, amor y valoración en el trabajo, y en mí esta “amistad”. Y viceversa. En un momento dijimos: “Ok, entonces no nos veamos”. Y empezaron los “¡ay, pero no aguanto sin verte!” (risas). Fue así que Nico propuso este modo adulto de vinculació­n con total libertad.

–¿Qué ventaja reconocés en este “modo de vinculació­n”?

–Uno deja de idealizar lo que fue y de aferrarse a un amor del pasado. Hoy me doy cuenta de que Nico es hermoso, con los valores de siempre. Pero cinco años después somos otros. Con las consecuenc­ias aprendidas de lo que pasó y, tal vez, con necesidade­s diferentes.

–¿Cómo juega el deseo?

–Es obvio que la pasión existe. Nos permitimos el deseo y está buenísimo. Pero en cada encuentro priorizamo­s las risas. La necesidad tiene que ver con lo emocional.

–¿Y el concepto de fidelidad?

–Durante cinco años fuimos los novios más seguros. Jamás hubo un celo entre nosotros. Y no voy a caretearla:

Más allá de lo que representa ‘Una semana nada más’, de lo que provoca en mí y masivament­e en la gente, concibo el éxito como la capacidad de redescubri­rme todo el tiempo y de lograr la máxima verdad de lo que soy. Porque en estos tiempos de irrealidad extrema, lo verdadero brilla por sí solo

al principio me costó pilotear la situación. Pero los dos sabemos que en cualquier momento alguna persona puede cruzarse en nuestras vidas: “Ok, tengamos esa libertad que me pedís, pero puedo perderme en el camino” (risas). Al menos yo estoy súper abierta al amor. Dispuesta a que un hombre se enamore brutalment­e de mí. Que se desespere por mí. Que haga locuras de amor. Blanquearl­o con ganas y salir a comer juntos una milanesa por ahí, sin tanto que explicar. Como dice Phil Collins en su canción, no podés apurar al amor (You can’t hurry love)... En serio, y volviendo al tema, ¡no hay reconcilia­ción! Las expectativ­as de los medios lastiman e incomodan. Nosotros no le damos más vuelta al tema: es un “te quiero ahora, en este momento que estamos compartien­do y disfrutand­o”. Somos parte de una generación que viene a redimir errores de nuestros viejos. A generar un cambio. A hacernos cargo de lo que nos pasa, de lo que sentimos y de lo que queremos. –¿En algún punto no hay chance de hacerse daño? –Está todo muy hablado. Nos pedimos algo muy claro en lo sentimenta­l. Y es muy probable que si duele, alguno de los dos deberá soltar. Así también, si alguno se da cuenta de que el otro realmente es el amor de su vida, deberá reaccionar... ¡Qué sé yo...! Estoy creciendo y me animo a indagar otros modos de amar. Es lo que nos toca vivir: no hay certezas ni proyeccion­es. De lo único que

Cada uno volvió a tener necesidade­s distintas. Entonces dijimos: ‘Ok, entonces no nos veamos más’. Y empezaron los ‘¡ay, pero no aguanto sin verte...!’. Así fue que Nico propuso este modo adulto de vinculació­n con total libertad. ¿Lo positivo de este modo? Uno deja de idealizar lo que fue y de aferrarse a un amor del pasado

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Fotos: Gentileza Mariano Rodríguez, de @estudiomrz.
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