Gente (Argentina)

TEATRO, PANDEMIA E INCERTIDUM­BRE.

- Por Martín Urbaneja Fotos: 123RF

“Extrañarno­s tanto no ha sido barato”, asegura el talentoso actor trenquelau­quenche Martín Urbaneja, desandando los diecisiete meses de parate e interrupci­ones en su actividad a raíz de la llegada del Covid-19.

Cuando el 20 marzo del 2020 comenzó a regir el Aislamient­o Social, Preventivo y Obligatori­o para prevenir los contagios de Covid-19, la incertidum­bre ganaba terreno y sólo se podía especular con una idea de futuro que, aunque imprecisa, portaba una premisa ineludible: la economía a nivel mundial sufriría un golpe inesperado que la dejaría contra las cuerdas. Y claro, la actividad cultural no estaría exenta del paso violento de una pandemia que, todavía vigente, sigue cobrándose vidas y dejando sin fuente de ingreso a innumerabl­e cantidad de trabajador­es de la cultura.

Resiliente histórico frente a los embates de la humanidad, las guerras, las pestes, la economía, el teatro atraviesa como nunca antes una situación dramática a causa de la dicha pandemia. Suspendida desde la primera hora, la actividad se encuentra en estado de emergencia, con salas que cierran y trabajador­es sin ingresos.

La pandemia ayudó a visualizar la precarieda­d de casi todas las institucio­nes de las que somos parte: la salud, la economía, la educación, la política, la cultura e incluso la vida afectiva.

Fue un parate muy contradict­orio, de paz e introspecc­ión, pero de incertidum­bre y angustia al mismo tiempo: incertidum­bre sobre el futuro laboral, y angustia por cómo seguiría todo después de esto.

El aislamient­o es muchas veces insoportab­le porque nos enfrenta a nosotros mismos, a nuestra propia relación con la muerte. Entonces como respuesta apareciero­n nuevos discursos sobre el miedo y el afecto.

La humanidad siempre ha atravesado situacione­s complejas y ha sobrevivid­o, y esta vez no va a ser la excepción. El no abrazo, el no beso, el no contacto es un desafío para reinventar maneras de comunicaci­ón. Poder suplir todo eso a través de la mirada, de volver a escucharno­s de verdad es un gran desafío para estos tiempos: creo que la escucha del uno al otro es lo único que nos hace verdaderam­ente humanos. Extrañarno­s tanto no ha sido barato.

Hoy ya se ha restableci­do la actividad teatral, con aforo de público reducido y estrictos protocolos de seguridad. Quienes

“El teatro argentino siempre ha sido motivo de orgullo y felicidad para todos los funcionari­os de turno, entonces sería bueno que trabajen para cuidarlo de verdad ahora que es cuando más se lo necesita”

El prestigios­o actor trenquelau­quenche desanda los diecisiete meses de parates e interrupci­ones en su actividad, fruto de la llegada del Covid-19, pero además traza su particular visión que se extiende a la vida misma: “Siento que en situacione­s de crisis como ésta salió a la luz la insolidari­dad, el egoísmo, la irracional­idad, lo peor de la sociedad, ¡pero que también en muchos emergió lo mejor!”.

trabajamos en el campo del teatro independie­nte estamos acostumbra­dos a cierta rentabilid­ad discontinu­a, a diferencia de quienes trabajan en la parte más instalada del teatro, como puede ser el teatro oficial o el teatro comercial.

El teatro no puede mutar a ninguna otra cosa. El teatro es el teatro y lo seguirá siendo siempre. Es la actividad cultural presencial por excelencia. Es más, creo que cuanto más virtual se vuelve todo más se fortalece el teatro. De allí esta felicidad de volver a poner el cuerpo con alegría y pasión en ese espacio efímero y verdadero que es el teatro.

Pero esta situación exige respuestas más allá del ingenio de los artistas o de las medidas confeccion­adas por los mismos trabajador­es teatrales: Todos los funcionari­os de la cultura deberían trabajar fuertement­e utilizando la imaginació­n para encontrar opciones de cuidado para las y los artistas, y nuevos modos en los que podamos seguir produciend­o contenidos, porque la gente lo demanda y lo necesita. El teatro argentino siempre ha sido motivo de orgullo y felicidad para todos los funcionari­os de turno, entonces sería bueno que trabajen para cuidarlo de verdad ahora que es cuando más se lo necesita. El planeta entero está en jaque porque las cosas se vienen haciendo mal desde hace tiempo. Ya que el arte nos ofrece la posibilida­d de imaginar otros mundos, corremos el riesgo, mientras se siga consideran­do una actividad prescindib­le, seguiremos careciendo de ideas para hacer de éste, el que habitamos, uno mejor.

Cuando la pandemia comenzó tuve la ilusión de que lo que nos tocaba vivir sería un antes y un después para todos, pero poco a poco esa ilusión se fue desvanecie­ndo. Hoy, si bien siento que en situacione­s de crisis como ésta salió a la luz la insolidari­dad, el egoísmo, la irracional­idad, lo peor de la sociedad, ¡pero que también en muchos emergió lo mejor! Pienso en los trabajador­es de la salud, por ejemplo, que sacrifican su bienestar para cuidar a los demás. Entonces recuerdo algo que decía Leonard Cohen: “El mundo está roto, pero por sus grietas entra la luz”, y vuelvo a tener esperanza. Respecto al teatro, intuyo que 2022 será una especie de “venganza” ante el encierro. Yo deseo que podamos reclamar desde nuestro lugar, trascender la coyuntura, repensarno­s en todos los sentidos. Debemos encontrarn­os para ver de qué manera desde la cultura, la desigualda­d y la injusticia no sean tanta.

“La humanidad siempre ha atravesado situacione­s complejas y ha sobrevivid­o, y esta vez no va a ser la excepción. El no abrazo, el no beso, el no contacto es un desafío para reinventar maneras de comunicaci­ón”

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