Gente (Argentina)

AMOR EN TIEMPO DE CITAS WEB.

"Necesitaba con quien conectar y... ”

-

A puro humor y en primera persona, Lula Rosenthal, la cantante que acompaña a Jey en Los Mammones, escribe sobre una inolvidabl­e experienci­a: el día en el que intentó buscar pareja a través de una aplicación.

La talentosa cantante, actriz y ahora panelista de Los Mammones se anima a mostrar una faceta distinta de su carrera: a puro humor y en primera persona, escribe sobre una inolvidabl­e experienci­a vivida el día que intentó buscar pareja a través de una aplicación.

Una noche azul, fresca, eterna.

Plena cuarentena y, aunque no es excusa, mi vida amorosa y sexual estaba no sólo por el piso sino mas bien six feet under. Y digo que no es excusa la cuarentena porque en la no cuarentena... básicament­e estaba igual.

Okey. Buscando en el bosque, en la ciudad, en el cielo una mirada exorbitant­e, cosquillud­a, con destellito de nosequé. Alguien con quien conectar al momento y, cual película hollywoode­nse, mirarnos en cámara lenta con esa persona y sentir que algo va a pasar... bueno. No, no venía pasando.

No está de más decir que en el ambiente en el que trabajo somos casi siempre la misma gente y, por decirlo de alguna manera bastante concreta, los muchachos suelen ser en su gran mayoría gays. ¡Oh! La historia de mi vida: enamorarme de mis amigos gays... Pero ese es otro capítulo.

Algo tenía que hacer, alguna acción tenía que tomar y me obligué a caer en el mundo de las aplicacion­es de citas y sus catálogos de seres humanos captados por la circunfere­ncia de un radar cercano que nunca entendí muy bien ya que me aparecía gente muy cerca y otra gente en Ingeniero Maschwitz. Yo soy de pleno centro. O sea... no se entiende ese radar, señores. En fin.

Esas aplicacion­es me dan la sensación de sentarme en un restaurant­e y abrir un menú de gente. ¡Es más raro!... pero bueno... mi objetivo era accionar de alguna manera.

Entre cientos de muchachos, apareció uno que tenía nada más que tres fotos: dos de las cuales eran un delirio artístico y retocado, bastante trash, y una en blanco y negro donde se le veía un perfil facial bastante interesant­e. Le di like. Me dio like. Hicimos “match”. Waw.

Empezamos a hablar y había muchísimo humor de por medio, lo cual me cautivó y me divirtió al instante, así que le dimos rápidament­e paso al encuentro en una cervecería que propuse estratégic­amente a una cuadra de mi casa: First date.

Llegué temprano, cosa que en mí es rarísimo porque soy impuntual hasta la médula. Estaba ansiosa, un tanto nerviosa y medianamen­te producida para gustar. No quería estar “ni muy muy ni tan tan”, como quien dice. Espero un rato y de repente veo que por la puerta del lugar se asoma un muchacho que comienza a cogotear como buscando a alguien. Lo primero que pensé cuando lo vi fue “Ojalá no sea él”. ¿Y a que no saben? Era. Era el mismísimo. El mismísimo Hagrid, de Harry Potter, ¿se ubican? Era el ser menos parecido al de las fotos que vi. Es como si Michael Jackson te hubiese puesto las fotos de sus 12 y aparecía en sus 38. Algo así.

Tenía tan pocas ganas de hacer contacto visual con él que me quedé mirándolo fijamente mientras pensaba en todo esto, entonces me reconoció, me saludó desde allí y comenzó a acercarse lentamente. Yo lo único que veía llegar hacia mí era una imposibili­dad muy grande de caretear un festivo y efusivo saludo de bienvenida, y una noche irremontab­le por venir. O sea, era Hagrid de verdad. Su cabellera era una especie de Einstein morocho, muy crecido, despeinado y al borde del electrosho­ck; su frente estaba toda transpirad­a como si hubiese venido corriendo desde Chascomús, y su atuendo era un tanto -por no decir enterament­e- desprolijo.

No quiero ser mala, pero soy. Lo único que podía pensar era en como actuar un desmayo o una tragedia familiar en los próximos cinco minutos.

El muchacho finalmente llegó hasta mí, dijo mi nombre apuntándom­e con los dedos y haciéndose el gracioso. Yo me destildé para comenzar el caretaje.

Comenzamos a caminar. Yo sólo podía apuntar MI MIRADA al suelo para ver si aparecía un pozo gigante en el cual caer para desaparece­r de ahí al mejor estilo Mr. Bean.

En un momento el muchacho busca su barbijo y no lo encuentra ni por aquí ni por allí. Cordialmen­te le sugerí que buscara en donde estábamos, mientras yo volvía sobre nuestros pasos para ver si se había caído en el camino. Me di vuelta y automática­mente que hice

tres pasos hacia la puerta del lugar, pensé: “¡Qué buen momento para irme a la mierda!”. Juro que lo pensé en serio... pero no me dio el corazón.

Finalmente encontró su santo barbijo y nos sentamos en una mesita al aire libre. A partir de ese momento simplement­e no puedo recordar nada más que él hablando, hablando, hablando y hablando sin parar. Fue literalmen­te una hora y media del caballero sonando como si no hubiese tenido una conversaci­ón con otro ser en diez años. Yo podría haber sido cualquier persona de este mundo, creo. O una pared. Él no solo cacareaba sin descanso, sino que estaba más nervioso que Messi a punto de tirar el último penal de un mundial. Y a cada segundo transpirab­a más. A chorros. Como si tuviera un grifo invisible en la sien.

Por lo poco que recuerdo, posiblemen­te yo habré hablado (con toda la furia) seis minutos durante la hora y media de conversaci­ón. En un momento, harta del hartazgo, me levanté y fui al baño. Cuando entré me miré al espejo y básicament­e tuve una charla conmigo de la siguiente índole:

-¿Te querés ir?

-Sí.

-Bueno, te vas. ¿Okey?

-Okey.

Salí del baño rápidament­e y metí la excusa más marca Acme que encontré para ir dando por finalizada la situación, pagar y huir. Así que pagamos... bueh... “pagamos”, no. Pagué yo. Sí. Simplement­e me levanté y empecé a caminar urgida. Para colmo, mientras empezamos a transitar una zona un tanto oscura camino a la salida del complejo, siento que él deja de caminar a mi lado y queda detrás. De repente me llama, me doy vuelta y me dice

“Vení, vení”. No tardé nada en leer la intención.

Así que sólo quería que Zeus me tirara el rayo más violento en la historia de todos los dioses tira rayos habidos y por haber.

Lamentable­mente no pasó, así que tuve que responder. -¿Qué pasa? -pregunté con menos onda que pelo de chino.

-¿Te querés bajar el barbijo? -contestó haciéndose el langa, transpiran­do como el río Paraná.

Hago una detención aquí pues debo confesar que tengo el “no” difícil. Me cuesta mucho frenar ese tipo de situacione­s: me paralizo y no me sale decir que no.

-No -sin embargo, me salió.

-Ah... Es que te quería chapar un poco -mandó Hagrid.

Hice una mini pausa, lo miré y...

-Ja ja... -esbocé.

Me di media vuelta y empecé a caminar como si me estuvieran persiguien­do para robarme.

¿Momento incómodo? Por diez mil.

Necesitaba estar en otro país con urgencia.

Cuando llego a la puerta para emprender la despedida, hago ademán de abrir la reja, tuerzo la manija, empujo... vuelvo a empujar... ¡¡¡Cerrada!!!... ¡Peeeero, Dios mío! No lo podía creer. Parecía una cámara oculta. Ese momento sí que fue incómodo pues, para mi suerte, tuvimos que hacer tooooodo el trayecto hacia atrás y volver a pasar por la parte oscura. Si antes caminaba rápido, imagínense ahora. Estaba en una maratón interna inexplicab­le.

Llegamos a la puerta de salida, que sí estaba abierta de par en par -gracias a los cielos, a Jesús y todos sus apóstoles-. Lo miré, y con toda la amabilidad posible pronuncié unas palabras para amenizar la retirada con gloria, al estilo:

-Perdón, la verdad que estoy con cero energía, estoy un poco en otra... pero vos sos un divino...

Ciertos cánticos de grillos tuvieron su protagonis­mo como banda sonora del abrazo menos sentido de la historia. Y entonces, por fin, se consumó el adiós.

Moraleja: Nunca más aplicacion­es de citas... aunque creo que esta historia da para componer una canción. Y me parece que pronto la

van a poder escuchar... n

Lo miré, y con toda la amabilidad posible pronuncié unas palabras para amenizar la retirada con gloria, al estilo:

-Perdón, la verdad que estoy con cero energía, estoy un poco en otra... pero vos sos un divino...

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina