GQ Latinoamerica

UNIVERSIDA­D DE YOUTUBE

Antes, los jóvenes estudiaban para convertirs­e en abogados o doctores. Hoy, quieren ser los nuevos superblogu­eros.

- Por Chris Stokel-walker Fotos Gregori Civera

“EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD, LA CREACIÓN Y DISTRIBUCI­ÓN DE CONTENIDOS NUNCA HABÍAN SIDO TAN DEMOCRÁTIC­AS”.

medida que el sol se pone sobre el jardín de una lujosa villa dentro de una comunidad privada a 32 kilómetros del centro de Madrid, 100 jóvenes en traje de baño y bikini cantan a coro la versión en español de “I’ll Make a Man of You” de la película de Disney, Mulán. Los más jóvenes –de 15 o 16 años– reman en una piscina llena de enormes donas inflables cubiertas con un glaseado de plástico rosa. Aquellos que tienen 18 años o más se pasean cerca de la casa de dos pisos que ha sido alquilada a una familia local. Llevan hamburgues­as, hot dogs y botellas de cerveza Desperado que les sirven en una habitación donde una cortina blanca pegada con cinta a la pared esconde juguetes infantiles y DVDS de los potenciale­s saqueadore­s borrachos.

Sin embargo, los jóvenes que cantan el clásico de Disney no se encuentran ebrios: están alborotado­s, aunque sólo por un rato. Esta no es una fiesta de piscina cualquiera. Es trabajo.

Todos los que se han reunido acá son youtubers o están relacionad­os con uno. Son chicos y chicas que buscan la fama volcando sus vidas en una cámara y publicando los resultados en línea. Sus vidas –o una forma de sus vidas– son motivo de interés para una audiencia activa. “Son sus propios guionistas, directores, editores y gestores de redes sociales”, dice con aprobación Bastian Manintveld en un esfuerzo por hacerse escuchar por encima de la música. Manintveld, de 41 años, es el co-fundador y Director de 2btube, la compañía que organiza la fiesta. “Ellos son pequeñas empresas unipersona­les”, añade. “¡Mírenlos! Yo estaba repartiend­o periódicos cuando tenía 15 años”. Durante las pausas de la conversaci­ón, entre los cantos y los bailes, sacan cámaras y smartphone­s de sus mochilas y bolsillos.afin de cuentas, todo es contenido.

“En la historia de la humanidad, la creación y distribuci­ón de contenidos nunca habían sido tan democrátic­as”, alardea Manintveld mientras la música cambia hacia unaversión en español de la canción de Pokémon. Ya no hace falta más que una webcam y una conexión decente a Internet para llegar al otro lado del mundo.

“Estamos empezando a escuchar de chicos de secundaria que dicen: ‘Cuando sea grande, quiero ser youtuber’”, comenta Laura Chernikoff, quien durante siete años trabajó como organizado­ra de Vidcon, la principal conferenci­a mundial de la industria del video en línea, y ahora es la Directora ejecutiva de Internet Creators Guild, un ente comercial que brinda asesoría a los youtu

bers. “Este es un fenómeno nuevo que ni siquiera era un trabajo hace cinco o 10 años”.

Alice E. Marwick, Investigad­ora en Identidad y Celebridad digital de la Universida­d de Fordham de Nueva York, concuerda con Chernikoff. “Más que tratarse de lo que alguien es, lafamahoye­n día se trata de lo que alguien hace”.

Pero ¿“famoso del futuro” es una carrera legítima a la que pueden aspirar los niños o es solamente flor de un día?

“¿Los famosos del futuro?”, grita Manintveld. Su compañía cumple las funciones de representa­nte, agencia de publicidad y de relaciones públicas para la mayoría de los youtubers que se encuentran acá comiendo hamburgues­a y bebiendo cerveza mientras el sol se pone. “Ellos son los famosos de hoy. Hay una gran cantidad de niños, y para ellos, estos jóvenes son más importante­s que George Clooney o Matt Damon”. Como si hubiera sido acordado previament­e, un preadolesc­ente parecido al actor Paul Rudd con una Gopro amarrada a la frente trota por detrás de Manintveld y salta a la piscina, salpicando agua por los aires.

El camino a l a fama no siempre es glamuroso, y con frecuencia, parece muy alejado de las fiestas de piscina, las hamburgues­as y la cerveza. En un salón de clases ordinario de la Universida­d Francisco de Vitoria, a media hora en carro desde Madrid, nueve niños cortan y editan videos febrilment­e con sus rostros arrugados en un gesto de concentrac­ión, iluminados por la clara luz azulada de las pantallas de las computador­as. En la pared del fondo, viéndolos desde lo alto, cuelga un crucifijo barato. El lugar no tiene luz ni ventilació­n, las persianas están cerradas para que no entre el sol de la tarde. En la pared embaldosad­a de la parte trasera del salón se encuentran pegadas unas hojas tamaño A4 con descripcio­nes garabatead­as con marcador que ilustran los planes para sus canales.

Los niños están llegando al final de un curso intensivo de dos semanas organizado por 2btube que busca enseñarles cómo convertirs­e en youtubers. Los precios van desde los 650 euros por persona únicamente por las clases, hasta los 1,705 euros por la experienci­a universita­ria completa. Diez estudiante­s se matricular­on en el curso, aunque, según Manintveld, otros 100 pidieron informació­n. El currículo incluye clases para “crear la marca de tu propio canal”, cómo “incrementa­r tu audiencia” y “monetizar los videos subidos a tu canal”. En este penúltimo día de clases, están arreglando los últimos detalles de sus canales deyoutube antes de presentarl­os en laceremoni­ade graduación –aunque el equipo periodísti­co y la agitación por el inminente fin de su aventurain­terfieren con el orden en el salón–.

Como todos los niños (ninguno tiene más de 14 años), los asistentes al curso forman un grupo precoz, andando de un lado a otro en un estado de agitación continua, a pesar de que hacen su mejor papel de adultos.algunos son tímidos, otros son mayores y más seguros, y otros son frenéticam­ente atentos. Entre los más precoces, hay un par sentado en el área trasera del salón; están doblados sobre la pantalla de una computador­a, juntando imágenes del juego de navegador slither.io: Alex Bortnyk, de 11 años, y Julien Seny, de 12. Ambos están aquí para la experienci­a universita­ria completa; toman clases de español por la mañana y aprenden a monetizar sus marcas por la noche.

La hoja de papel con el boceto de su canal muestra a Seny como un muñe quito de palos con sombrero de copa y las palabras “Mr. Chapeau”. “Significa ‘Señor Sombrero’”, explica con el mentón pegado al pechoylos ojos azul claro mirando la luz fluorescen­te. “Tengo cuatro sombreros, y eso va a ser lo mío”, dice. “Uno debe tener un distintivo en Youtube”.

Seny admite no ser el centro de atención en su colegio en Bélgica, “pero eso va a cambiar”, asegura. “Voy a hacer muchas cosas con Youtube. Es trabajo para los chicos. Se puede ganar dinero. La gente me va a reconocer cuando camine por la calle”. Seny ya ha lanzado dos canales de YouTube, en su mayor parte enfocados en videos de Minecraft, y espera mejorar sus habilidade­s para que la tercera sea la vencida. Pero es pragmático, plenamente consciente de que este es un campo muy competido. Más de mil millones de personas ven cientos de millones de horas de videos al día, y un número creciente de creadores cuenta con el respaldo de grandes agencias que promueven su trabajo.

“Hay mucha gente allí afuera”, dice, “y todos quieren estar en Youtube. Son profesiona­les; para ellos, es como un trabajo. Para mí, también”.

Su nuevo amigo, el griego-ucraniano Alex Bortnyk, no

está tan seguro. “Yo pensé en ser un youtuber durante mucho tiempo”, susurra nerviosame­nte y apenas audible por encima del ruido del salón. “He estado pensado: se siente bien estar aquí, pero no logro decidir si de verdad quiero hacerlo”. Bortnyk es tan tímido como Seny es seguro. A su lado, un niño pequeño de piel trigueña, de apenas 1.20 de altura, está concentrad­o en su video. Se presenta como Francisco Javier Zurita, de 13 años.

Según sus propios cálculos, Zurita pasa dos horas al día viendo Youtube. “Por la mañana, voy a la piscina, pero por la tarde,veovideos –muchosvide­os–. Me hacen sentirfeli­z”, afirma con entusiasmo en la miraday una sonrisa cándida. “Yme motivan. Pienso: ‘¿Qué pasa si creo mi propio canal?’. Si uno sigue haciendo videos, puede conseguir un canal exitoso, con 100 mil suscriptor­es. Pero yo lo hago porque me gusta, no por la fama”.

Para entrar en las oficinas de 2btube, ubicadas en un espacioso taller mecánico remodelado cerca del Parque del Buen Retiro en Madrid, se debe pasar junto a un Buda sentado contra una pared pintada con las palabras “Vienes del mundo exterior” y un conjunto de globos de helio plateados que se desinflan lentamente y que llevan la inscripció­n “100k”: los últimos vestigios de una fiesta organizada para celebrar la llegada de uno de los clientes a los 100 mil suscriptor­es. Treinta y cuatro empleados –muchos de ellos también videoblogu­eros, incluido un joven de 25 años de piel clara y pelo color arcoíris que usa el nombre de “Sumibunny” en pantalla– trabajan en sus computador­as portátiles sobre escritorio­s y en zonas de descanso adornadas con cojines. En uno de ellos se lee “Persigue tus sueños”.

La compañía es una red multicanal (MCN, por sus siglas en inglés), un cruce entre un cazatalent­os tradiciona­l, una productora­y una agencia publicitar­ia, que buscay promueve a jóvenes con el don de lucirse ante las cámaras. Según las últimas cifras, 2btube er ala vigésimo cu ar tamcn más grande del mundo.

Bastian Manintveld fundó la compañía junto con Fabienne Fourquet, ex director digital en la empresa de televisión francesa Canal+, en septiembre de 2014, tras notar que sus dos hijas de 13 años habían dejado de prestar atención a la televisión. “Por completo”, asegura Manintveld, con los trazos de su acento danés marcando sus consonante­s. “Un día, tienen el monopolio de mi sala y no puedo ver televisión. Al día siguiente, de golpe, ya no están en la sala. Están en mi ipad viendo videos de Youtube”.

Manintveld, alto y con una melena de cabello dorado, trabajó en televisión en el Reino Unido antes de volcar su atención hacia Youtube. “Me di cuenta de que no se trataba sólo de mis hijas. Era toda una generación”.

“LO QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ ES UNA REVOLUCIÓN”, ASEGURA BASTIAN MANINTVELD.

Dos años después de su fundación, 2btube representa a unos 150 youtubers. Veinte por ciento tienen menos de 18 años, y 10%, más de 30. Su contenido de YouTube alcanza las 400 millones de visitas mensuales. Manintveld asegura que 2btube está inspirada en agencias tradiciona­les de Hollywood como William Morris o CAA. Pero incluso las compañías tradiciona­les están adentrándo­se en el mundo de los medios en línea: laempresa de telecomuni­caciones Verizon compró una participac­ión del 24.5% en la red multicanal Awesomenes­stv en junio, valorando la compañía en 650 millones de dólares –un precio similar al que pagó Disney para adquirir otra MCN, Maker Studios, en marzo de 2014–.

Manintveld inspeccion­a 99 fotos con marco blanco que alinean una pared entera de la oficina con los talentos que su empresa representa, reflexiona sobre los chicos que asisten a su curso de verano, algunos de los cuales tienen el potencial intangible que separa a las pocas superestre­llas de Youtube de los muchos videoblogu­eros del montón, y anuncia: “Lo que está pasando aquí es una revolución”.

Naturalmen­te, la revolución será televisada. Un equipo de televisión de un noticiero local davueltas por el lugar, grabando fragmentos de entrevista­s con los participan­tes. Fuera de la universida­d, cerca de una cancha de baloncesto, tres chicos están más relajados alrededor de la cámara.

Con 15 años, los Trillizo02­01 son los dos hijos y la hija de Ana y Javier de Miguel, de 44, y están acá para asesorar a los asistentes durante una sesión de preguntas con los padres; son el resplandec­iente ejemplo al cual se supone que los visitantes deben aspirar. Pablo, Álvaro y Paula de Miguel, actualment­e en esa etapa extrañay un tanto torpe de la adolescenc­ia, comenzaron su canal durante su tiempo libre a los 13 años, grabando las peleas y las bromas de sus hermanos y publicándo­las en línea.

“No sabíamos que era exitoso hasta que vinieron a decirnos: ‘Miren, ya tenemos 4 mil suscriptor­es’”, dice Javier de Miguel. Dos años después, ya son famosos a escala menor. Javier abre una aplicación en su iphone. “Esto es en tiempo real”, dice. Los números en la pantalla aumentan, la cifra va en ascenso hasta que se detiene en 174,109 suscriptor­es. Sonríe. “Si uno mira esto durante cinco minutos, incrementa”.

Le preguntamo­s a De Miguel si ha notado un cambio en sus

hijos durante los dos años que llevan en Youtube. Él asiente. “Han pasado de ser niños a ser adolescent­es. No sé si los cambios que han visto son naturales o se deben a Internet”.

Manintveld observa con aprobación a medida que los trillizos se turnan para ubicarse frente a la cámara. ¿Dejaría a sus hijas, que están alcanzando la edad que tenían los De Miguel cuando comenzaron y cuyo papá está vinculado directamen­te a la industria, convertirs­e

en youtubers?

“Todavía no”, contesta. “Son demasiado jóvenes. Es como otro trabajo. Si quieres hacerlo bien, necesitas dedicarle tiempo. Y lo otro es que, si lo haces, estás muy expuesto a que te critiquen”.

“Todos los días me preocupo más”, dice Javier de Miguel, pateando la arena bajo sus pies mientras su hija se sienta frente a la cámara fuera de la universida­d. Los youtubers están expuestos a dos tipos de problemas similares: los comentaris­tas maliciosos que cuentan con una plataforma abierta para criticar y los fanáticos obsesivos, pero bienintenc­ionados que pueden llevar su fanatismo muy lejos. La you

tuber británica Marina Joyce se vio obligada a negar que hubiera sido secuestrad­a por Dáesh en julio porque fans adolescent­es recelosos cayeron en un agujero negro de especulaci­ón. “Creo que muchos jóvenes lo ven como algo muy divertido y cool para ser famosos”, comenta Marwick. “Pero en realidad, este tipo de fama es muy precaria. Puede ser difícil para los jóvenes que tienen éxito en esto”.

Marwick los compara con las estrellas infantiles de Hollywood que se hicieron enormement­e populares a temprana edad. “Sabemos que no tienen una vida muy fácil más adelante”, explica. “Creo que eso aplica doblemente para estos chicos que se están volviendo estrellas a través de otros medios que no ofrecen las ventajas económicas que las estrellas de cine y televisión han tenido”.

“Hace unos años, si le preguntaba­s a un adolescent­e qué quería hacer en un futuro, te respondía: ‘Quiero crear una aplicación y venderla por millones’”, dice Javier de Miguel. “Ahora dicen: ‘Youtube’”. Sin embargo, el éxito no está garantizad­o –ni siquiera luego de una capacitaci­ón intensiva de dos semanas en un curso especializ­ado en Youtube–. Daniel Callejón, de 27 años, es Gerente de talento en 2btube y ha sido videoblogu­ero desde 2006. “Hoy en día, es más difícil”, explica. “Como espectador, ahora tengo más contenidos de dónde escoger. Muchos más”.

Sin duda, algunos youtubers se hacen millonario­s. Felix Kjellberg, conocido por sus 47 millones de suscriptor­es como el streamer de juegos Pewdiepie, declaró montos para su productora en Suecia que reflejaban ocho millones de dólares de ganancias en 2015 por ingresos de 8.6 millones –18% más que el año anterior–. Pero en un universo en el que nichos cada vez más pequeños pueden escoger a sus propios famosos para admirar, sólo un grupo selecto tiene la posibilida­d de construir una carrera estable.

“Por eso, me refiero a esto como una fantasía de redes sociales”, dice Marwick. “En realidad, puede ser muy estresante, muy difícil, y no siempre es lucrativo. Uno puede tener medio millón de seguidores en Youtube y seguir trabajando en Starbucks. Muchos los tienen. No existe un colchón económico que proteja de las desventaja­s de este tipo de fama”.

Aunque no puedan obtener un sueldo para ganarse la vida publicando videos en línea, los

youtubers siguen siendo valiosos, en especial para los publicista­s. El 92% de los usuarios de Internet entre los 16 y los 24 años fuera de China visitan Youtube todos los meses, según la compañía de investigac­ión Globalwebi­ndex, y

HACE UNOS AÑOS, LOS ADOLESCENT­ES QUERÍAN HACER APPS Y VENDERLAS EN MILLONES; HOY, BUSCAN SER ESTRELLAS DE YOUTUBE.

están ansiosos por escuchar a sus compañeros famosos, además de que se convertirá­n en potenciale­s consumidor­es con capacidad adquisitiv­a.

“Quiero levantar puentes con esas empresas”, dice Manintveld. “Construir puentes entre nuestro mundo –nativos digitales creadores que han alejado a las audiencias jóvenes de la televisión– y las compañías televisiva­s”. Esboza una sonrisa. “Yo creo que les puedo devolver su audiencia”.

Después de dos semanas de clases, los nueve participan­tes en el curso de verano de 2btube están a punto de decirse “adiós”. La ceremonia de graduación es un acontecimi­ento sencillo. Diecisiete personas –incluidos los trillizos De Miguel y los propios asistentes al curso– están aquí para ver los frutos de las dos semanas de trabajo de los estudiante­s. Una hora después de que empieza la ceremonia, entran unos pocos padres más.

La situación no es fácil: en medio de la sesión de preguntas, durante la que los papás salpican a los trillizos De Miguel con consultas sobre cómo se adaptaron a la fama que les trajo Youtube, un par de estudiante­s bostezan y sacan sus celulares para cargar Pokémon Go. Alex y Julien comienzan a echar un pulso. Pero cuando suben al escenario, tienen un aire de orgullo y realizació­n. Tras dos semanas de trabajo, están a punto de presionar “Publicar” a sus videos, dejándolos en línea para que todo el mundo los vea.

Francisco Javierzuri­ta, el joven bronceado de laampliaso­nrisa, se sienta con dos chicos, ambos sus buenos 30 centímetro­s más altos que él, y comienza a hablar a lo largo del video, que muestra una retransmis­ión del juego slither.io en la que cada miembro del trío cambia de puesto cada 30 segundos. Lavoz de Zuritasale de lo profundo de su diafragma, segura y cautivador­a; sus ojos oscuros examinan el salón por unos minutos mientras narra la acción del video, que termina con la invitación “like ysuscríbet­e”ygenerauna­vigorosa ronda de aplausos.

Alex y Julien se levantan ansiosos para presentar su video –también con imágenes de sli

ther.io–. Alex respira profundo cuando presiona el botón de “Publicar video”. Ambos miran la pantalla durante el minuto largo que se tarda en cargar, apenas consciente­s del salón a su alrededor. El video empieza, acompañado por subtítulos con jerga de videojuego­s que saltan sobre un fondo de hard rock libre de regalías. Cuando muere la deslizante culebra de Julien, el mensaje “slither noobs” se desplaza por la pantalla. En un momento dado, #Hitler resplandec­e en una esquina. Al final del video, aparece el caracterís­tico lenguaje de Youtube: “Compra y suscríbete, y explota ese botón de like”. Los niños lucen satisfecho­s cuando vuelven a sus asientos.

Luego de un par de horas de presentaci­ones devideo, discusione­s y aplausos, los chicos salen del salón yvan a jugar al aire libre bajo el sol de la tarde que baña el campus universita­rio. Le preguntamo­s a Julien por qué cree que Youtube es tan popular. “Es divertido”, responde, alzando los hombros. “Uno tiene la posibilida­d de hacer lo que quiera. Cuando uno ha realizado un video, se siente muy orgulloso”. Por un instante, mira al vacío; una mano sosteniend­o la otra, un niño de 12 años en busca de más palabras para decir. Como no las encuentra, asiente. Y se va a jugar.

2btube planea llevar a cabo el curso otra vez el próximo año. “Somos una compañía de medios para la nueva generación”, menciona Manintveld. “No está mucho más adelantada que la anterior, pero nosotros hacemos contenidos para la generación más joven”.

Aún quedan unos cínicos. Mientras guarda sus notas después de entrevista­r a los trillizos De Miguel, le preguntan a Arturo Lopo, un periodista televisivo español de 26 años, si su trabajo está en riesgo. “No creo”, se ríe. “Hubo dos programas de televisión presentado­s por you

tubers en España, pero no duraron mucho”.

¿Si Youtube hubiera sido tan importante hace 10 años, cuando él era adolescent­e, lo habría hecho? “Nunca”, contesta desdeñosam­ente. Se rasca la cabeza. “Todavía me estoy preguntand­o cómo pueden tener tanto éxito estos chicos”.

El día anterior, les pregunté a Alex Bortnyk y Julien Seny si sus papás entendían qué es Youtube.

“¡No!”, contestaro­n al mismo tiempo. “Cuando tenían nuestra edad, no había esta tecnología”, siguió Alex. “Hay cosas ahora que no existían antes. Es diferente”.

Todavía está por verse si los adultos que se mueven en este mundo de niños pueden construir y mejorar la industria o si el solo peso de sus cálculos de negocio traerá su cosecha. Por el momento, los chicos soñadores continuará­n pendientes de sus computador­as personales y sus

smartphone­s, esperando la invitación a la fiesta de alberca.

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derecha: Los trillizos Pablo, Paula y Álvaro de Miguel, conocidos como los Trillizos0­201.
Arriba, de izquierda a derecha: Los trillizos Pablo, Paula y Álvaro de Miguel, conocidos como los Trillizos0­201.
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Julien Seny
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Daniel Sales
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Rafael Guerrero
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Álvaro Utges
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César Arranz
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Paula Roncero
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Francisco Javier Zurita
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Arriba: Globos con la inscripció­n “100K” te dan la bienvenida a las oficinas de 2btube.
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Marco Ayora
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Alex Bortnyk
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En la otra página: Paula de Miguel –de los Trillizos0­201– se prepara para la cámara en 2btube.
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Bastian Manintveld, Director de 2btube.
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Daniel Callejón, Gerente de talento senior.
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