OTAKU.
“Podés quedarte en los dibujos o acercarte a los personajes y descubrir las reflexiones que hay detrás”
Quiénes son, qué hacen y por qué disfrutan de los cómics y los vestuarios artísticos.
Los convoca el amor por la cultura japonesa. Más precisamente por el animé. Pero tienen algo más en común: el deseo de expresarse. Lo hacen a través de ilustraciones, música y cosplays. Se siguen en las redes, se cruzan en eventos y siempre tienen algún hallazgo para compartir.
“Antes, a la persona a la que le gustaba el animE era un bicho raro. Hoy estA mAs integrado” Akira Kaneto
En Japón se llama así a los fanáticos. “Se usa para las personas obsesivas”, dice Mati Mazzagatti, que veía animé cuando era chico y que después fue descubriendo otras facetas culturales del país asiático, desde el idioma –que intenta aprender– hasta la gastronomía –“el sushi no”– aclara. Enseguida Akira Kaneto –argentino, hijo de japoneses y egresado de un colegio de esa colectividad– lo salva con una explicación más precisa: “‘Otaku’ tiene un sentido diferente acá en Argentina al que se le da en Japón. Allá se refiere a alguien que es muy obsesivo con algo: capaz hay un otaku de los deportes que se sabe las fechas de cumpleaños de todos los jugadores de fútbol, por ejemplo”, ejemplifica. Usa más ejemplos: se puede ser fan de la música, de un club, de una región turística, etcétera. “Acá, en cambio, se denomina ‘otaku’ a la gente ligada a la cultura del animé. Tiene dos significados distintos: por un lado remite a aquellos a los que les gusta mucho algo, pero además, por ser una palabra japonesa, acá se usa para los fanáticos de la cultura nipona”, ilustra.
Ambos se reconocen fanáticos del animé y, como tantos, empezaron viendo dibujos animados japoneses. A diferencia de muchos, Akira vio los originales: a su casa llegaban VHS con episodios de Dragon Ball y Doraimon, entre otros, hablados en idioma original. “Aprendí a hablar japonés antes que español”, confiesa. Y reconoce que pasó poco tiempo hasta que estas animaciones y otras comenzaron a popularizarse. En su casa también había fascículos de manga (historietas), que son material de culto para muchos de sus pares otaku.
“Como en cualquier movida social, uno trata de identificarse con el grupo: acá hay gente que me entiende, que me trata bien, con la que comparto cosas. Hablamos de animé y podemos entablar una relación de amistad o equis. Inclusive encontrar al amor de tu vida”, comenta Micaela Di Giorno, más conocida como Biancacosplay, consciente de que es un fenómeno que se repite en muchos grupos sociales.
Priscila Jazmín Carpi apoya la idea: “En otros grupos las camisetas de fútbol, por poner un ejemplo, pueden funcionar como identificador. Acá todos tenemos remeras de animé, distintas, pero con algo común”.
Sus remeras suelen tener prints de viñetas japonesas o ilustraciones de dibujos animados del mismo origen. También es común que se tatúen esos motivos, que usen el pelo teñido en colores llamativos (o pelucas y extensiones, ya que añadir elementos lúdicos es una de sus especialidades) y que agreguen prendedores a sus mochilas –muchas veces inspiradas en ilustraciones japonesas–. Cada vez son más los fanáticos del animé –u otaku–, y es cada vez más común encontrar cierta complicidad cuando se cruzan. “Me ha pasado de tener una remera y que alguien me haga un comentario porque reconoce el dibujo”, cuenta Matías. Y Micaela enfatiza: “Es otra forma más del ser humano de encontrarse con pares”.
Sin embargo, “parecido” no es “lo mismo”. Bien lo saben los fanáticos del manga y el animé. Cuando uno comienza a indagar en la cultura otaku descubre múltiples caminos para recorrer: desde la variedad de personajes y estilos artísticos, hasta las formas de expresión, que incluyen frases, historietas, filmes y fiestas de personajes. Podría decirse que a los otaku –muchos de ellos cosplayers– les gusta disfrazarse, pero en realidad lo que hacen es ponerse en la piel de los personajes con los que, por alguna razón, se identifican.
A diferencia de lo que muchos piensan, los otaku no usan sus trajes para andar por la calle. No tiene que ver con el miedo a ser mirados, sino con cuestiones más prácticas. “Sería incómodo y son trajes costosos”, dicen casi al unísono Carolina Gatica y Micaela. Y explican: “Uno usa cosplay para las convenciones grandes como Comic Con o eventos de animé particulares. Pero no lo usás por la calle porque sí”. También para sacarse fotos y compartirlas en las redes. Ellas, al igual que Camila Lopetegui y Priscila, reconocen que les gusta estar detrás
Otaku’ tiene un sentido diferente en Argentina al que se le da en JapOn. Allá se refiere a alguien que es muy obsesivo con algo. AcA, se llama así la gente que estA ligada a la cultura del animE.
ARGENTINA COMIC-CON: CITA OBLIGADA PARA AMANTES DEL ANIME Por Leonardo Llinás, creador y presidente de Argentina Comic-Con
Hablar de la historia de los eventos de cultura pop en Argentina es entender la evolución de un mercado. Nuestro país tuvo una época de oro en lo que se refiere a la historieta en los 50’ y 60’, con artistas de reconocimiento internacional como Oesterheld y Solano López, entre otros. Dieron obras sublimes, pero no alcanzó para consolidar un mercado que produzca eventos masivos, donde miles de personas se reúnen a compartir sus gustos.
En las siguientes décadas, globalización mediante, llegaron obras que ampliaron el horizonte, desde franquicias como Batman, Superman y El Zorro hasta literatura fantástica y de ciencia ficción, o series de televisión como Star Trek y Battlestar Galactica. De repente se forjaba un universo fantástico, que daba cuenta de que existía una pasión y valía la pena ofrecer un espacio de encuentro.
Así nació, en los 90’, la Convención de Comics. Fantabaires logró captar esta necesidad de los fans de tener un espacio donde ver lo nuevo del sector. Sin embargo, lo que hizo crecer el interés fue el auge del animé. Los eventos estaban repletos de jóvenes realizando cosplay: era la nota de color de estas convenciones. Entonces, la revista Lazer –especializada en animé– daba mensajes claros: “Se puede ser cool y ver animé”; “Esto no es algo para chicos nerds”; “Es mejor que lo mainstream”; “Esto me representa más que lo convencional”.
Pasaron años antes de que hubiera un evento a la altura de las exigencias de los otaku. Recién en el 2008 llegó Animé Friends, una producción que lograría transformarse en punto de encuentro para fans de manga y animé. Evolucionó hasta que en 2013, finalmente, se realizó la primera edición de Argentina Comic-Con: la convención más importante de la cultura pop. Estoy orgulloso de haber creado este evento que hace feliz a muchas personas, cumple sueños y deja a muchos ser quienes quieren ser en un mundo fantástico, aunque sea por pocos días.
Mientras esperamos el glorioso regreso de Argentina Comic-Con presencial para 2022, nos aventuramos a presentar novedades, como el evento virtual, 100% gratuito, ACC Live Stream, o un festival al aire libre que tenemos pensado hacer a finales de este año. de cada detalle de vestuario. “Es copado hacerlo uno mismo”, dicen y aseguran que aun cuando uno no se dé tanta maña, es mucho lo que se aprende al elaborar los disfraces, con sus correspondientes accesorios.
Todavía hay algo más en lo que coinciden los otaku, especialmente los que pertenecen a la llamada Generación Z o centennials: en algún momento todos se sintieron “un bicho raro”. O eran los nerds en la escuela, o los que vestían de forma exótica, o tal vez quienes preferían mirar dibujos animados a ir a una previa. “Antes, la persona a la que le gustaba el animé era un bicho raro. Hoy está más integrado”, comenta Akira.
Bionda acota que además de que se popularizó el arte japonés, hay un mejor entendimiento de lo que transmiten las animaciones y viñetas. “Hay un montón de series de animé que son súper profundas y con mensajes que te empoderan”, sostiene. Akira coincide: “Hay quienes creen que el animé es infantil, pero hay muchos de estos dibujos que son para adultos, con bajadas de línea que proponen interesantes reflexiones sociales”. Y Matías acota: “Tal cual. Podés verlo y quedarte en los dibujos o acercarte a los personajes, tratar de entenderlos,
saber qué hacen”, concluye. ■