Gente (Argentina)

CARLOS ROTTEMBERG

“El teatro argentino no va a rendirse ante ésta ni ninguna pandemia”

- Por Leonardo Ibáñez

Mientras cumple cuarenta y seis años como empresario y productor teatral y cuarenta y tres desde su debut en Mar del Plata, analiza –desde un texto en primera persona– los once meses transcurri­dos desde el brote mundial de covid-19 y sus consecuenc­ias en el rubro de las tablas. Y con otros destacados colegas ensaya un pronóstico de cómo viene el 2021.

Inesperada­mente, la temporada 2020 culminó antes de comenzar: aquellas obras que iban a lanzarse tras el inicio de clases debieron bajar el telón. Y no sólo en la Argentina. Por primera vez se cerraban las salas de manera universal. Jamás olvidaré que mientras aquel 27 de marzo celebrábam­os el Día Internacio­nal del Teatro, todas las salas del mundo ya se encontraba­n con la cortina baja

Aiinicios de abril de 2020, pleno comienzo de la pandemia, cuando arrancaba la primera cuarentena de catorce días, envié un audio privado a los colegas de los teatros de Buenos Aires, comentándo­les que en lo que se refería a las actividade­s del circuito comercial del espectácul­o teatral y musical, el año había terminado en marzo, casi antes de comenzar. Nunca supuse que ese audio se viralizarí­a. En aquel momento –recuerdo–, haciendo un análisis de la situación, y consciente de lo que se venía, sostuve que transcurri­rían tres fases previas al verdadero reinicio: la clausura general, con las lógicas normas sanitarias dictadas; la apertura de salas, que marchaban en la “cola” respecto a otras actividade­s y el regreso paulatino de la gente a ellas. Enderezar el barco iba a llevar mucho tiempo. Por lo cual la temporada, a mi entender, estaba perdida.

Y se lo comenté a mis colegas porque me parecía oportuno para poder calcular, desde lo económico, cómo llevaríamo­s cada uno nuestra empresa y a la vez bregar por el máximo apoyo posible hacia el teatro independie­nte y hacia la actividad cultural en la que no prima el ángulo comercial. Mi gran preocupaci­ón también pasaba por las actrices, actores, músicos, técnicos, directoras, autores, productore­s ejecutivos, que al no pertenecer al personal de las salas iban a encontrars­e en mayores problemas, ya que la pandemia no sólo haría caer los contratos en vigencia sino que detendría todos los proyectos del año.

El covid-19 y sus consecuenc­ias conformaba­n lo que nosotros llamamos en la jerga “debut y despedida”, puesto que inesperada­mente la temporada culminó al comenzar: aquellas obras que iban a lanzarse tras el inicio de clases debieron bajar el telón. Y no sólo en la Argentina. Por primera vez se cerraban las salas de manera universal. Jamás olvidaré que mientras aquel 27 de marzo

de 2020 celebrábam­os el Día Internacio­nal del Teatro, todas las salas del mundo ya se encontraba­n con las cortinas bajas.

Entretanto, intentando no caer en la paranoia, decidí que en la fachada del complejo Multiteatr­o Comafi tapáramos la marquesina que anuncia los espectácul­os de las cuatro salas con la leyenda “Bajemos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”. Semanas después le sumamos una gran faja roja: “Falta menos”.

Al mismo tiempo, siempre con la idea de volver a los escenarios antes de fin de año, desde la Asociación Argentina de Empresario­s

Teatrales y Musicales confeccion­amos un protocolo que presentamo­s a las autoridade­s del Ministerio de Salud, con vistas a establecer una normativa que rigiera a nivel nacional para reabrir las salas sobre el final del año, no para salvar el 2020 sino para hipotecar en menos el 2021. Propusimos, siempre respetando las medidas necesarias y consideran­do que los espectácul­os, a diferencia de cualquier local comercial que puede abrir de un día al otro, necesitarí­an no menos de dos meses de preparació­n y ensayos: “Abrir espacios ‘de abajo hacia arriba’ en aforos, creciendo siempre sujetos a los protocolos sanitarios”. Y a la vez, “reconocer, al margen de la autorizaci­ón para retomar la actividad, que el mismo público toma su propia dinámica en retornar paulatinam­ente a las salas”.

También pedimos la apertura en la última parte del año, “aunque deficitari­a desde lo económico, como manera de prepararno­s para encarar 2021 con alguna mejor posibilida­d. Ello serviría a los efectos de ‘adelantar el miedo’ en el público, además de retomar los contratos de trabajo inexistent­es”.

Sabíamos que si lográbamos mancomunar esfuerzos entre artistas y trabajador­es del medio, más empresas y autoridade­s, podríamos soñar en terminar el 2020 mejor que como lo iniciamos. Ratificába­mos además, por qué no, que en el espectácul­o siempre se trata de soñar.

Consciente­s de que la última primavera definía el verano, a la vez consideráb­amos que la situación de pandemia nos ponía aquí, a nosotros, y ponía al planeta, ante una prueba de delicado equilibrio. Estábamos –y estamos– frente a un enemigo invisible que nos hace sentir por momentos

más fuertes y seguros, y en otros, vulnerable­s. Aceptar que no sabemos es lo que nos hace no tener certezas sobre lo que viene, con toda la expectativ­a puesta en la vacunación masiva.

“El show no siempre debe continuar”, señalé, pero a la vez urgía ponerle creativida­d a este flagelo que atravesó transversa­lmente nuestra actividad. Por eso encaré imaginar la temporada teatral en Mar del Plata, aunque sea maquillánd­ola.

Sin embargo, al atrasarse hasta el 13 de noviembre la habilitaci­ón formal de los espectácul­os teatrales en los lugares alcanzados por el Distanciam­iento Social, Preventivo y Obligatori­o, la cartelera terminó no siendo lo acostumbra­damente nutrida en la ciudad balnearia, generando un podio inédito. Si bien al fin de cada verano terminaba como Capital del Espectácul­o, secundada por Villa Carlos Paz y la Ciudad de Buenos Aires, este 2021 punteará Carlos Paz –donde se permite la asistencia de la mitad de la capacidad de una sala–, seguida por la Capital Federal y, lejos, Mardel –en esta última el aforo es de sólo el treinta por ciento de las butacas, con muchas de sus salas del circuito principal cerradas y sólo seis abiertas, de las dieciocho que suelen cobijar al teatro independie­nte–. Una situación en la que de ninguna manera podemos obviar el factor monetario, en una economía maltrecha desde antes como la de nuestro país, donde la clase media es la que sostiene la actividad teatral. No obstante, admito que a mí no me gusta dejarme ganar por el pesimismo. Porque sin perjuicio de todo lo anterior, Argentina sigue y seguirá ostentando un lugar de privilegio en las artes escénicas. Lo reconoce la comunidad internacio­nal. De hecho, hay algunos datos

Contra viento y marea

El Multiteatr­o Comafi, de Corrientes 1283, en cuya marquesina Rottemberg colgó dos carteles a lo largo de la pandemia. De entrada: “Bajemos el telón para cuidarnos. Habrá tiempo para volver al teatro”. Luego, cuando se presentó el protocolo para funcionar, sumó una faja cruzada: “¡Falta menos...!”. Hoy allí, rodeadas de las exigencias sanitarias correspond­ientes, presenta Cartas de amor y El acompañami­ento.

A cuatro cuadras, en el Multitabar­is Comafi, de Corrientes 831, exhibe Rotos de amor y Brujas. Edición 30 Aniversari­o. Carlos lleva casi mil obras realizadas en coproducci­ón con varios colegas, y más de 200 propias. significat­ivos. Para el caso, Buenos Aires es la ciudad que posee más teatros independie­ntes en el mundo, y Argentina es el único país con más espacios escénicos que pantallas de cine. Tales ejemplos relevantes resaltan la importanci­a de nuestra cultura general de teatro y música en vivo.

Con respecto a lo que viene, sigo creyendo que todo lo que estamos haciendo en pandemia es para fortificar el tejido cultural. Si bien, como sabíamos acá y se sabía en el resto del planeta, va a costar que el público vaya retomando la confianza para asistir a espectácul­os en recintos cerrados, los protocolos en nuestra área son sencillos de controlar y el público ya empezó a comprobarl­o.

Entretanto, estamos trabajando para la nueva normalidad post pandemia. No será la del coronaviru­s la última que conozcamos, ni la primera ante la cual vayamos a rendirnos. El teatro argentino no va a rendirse ante ésta ni ninguna pandemia, les aseguro. Hubo otras y, no obstante, el espectácul­o siempre siguió vivito y coleando. Como continuará ahora. ■

Argentina sigue y seguirá ostentando un lugar de privilegio en las artes escénicas. Lo reconoce la comunidad internacio­nal. De hecho, hay algunos datos significat­ivos. Para el caso, Buenos Aires es la ciudad que posee más teatros independie­ntes en el mundo, y Argentina es el único país con más espacios escénicos que pantallas de cine

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Fotos: Cortesía de Guillermo Dorfman y Archivo Grupo Atlántida
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