EL CELULAR MODIFICÓ NUESTROS VÍNCULOS
Es difícil recordar cómo era la vida sin celulares, sobre todo cómo lográbamos comunicarnos con otras personas a distancia solamente a partir de llamadas a teléfonos de línea o cartas. Los celulares, especialmente los smartphones, modificaron nuestras formas de vincularnos, arrasando con todo lo conocido. Por eso, cuando pensamos y reflexionamos al respecto, solemos cuestionarnos cómo estos dispositivos transformaron de manera radical nuestros vínculos con los demás.
El famoso slogan “desconectar para conectar” puede funcionar como disparador para repensar el uso que les damos a los smartphones y cómo nos afecta vincularmente. Lo interesante (¿o preocupante?) es lo poco que nos detenemos a reflexionar sobre la relación que tenemos nosotros con el celular como espacio, dispositivo y extensión de nuestro cuerpo. Más allá del nexo con otros: ¿Cómo nos llevamos con nuestro celular? ¿Cuánto lo necesitamos?
¿Cómo nos sentimos cuando no lo tenemos al alcance de la mano? Nos despertamos y lo miramos, nos acostamos y lo miramos. Vamos al baño y lo miramos. Estamos entretenidos en una charla y, casi sin darnos cuenta, lo miramos. Nos enganchamos con una peli y, por reflejo, lo miramos. Incluso cuando nos preocupa nuestra extrema conexión, bajamos una app o usamos una función del propio celular... que nos alerta sobre cuánto lo usamos.
Toda una paradoja.
¿Por qué nos cuesta pensar cómo nos llevamos con este dispositivo con el que compartimos nuestra vida en forma simbiótica? ¿Cuánto decidimos respecto de los momentos de conexión y desconexión? ¿Cuánto nos cuesta desconectar sin estar ansiosos o pendientes? Pensar sobre nuestro bienestar digital implica repensar nuestro vínculo con los celulares. No para dejar de usarlos ni demonizarlos, sino para ser conscientes de nuestras limitaciones y pensar estrategias para sortearlas lo mejor posible. El objetivo no es plantearnos metas imposibles de cumplir, que acaban frustrándonos. La clave es ser reflexivos sobre nuestro vínculo con nuestro “nuevo mejor amigo” y decidir lo más conscientemente posible cómo nos llevamos con él.
(*) Directora de Educación en Faro Digital