LOS PROGRAMAS DE COCINA.
“¿Por qué se comieron la televisión?”, consulta el productor y showrunner Javier Francia, antes de sumergirse en el mundo de la gastronomía, para desentrañar los pormenores de un fenómeno que se inició hace siete décadas.
El productor y showrunner se mete en el mundo de la gastronomía analizando los pormenores de un fenómeno que se inició hace siete décadas y con la pandemia logró un suceso inusitado. Pero además sueña despierto: ¿Qué programa –y película– del género quisiera ver?
Los programas gastronómicos siempre dieron resultado en Argentina, país en un principio, con una gran cantidad de inmigrantes europeos, y que en los últimos años sumó a los hermanos latinoamericanos, quienes, entre otras muchas cosas, llegaron con sus platos, sus condimentos y su cocina. Todo un combo multinacional que generó una cantidad incalculable de platos y una mezcla única en un país tan amante de la comida.
Pero no podríamos hablar de un programa de cocina sin antes recordar a la número uno, a la pionera, a Doña Petrona Carrizo de Gandulfo, quien comenzara en la radio allá por 1932 y dos décadas después llegara a la televisión, para revolucionarla y cambiarla para siempre desde el programa Variedades hogareñas (1952). No sólo eso: en su momento su libro de cocina batió récords de venta incluso superando a autores como Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y hasta el mismísimo Martin Fierro de José Hernández. En las librerías nacionales había dos biblias: la religiosa y la gastronómica, de Doña Petrona. Su impronta, además, se convirtió en la apuesta previa al tremendo éxito de Buenas tardes, mucho gusto, que “saboreamos” desde 1960 a 1980 y dejó una huella que supo transitar en los Noventa el Gato Dumas. Sí, Carlos Alberto Dumas impuso un estilo de cocinar en TV. No tanto por el tipo de platos que realizaba, sino por ser un showman y un bon vivant que introdujo su experiencia al mundo de la gastronomía.
En 2000, cuando ya no alcanzaba con los programas de cocina, Pietro Sorba creó el canal El Gourmet, donde adquirieron popularidad cocineros (o chefs según como le guste llamarse a cada uno) como Donato de Santis, Narda Lepes, Germán Martitegui, Pablo Massey y Christophe
“En su momento el libro de cocina de Doña Petrona batió récords de venta incluso superando a autores como Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato y hasta el mismísimo Martin Fierro de José Hernández. En las librerías nacionales había dos biblias: la religiosa y la gastronómica, de ella”
Krywonis, entre otros. Y así llegamos a los tiempos que corren…
Seguramente coincidirán conmigo en que, si bien los buenos programas gastronómicos por lo general funcionaron, desde el comienzo de la pandemia en 2020, su crecimiento se tornó exponencial. Siempre fui amante de la cocina, pero la mayoría de las personas que conozco no: les gusta más comer que cocinar. Sin embargo, ninguna de ellas durante la pandemia dejó de buscar una receta por la web, o llamó a un amigo para preguntarle cómo se hace “eso tan rico que comí en tu casa”. Con tantos nuevos adictos a la pasión del buen comer, no resultó casual que la misma se extendiera a las pantallas, rompiendo, como nunca, los niveles de audiencia en la materia.
Hoy, entre esos ciclos brillan Cocineros argentinos (comenzó en 2009 y, con la participación de Guillermo Calabrese, Juan Braceli, Juan Ferrara, Ximena Saenz y Sofía Pachano y es uno de los programas favoritos por el público del buen comer), Qué mañana! (con Ariel Rodríguez Palacios, creador del Instituto Argentino de Gastronomía), Morfi (con Santiago Giorgini), Es por ahí (con Chantal Abad), el segmento de Almorzando con Mirtha Legrand (con Jimena Monteverde mostrando cómo cocinar lo que van a comer los invitados de Juana) y, claro, MasterChef (el reality que logró superar al gigante Marcelo Tinelli y su ShowMatch).
Mientras, BakeOff prepara su nueva temporada y Paramount Plus adelanta el estreno de Manos arriba chef, donde Germán Martitegui, Donato de Santis y Damián Betular competirán entre sí para averiguar quién de ellos es el mejor chef, guiando a un grupo de cocineros amateurs para hacer su mejor comida, ¿saben qué reconozco que me gustaría ver a mí? Algo así como Titanes en la cocina, una especie de MasterChef chefs, donde compitan los mejores cocineros, con un jurado de especialistas como, por ejemplo, Pietro Sorba y Elisabeth Checa. Así, temporada a temporada hasta que lleguemos al Mejor cocinero argentino. Si se animaran los cocineros a subirse al ring los mejores contra los mejores ¡que lindo sería verlo!
Tampoco estaría mal una buena película argentina sobre el tema, como alguna vez se lanzaron Una buena receta, El chef, Un viaje de diez metros, Sin reservas, Julie & Julia y, claro, Ratatouille. Si bien no tenemos restaurantes con estrellas Michelin, sí contamos con chefs que han ganado algunas y, sobre todo, con un asado de primera. ¿Se imaginan a Ricardo Darin compitiendo con Leonardo Sbaraglia por el campeonato mundial del asado? Para mí sería una delicia de película. ■
“Siempre fui amante de la cocina, pero la mayoría de las personas que conozco, no. Sin embargo, ninguna de ellas durante la pandemia dejó de buscar una receta por la web, o llamo a un amigo para preguntarle cómo se hace ‘eso tan rico que comí en tu casa’. Con tantos nuevos adictos a la pasión del buen comer, no resultó casual que la misma se extendiera a las pantallas, rompiendo, como nunca, los niveles de audiencia en la materia”