TERAPIA INTENSIVA
“En todo el país la salud se ha ido deteriorando a lo largo de los últimos años”
Pasaron casi cinco meses desde que se conoció el primer caso de Covid-19 en Argentina. Desde entonces, la sociedad entera empezó a mirar la cantidad de casos confirmados, el número de tests por millón de habitantes y la cantidad de fallecidos según sexo y edad. Hace semanas, los más atentos miran también el nivel de ocupación de las camas de terapia intensiva. Uno de los objetivos de la cuarentena decretada a mediados de marzo era mejorar la capacidad del sistema de salud, para evitar que se desbordara con los pacientes graves de Covid-19. Rosa Reina, presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, informa que “en marzo había en el país unas 8.500 camas de terapia intensiva, de las cuales un 60 o 70 por ciento contaba con respirador”. Según la médica, que trabaja en el hospital San Martín de La Plata, el número se incrementó a 11.500 unidades, de las cuales cerca del 80 por ciento cuenta con respirador.
Aunque celebra este crecimiento, la especialista marca enseguida la falta de recursos humanos. “En marzo los profesionales de terapia intensiva eran muy pocos. Había unos 1.800 o 2.000 médicos en todo el país, alrededor de 400 enfermeros y entre 350 y 400 kinesiólogos intensivistas. Eso hace que la relación personal/paciente sea escasa. Hay una sugerencia de que haya 4-7 pacientes por cada médico y uno o dos pacientes por cada enfermero, dependiendo de la gravedad del paciente. Estamos lejos de alcanzar ese número. Eso lamentablemente
no cambió con la pandemia, porque estas especialidades necesitan años de formación”.
Además, alerta sobre la distribución de esas camas de terapia intensiva: “Es muy difícil poner en funcionamiento esa cantidad de camas con esta cantidad de profesionales. Y a eso se suma la desigual distribución a nivel territorial: hay provincias como Chaco, Formosa y La Rioja donde casi no hay intensivistas. Cuesta mucho la formación de los intensivistas”, señala.
–Hay un triage: el caso leve probablemente sea derivado a un centro de aislamiento. Si necesitás cuidados puede ser que quedes en una internación clínica. Si es un caos más complejo, entonces llaman a los intensivistas e ingresamos al paciente a la terapia. Puede que no sea necesario el respirador, pero eso ocurre en muy pocos casos, o que en poco tiempo sea necesario intubarlos y ventilarlos. En promedio, los pacientes que precisan Asistencia Respiratoria Mecánica están 14 días en terapia. Ahora tengo un paciente que lleva más de 35 días y aunque está consciente no lo podemos desvincular del respirador. Es mucho. Y nosotros recién estamos comenzando. Por las estadísticas internacionales de Europa y Estados Unidos, podemos esperar que haya pacientes que estén más tiempo.
–Yo no diría que nos equivocamos: íbamos viendo qué pasaba en el resto del mundo. Ésa fue una gran ventaja para nosotros. De otros lados nos advertían que ni siquiera se parece a la gripe H1N1. Acá fue tsunami, porque el sistema de salud no estaba preparado. Advertimos eso en su momento y ahora nos dimos cuenta de que sistemas de salud altamente preparados estaban colapsados. Yo creo que la cuarentena fue y es una buena medida. Hay un principio básico: si tenés un brote, debés aislarlo y evitar que se disemine, aislar a los infectados y evitar que la infección llegue a otros. Nosotros acompañamos las decisiones del Gobierno, que fueron bastante consensuadas. Se prolongó, pero porque tenía que ser así. A veces el aislamiento es difícil de sostener. También es cierto que aun en cuarentena muchas personas seguían saliendo. Muchos estaban viendo afectada su economía.
–Esperemos que sí, pero estamos acercándonos al límite. Por eso debemos ser extremadamente cuidadosos y pensar como sociedad. El Gobierno está mirando muy de cerca lo que está pasando. Es algo dinámico. No hay una receta. Tengo muy claro que no quiero llegar a la situación de decidir a quién le pongo el respirador. –¿Cómo pensás que va a seguir esto?
–Vamos a tener por lo menos 15 días o un mes con incremento de casos. Ojalá sea sólo este tiempo y no más, porque en otros países fueron dos o tres meses. Veo lo que pasó en otros lados, que nos da cierta idea de lo que puede pasar acá.
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