Con masa filo

Para el relleno, usé seis atados de espinaca que blanqueé y procesé. Después, corté una cebolla bien chiquita en brunoise y la reahogué en aceite. Esa cebolla la mezclé con 250 gramos de ricota, una taza de queso de rallar y dos huevos, y le sumé sal, pimienta y nuez moscada. Por otro lado, está la masa: para este tamaño de fuente, que es de 28 centímetros, usé dos pliegos de masa filo y los fui doblando, y entre cada capa puse aceite de oliva. Eso sí, antes de colocar la última hice cuatro huecos en el relleno y agregué cuatro huevos, que quedaron súper lindos. Para el toque final, esparcí queso rallado por encima de la pascualina antes de ponerla unos quince minutos en el horno. No más, porque la masa filo se cocina en un segundo: lo importante es que queden cocidos los huevos.

“En Belgrano viví hasta los 34 años cuando, después de tener a Sofi, que es mi cuarto hijo, sentí el click de que necesitaba vivir en un lugar más abierto y privado, para estar con los chicos y que ellos puedan andar tranquilos en bicicleta. Así que nos mudamos al barrio Camino Real (Boulogne, San Isidro), donde vivimos hasta que falleció Facu y necesité otro cambio. Desde entonces estamos acá, en Pacheco”

“De chiquita a mí me cocinaba mi mamá, Susana, que era lo más. Tengo mucho de ella, porque disfruto tanto como ella de preparar platos. Siempre fue mi amiga y compañera, y hoy la extraño, porque falleció hace dos años de un cáncer fulminante. Papá partió al toque también, no aguantó. Fueron dos años tremendos, porque después de todo eso arrancó la pandemia…”

“Más allá de cómo estemos, tenemos un país maravilloso al que todos los días, con un granito de arena, podemos hacer crecer. ¡Pido por favor que apostemos a esta lindísima Argentina!”