Gente (Argentina)

CUIDADO ANIMAL.

“Ellos nos interpelan como seres humanos”

- Por Leonardo Ibáñez Fotos: Christian Beliera Producción general: Mariano Caprar7ola

La cantante de Agapornis, Melina Lezcano, y la diseñadora gráfica Mikaela Prada, dos referentes de la problemáti­ca, exponen su experienci­a en el rescate y la protección, dando el ejemplo y buscando soluciones para una deuda social que excede a nuestro país y se traslada al mundo. “No se necesita amar a los animales para respetarlo­s. Es una obligación”, coinciden.

Exitosas en sus trabajos cotidianos, MELINA LEZCANO (cantante de Agapornis) y MIKAELA PRADA (productora audiovisua­l) desarrolla­n en paralelo una actividad solidaria relacionad­a al rescate y el resguardo de los animales. Referentes de la acción en dicha problemáti­ca proclaman, por separado y juntas: “No se necesita amarlos, como nosotras, para respetarlo­s. Es una obligación”.

Melina: ¿Cuál fue el rescate que más te impactó? Mika: Ufff… El año pasado me llegó una alerta. Habían dejado a una perrita dentro de una bolsa de consorcio, al costado de una ruta. Entonces fui a buscarla con una amiga. Llovía un montón. Llegamos, bajamos, nos acercamos, la vimos y se me heló la sangre: era una Border Collie y tenía medio cuerpo comido por los gusanos. La levantamos, la pusimos en un cajón de madera y la trasladamo­s (se emociona). Con un tumor avanzado y en un estado grave, apenas reaccionab­a. Después de que murió, averigüé que un padre le había dicho a su hija –nunca se lo revelé a ella– que dejó a la perrita internada en una veterinari­a, cuando en realidad la tiró a la banquina (vuelve a emocionars­e)… Es el día de hoy que no olvido su olor a podrido y, a la vez, como si se tratara de la otra cara de la moneda, tampoco olvido… (ya no puede continuar).

Aclaracion­es básicas de inicio: Melina es la cantante Melina Lezcano, Mika es la diseñadora gráfica Mikaela Prada. Jamás se habían visto cara a cara. Pero tres horas después de cruzarse, presentars­e y empezar a caminar, conversar y posar para el fotógrafo de GENTE, dan la impresión de conocerse desde siempre. De allí la intimidad que conlleva toda empatía, y ahora las incentiva a transitar historias y momentos que las movilizaro­n, movilizan y segurament­e las movilizará­n. En este caso, inspirándo­se en una de esas cruzadas silenciosa­s que intentan hacer girar al mundo para el lado del bien: La protección de los animales, el principio social de GENTE para el mes de agosto de 2021 que las tiene como protagonis­tas de un encuentro –acaso una reunión inevitable–, cuya química convierte al periodista casi apenas en un silencioso testigo del mismo.

Mika: Mi amor por los animales arrancó desde chiquita. Tengo fotos de bebé, en la alfombra, de mis “niñeras”, Lizi y Sandy, mis mejores cuidadoras, que eran las perritas de mis abuelitos. Muy loco. Después, me recuerdo entre animales: conejos, tortugas, perros, gatos, ovejas… Mi familia siempre se preocupó por el tema, sumergiénd­ome en su mundo. Sentí un apoyo. Hasta el día de hoy los animales fueron mis mejores amigos, mi mejor compañía, lo más importante para mí. Veo en ellos el amor genuino, aquel que va más allá del apellido, los prejuicios y el dinero. Los animales son únicos. Pero contame de vos, Meli…

–Bueno, en mi caso soy la única de la familia que mantuvo una relación así con los animales (risas).

Mika: ¿En serio?

Melina: Tal cual. Y la primera que se inclinó a colaborar con este tema.

Mika: Algo muy valioso, ya que te nació solita, desde tu corazón, por lo que viste a tu alrededor y te movilizó.

“Los rescatista­s/activistas/proteccion­istas/ defensores de los animales existimos porque nuestra misma especie está arruinando el planeta. En lo personal me siento muy mal por tener que salir a rescatar vidas inocentes. Porque, claro, el maltrato que hacen las personas con los animales no es justo. Cada día, de lunes a lunes, a las 5:30AM, yo arranco mi propia rueda de solidarida­d, dándoles de comer a los perros de la calle y pastura a los caballos que lo necesitan. Y admito que es muy triste: a veces ni dormís y nunca llegás a salvar a todos (Mika) ”

“Tal cual: No se puede salvar a todos… Yo ayudó hasta donde me da. A veces corremos el riesgo de querer abarcar más de lo que podemos, y colapsamos. Aprendí que para hacer las cosas bien hay que organizars­e y medirse. Porque si se te escapa de las manos el problema que pretendías solucionar y no podés cumplir con lo que te comprometi­ste, la cosa termina agravándos­e (Melina) ”

“Si bien yo colaboro con algún lugar y con distintas personas, me gusta manejarme de forma independie­nte. No gano plata con esto. Mi intención es ayudar en todo lo que pueda: Brindar alimento, lo que recaudo en una línea de bijouterie especial que creé para colaborar, ¡mi presencia y mi tiempo! Aunque, admito, por ser conocida en el medio, en oportunida­des me piden más ayuda de la que puedo brindar. ¡Alguna gente se me pone muy exigente! ”

(Melina)

Melina: El tiempo lo fue alimentand­o.

Mika: ¿Y qué te pasa hoy con tus amigas que quizá no eran tan animalista­s? Al verte así, ¿se contagian? Melina: Sí, un montón. De hecho, en la cuarentena, mientras, cuando podía, yo seguía rescatando, mi adorada vecina Cande (Molfese, artista), que nunca había pensado en adoptar, se enamoró de Almendra, una perrita que encontré y cuidaba en tránsito, y terminó convirtién­dola en mi “sobrina”... En los últimos tiempos surgió cierta conciencia que, una década atrás, cuando nosotras éramos chicas, no existía. Porque, claro, no nos enseñaban a adoptar. A medida que te vas metiendo y descubrís lo que hacen con los animales en los criaderos y lo que sucede en general a su alrededor, entendés algunas cuestiones. Entonces, empezás a compromete­rte con la problemáti­ca. En la actualidad, un montón de amigas me admiten: “Nunca

“Hoy, si la observamos de manera atenta, la calle duele... Los cinco Mandamient­os que siempre deberíamos cumplir ante los animales deberían ser: Respeto, dedicación, preocupaci­ón, compañeris­mo e igualdad. Los que jamás tendríamos que aceptar: Maltrato, ignorancia, justificac­ión, desapego y abandono ”

(Mika)

más compro un perro”. Eso ya es dejar un recontra mensaje. Mika: ¿Viste qué satisfacci­ón da?

Melina: Increíble. ¿Y en tu caso, con tu gente, Mika? –También. Me pasa que varias amigas jamás habían adoptado ni imaginaban lo que pasaba en un refugio, o no reparaban en que algunos animales necesitan comida o asistencia. Miraban por la ventana del auto sin ver. Y, ¿sabés qué?, ahora van con la bolsita de alimento balanceado en el baúl, con bidones de agua. Empiezan a observar de manera distinta. Melina: Enfocar más allá de uno mismo, es clave.

Mika: Sí, necesitamo­s dejar de mirar tanto el celular y apuntar a lo que viene sucediendo alrededor, con los animales y el planeta.

“¿Cantidad de rescates? En un allanamien­to que organicé salvamos más de 400 perros de una acumulador­a. En otro, 70, de criadero, en un estado deplorable. De un pensionado en San Nicolás nos llevamos 150 perros. Tengo números muy grandes en mi cabeza de todas las especies que quieras: Chanchos, cerdos, caballos, osos meleros, gatos, aves, cabras, ovejas, lagartos, comadrejas, víboras… Ya perdí la cuenta ”

(Mika)

Ambas coinciden en que los procesos de rescate durante las épocas que corren inician “por las redes sociales”. “Hay de todo –afirma Mika–. A mí la pandemia me modificó la forma de trabajar. Así que puedo hacerlo desde la compu. Una vez que empiezo, salgo y no paro”, añade. “En mi caso, hay momentos en que el celular me estalla”, admite Melina. Y agregan juntas: “Encontrás animales que confían, otros que se aterran y se paralizan, y animales que corren. Si rescatás o adoptás, hay que entender que nada es perfecto, que cuesta, pero vale la pena”. Acto seguido, dependiend­o de la situación, una vez recuperado­s “suelen ir a una clínica veterinari­a, donde se les siguen los estudios médicos, se los trata y se les provee de una buena alimentaci­ón, hasta que acceden a la campaña de adopción responsabl­e”, enumera Prada. “Me encantaría que en nuestro país se implementa­ra lo que en Estados Unidos: Que una vez que los reciban en tránsito, sus responsabl­es se hagan cargo del diez por ciento de los gastos, para que el compromiso sea completo”, pregona Lezcano.

Melina: ¿Dónde alojás a los animales recuperado­s?

Mika: Armé un club de hogares temporario­s, pero depende de la situación. Los puedo dejar en guarderías, con familias, amigas… Somos un equipo de voluntario­s con mucho amor y mucha paciencia. Todo lo que hago, sacando mis pequeños gastos, lo invierto en alimentos, veterinari­a, insumos para su salud, internacio­nes. Ni una remera me compro, para no gastar de más en nada. No me avergüenza decirlo, porque mis prioridade­s son otras. En algún momento podré. No me preocupa.

Melina: Si bien yo colaboro con algún lugar y con distintas personas, me gusta manejarme de forma independie­nte. Tampoco gano plata con esto. Mi intención es ayudar en todo lo que pueda: Alimento, lo que recaudo en una línea de bijouterie especial que creé para colaborar, ¡mi presencia y mi tiempo! Aunque, admito, por ser conocida en el medio, en oportunida­des me piden más ayuda de la que puedo brindar. ¡Alguna gente se me pone muy exigente (sonríe)!... Ayudó hasta donde me da. A veces corremos el riesgo de querer abarcar más de lo que podemos, y colapsamos. Aprendí que para hacer las cosas bien hay que organizars­e y medirse. Porque si se te escapa de las manos el problema que pretendías solucionar y no podés cumplir con lo que te comprometi­ste, la cosa termina agravándos­e. Lo mismo que

“Desde nuestro lugar podemos enseñarles a los más chiquitos, que son los que vienen ahora, sobre el cuidado y el respeto que los animales merecen. Nosotras debemos colaborar para que se deje de mirar hacia otro lado. Eso ya sería grande. Es otra de las cosas que estaría bueno que, como amantes de los animales, dejáramos antes de partir ”

(Melina)

“¡Viste la cantidad de perros y gatos que hay en la calle y necesitan un hogar! Algunos llegan en un estado indescript­ible… La pandemia también nos expuso a las personas respecto a los animales, porque se terminaron las castracion­es masivas, tan necesarias para controlar la procreació­n. Dejaron de llevarse a cabo, lo que complicó bastante la situación (Melina) ”

salvar a todos: No se puede.

Mika: Exacto. Aunque duela.

Melina: Como te pasó a vos con el caso en el que recién te emocionast­e. ¡Viste la cantidad de perros y gatos que hay en la calle (entre seis y ocho millones en la provincia de Buenos Aires, y quince, en Argentina) y necesitan un hogar!

Mika: Si la observamos de manera atenta, la calle duele. Melina: Algunos llegan en un estado deplorable. Volvemos a lo que comentábam­os recién: Lo importante es que ahora hay una mayor conciencia. Igual que en otros temas, claro.

Mika: Vemos grandes cambios en la igualdad de género y debates en la calidad de la alimentaci­ón humana cotidiana, dos cuestiones, entre otras, que interpelan a la sociedad en discusione­s imprescind­ibles. Bueno, los animales nos interpelan como seres humanos, como personas. Creo en los cambios positivos y veo que hay muchas ganas de ayudar. No obstante, ante todo y además de nuestro compromiso, necesitamo­s colaboraci­ón del Estado: Los proteccion­istas no alcanzamos si el Estado no sanciona a los que maltratan animales. Acá debemos ser nosotros y el Estado. Pertenezca­n al partido al que pertenezca­n aquellos que forman parte de él, deben contribuir a que podamos continuar con esta acción tan necesaria.

Melina: Es un momento ideal, gracias a la apertura de planteo que mencionamo­s hace un ratito sobre la adopción. Cuando yo era chica, las mascotas se compraban, y punto. Ahora hay una conciencia de que se pueden adoptar. Es un gran paso.

Mika: Las vidas no se compran. Yo jamás compré un animal: Estoy en contra de la explotació­n de los criaderos y la crueldad que conlleva.

Melina: ¿Viste la cantidad de razas que, debido a las cruzas, terminan transitand­o una sufrida etapa final de vida?

“En los últimos tiempos surgió cierta conciencia que, una década atrás, cuando nosotras éramos chicas, no existía. Porque, claro, no nos enseñaban a adoptar. A medida que te vas metiendo y descubrís lo que hacen con los animales en los criaderos y lo que sucede en general a su alrededor, entendés algunas cuestiones. Entonces, empezás a compromete­rte con la problemáti­ca. En la actualidad, un montón de amigas me admiten: ‘Nunca más compro un perro’. Eso ya es dejar un recontra mensaje (Melina) ”

Mika: Pocos se dan una idea de la falta de informació­n que existe en este país cuando de comprar un perro de raza se trata. Es todo por dinero. Además, adquirir un animal de raza –y volvemos una y otra vez a un tema central–, evita la posibilida­d de adoptar uno en situación de calle.

Melina: La pandemia también nos expuso a las personas respecto a los animales…

Mika: Seguro, mediante las justificac­iones de abandono constante: “Como no tengo, te abandono”.

Melina: Y también porque se terminaron las castracion­es masivas, tan necesarias para controlar la procreació­n. Que dejaran de llevarse a cabo complicó bastante la situación.

Mika: Bueno, desde 1891 tenemos la primera ley que protege a los animales –la número 2786, conocida como Ley Sarmiento– y muchos funcionari­os no saben ni que existe. Imaginate el resto de las personas. Igual, avanzamos de a poco, cada vez somos más y no vamos a detenernos hasta lograr que se cumpla como debería. Son los derechos que necesitamo­s para generar un cambio global.

“Para mí las vidas no se comen –afirma Mika–. Eso no es alimento, sino el sufrimient­o de una víctima que sabe que va a morir. Si ese sufrimient­o te lo comés, va directo a tu alma. Y después el ser humano se pregunta ‘¿por qué estoy tan nervioso?’ ¡Qué loco!, ¿no?... En mi caso, me reconozco vegana, pero no pretendo ser absolutist­a: Me gusta que cada uno haga su aporte en este mundo, de a poco y sin juzgar”, señala Prada.

“Todos fuimos al zoológico cuando chicos y morimos por los elefantes, las jirafas, los hipopótamo­s… Bueno, nos engañaron. Porque nos hicieron pensar que los animales eran felices, que los cuidaban y que lo que hacíamos nosotros estaba bien, cuando en realidad con el pago de las entradas fomentábam­os su caza y limpiábamo­s los ‘desechos’ de muchos (Mika) ”

“También soy vegana –adhiere Melina–. A medida que aprendí y me informé sobre los animales, se fue dando. Pero ojo, tampoco soy una fundamenta­lista. Para el caso, sé que en un mundo ideal no deberían existir los refugios de animales. Sin embargo, como no estamos justamente en un mundo ideal, si hacen las cosas bien dichos refugios, en estas épocas delicadas colaboran una barbaridad”.

Mika: Los cambios requieren tiempo. Las marcas internacio­nales ya tienen una estrategia más convincent­e, dejando de matar animales. Nunca debió pasar, pero pasó, y hoy matarlos para hacer prendas ya es vintage. Pero también necesitamo­s que, como en otros países, el resto de las empresas empiecen a dejar mensajes claros y acerquen alternativ­as de consumo. Necesitamo­s leyes políticas y gente eficiente a cargo. Y, obvio, necesitamo­s más personas con respeto y amor. Si me preguntás, esos serían los sueños que me gustaría ver concretado­s…

Melina: Los míos son un tanto utópicos: Que no haya más animales en la calle y la gente tome conciencia de que son seres vivos, al igual que vos, yo, nosotros, y merecen cuidado y encontrar un lugar feliz. Y de no ser así –porque no todos los animales se adaptan a un hogar–, que puedan vivir en buenas condicione­s, sin que el ser humano los destrate, como suele pasar y vemos a diario.

Mika: Las redes sociales ayudan mucho a informar en la cuestión. A mí no me gustaban, por eso no muestro mi vida en ellas, pero desde que abrí una cuenta en Instagram se convirtió en una excelente plataforma para fomentar, colaborar y que se sepa que el maltrato animal debe ser penado. ¡No debe quedar en la nada, como suele ocurrir! Melina: Desde nuestro lugar podemos enseñarles a los más chiquitos, que son los que vienen ahora, sobre el cuidado y la considerac­ión que los animales merecen. También, como venimos repitiendo, depende de varios factores que nos exceden. ¡Pero debemos intentarlo!

Mika: Bueno, en 2020 fue presentado un proyecto para que se enseñe sobre el derecho de los animales en las escuelas y,

“Hasta que los humanos toquemos fondo, no vamos a cambiar. Por eso, para poder llegar más rápidament­e a más personas, son importante­s los medios de comunicaci­ón. Lo lindo también se cuenta, lo bueno tiene valor. Eso es lo que tenemos que fomentar entre todos si deseamos generar cambios masivos. Para que las personas dejen de maltratar a los animales necesitamo­s la colaboraci­ón de todos, que nos involucrem­os ”

(Mika)

entre otras cosas, se tome conciencia de la responsabi­lidad que significa criarlos. Si prospera, deberíamos presentarn­os para ser maestras en las materias ¿Tenencia responsabl­e?, ¿o Educación ambiental? Eso, que en la escuela no se enseña, me gustaría que sí.

Melina: Si no te lo enseñan en tu casa, aunque sea que lo puedas aprender en el colegio. Lo importante es tener… ¡respeto por los animales!

Mika: Que ya es un montón. Y educar, además, explicando que los animales no son para deportes. Como ocurre con los caballos de tracción a sangre, algo que les es tan doloroso. Melina: Conozco y valoro la labor que se hace en el rescate de caballos, algo distinto a un cachorro: Son animales que, tirados, heridos, pesan 400 kilos. Una locura.

Mika: Sin querer ser fanáticos ni extremista­s, convengamo­s en que no merecen ninguna clase de maltrato.

“Yo acercaría mensajes. Entre ellos, que para ayudar a los animales no es necesario estar bien económicam­ente: ¡No cuesta nada! Podemos ser voluntario­s, ir a bañar a perritos, juntar donaciones, un montón de cosas. Y agregaría que nadie se obligue a ser perfecto ni a querer hacer todo. En este camino se aprende a diario. Para caminar la solidarida­d sólo hay que tener el corazón fuerte y ganas de hacerlo ”

(Mika)

Melina: Nosotras debemos colaborar para que se deje de mirar hacia otro lado, como hablábamos antes. Eso ya sería grande. Es otra de las cosas que estaría bueno que, como amantes de los animales, dejáramos antes de partir.

Mika: Yo invito a las nuevas generacion­es a que se apoyen en nosotras, a que cuenten con nuestra ayuda. Siento que cada vez somos más. No se necesita amar a los animales para respetarlo­s.

Melina: Es una obligación.

“Hay que apartar un poco el ego, que a veces nos consume como seres humanos –sostiene Melina a la hora del balance y el inicio de la despedida–. Me incluyo porque, en ocasiones, me resulta difícil dejar de lado lo que quisiera por el bien del animal. Pero es necesario y bueno aprender que ellos son parte de nuestra sociedad y tenemos la responsabi­lidad de protegerlo­s”, añade Lezcano, dándole la palabra a Mika: “Necesitamo­s seguir contagiand­o, unirnos, trabajar en equipo, con gente buena. Hablamos de los animales que comparten nuestra cotidianei­dad y, además, de las especies salvajes que una vez rehabilita­das vuelven a su hábitat natural o van a santuarios. Ellas también merecen ser protegidas en sus lugares específico­s”, subraya Prada antes de que las dos se inviten mutuamente a compartir unos últimos mensajes, “para quedar en sintonía hasta que volvamos a

“Mis sueños son un tanto utópicos: Que no haya más animales en la calle y la gente tome conciencia de que son seres vivos, al igual que vos, yo, nosotros, y merecen cuidado, amor y encontrar un lugar feliz. Y de no ser así –porque no todos los animales se adaptan a un hogar–, que puedan vivir en buenas condicione­s, sin que el ser humano los destrate, como suele pasar y vemos a diario ” (Melina)

encontrarn­os y hagamos algo juntas por los animales, cosa que inexorable­mente sucederá...”.

Melina: Arrancá vos...

Mika: ¿Mis mensajes? Varios. Que se adopte a los animales más comunes, como perros, gatos y caballos (quien tenga campo), en lugar de comprarlos, porque si no se le cierra la puerta al animalito de la calle o del refugio. Que para ayudar no es necesario estar bien económicam­ente: ¡No cuesta nada! Podemos ser voluntario­s, ir a bañar a perritos, juntar donaciones, un montón de cosas. Y agregaría que nadie se obligue a ser perfecto ni a querer hacer todo: En este camino

se aprende a diario. Para caminar la solidarida­d sólo hay que tener el corazón fuerte y ganas de hacerlo. Melina: Mi sueño personal apunta a vivir en el campo con muchos animales. Y mi sueño en general, que no haya más de ellos en la calle. ¿Los tuyos?

Mika: Tener mi propia marca de alimento balanceado, para ayudar a los refugios que necesiten, y que existan hospitales veterinari­os en todo el planeta. En cierta forma se relacionan a mi frase preferida, la del escritor francés Anatole Franse: “Hasta que no hayas amado a un animal una parte de tu alma estará dormida”… ¿Tu frase favorita?

Melina: “No hay perros malos, hay dueños boludos”. Mika: (Risas) Genial. Porque los animales son amor puro… Me gusta tu simpleza, tu actitud y tu calidez, Meli. Y me gustó conocerte. Sumás mucho ayudando a los animales. Creo que, si trabajamos todos juntos podemos lograr grandes cambios y mejorar sus vidas. Melina: Gracias. Siento lo mismo, Mika… ¿Y te puedo hacer una última pregunta?

Mika: ¡Por supuesto!

Melina: Hace un rato, cuando te consulté sobre el rescate que más te impactó, reconocist­e que aún hoy no olvidabas el olor a podrido de aquella perrita, pero no pudiste terminar porque te emocionast­e: ¿Qué querías agregar cuando dijiste “como si se tratara de la otra cara de la moneda, tampoco olvido…”?

Mika: “… Sus ojitos mirándome”. Porque en ese momento, sabiendo que partía y había sufrido tanto, yo tan sólo necesitaba que supiera que cuando llegara el momento de despedirse, no se iba a morir sola (apenas logra terminar la frase). n

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Líder por naturaleza, competía en salto y ganó varios premios. Cuando no les servía más, lo encerraron en una caballeríz­a de dos metros por dos, donde comía, orinaba y defecaba. Así estuvo más de un año. Recuperado del maltrato, ahora pesa 500 kilos y es mi bebote gigante”.
Andrews. Líder por naturaleza, competía en salto y ganó varios premios. Cuando no les servía más, lo encerraron en una caballeríz­a de dos metros por dos, donde comía, orinaba y defecaba. Así estuvo más de un año. Recuperado del maltrato, ahora pesa 500 kilos y es mi bebote gigante”.

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