CARTA EDITORIAL
Nunca he creído demasiado en los manuales de autoayuda y detesto profundamente las frases alentadoras que inundan las redes sociales en los fatídicos lunes de regreso al trabajo. No creo que existan paliativos para enfrentar una semana laboral ni curitas que suavicen el dolor de una herida emocional (salvo que las enmascares con algún ansiolítico, acudiendo al síntoma y no a la cuestión de fondo). Pero hay ocasiones en las que uno tiene que tirar sus convicciones por la ventana y descubrir que quizá sí hay ejemplos que nos llegan como bálsamo de Fierabrás para ayudarnos a capear el temporal.
El doctor Abraham Joshua Twerski es un psiquiatra de origen estadounidense experto en el tratamiento de la drogadicción y, además, un rabino jasídico con una enorme influencia religiosa en su comunidad. Autor prolífico, ha dedicado muchas de sus investigaciones a la comprensión del comportamiento humano. Uno de sus libros más famosos, When do the Good Things Start?, se basa en el análisis de esta cuestión a través del uso de las tiras de Charlie Brown, del añorado dibujante Charles Monroe Schulz, aquel que nos recordaba todo el tiempo que la mayoría de nosotros estamos más familiarizados con la derrota que con la victoria.
En un video que pueden ustedes encontrar en Youtube, el doctor Twerski, con su característica larga barba, analiza cómo se produce el crecimiento de la langosta. Este animal, explica, es un organismo blando que vive encerrado en una concha rígida que le protege de sus enemigos, pero cuya envoltura no crece. ¿Cómo se desarrolla, pues, la langosta? A medida que aumenta su tamaño, esa armadura empieza a ser una estructura opresiva y el bicho siente una presión cada vez mayor. Para completar su ciclo, se deshace de ese caparazón y se esconde para poder aumentar el tamaño de su cuerpo. Y así sucesivamente durante varias ocasiones. Podríamos inferir, y así lo hace el rabino, que el estímulo para el crecimiento de la langosta es la angustia y la ansiedad de su confinamiento. “Los tiempos de estrés también son señales de crecimiento. Si usamos la adversidad adecuadamente, podemos crecer a través de ella”, concluye de manera magistral.
En tiempos en los que nuestros éxitos se miden por clics y likes, cuando los paradigmas que teníamos asentados (la confianza en la democracia y sus instituciones, la certeza de que Y cualquier tiempo presente será peor que el porvenir, la seguridad en la benévola condición del ser humano) caen como hojas caducas en un temporal, siempre nos quedará una idea a la que aferrarnos. Como la langosta, sintamos esa presión sólo hasta el momento en que nos encontremos angustiados. A partir de ahí, únicamente nos queda crecer y desarrollarnos. Curioso. Parece decididamente una frase de autoayuda. Creo que la colgaré de nuestras redes.