GQ Latinoamerica

ZURIA VEGA

La actriz mexicana del momento se confiesa con nosotros.

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La actriz mexicana hoy atraviesa uno de los mejores momentos de su carrera. Zuria nos confiesa sus miedos, anhelos y cómo le gustaría reencarnar.

CuandoZuri­a Vega era ado- lescente, los amigos de su hermana mayor eran sus amores platónicos. Ahora, segurament­e, todos ellos son sus orgullosos fans. “La conozco desde hace años”, apostamos que le presumen en automático a la persona de al lado mientras ven a la actriz brillar en el cine, el teatro y la TV. Toda la vida ha sido dramática con res- pecto a llevar sus emociones al límite, nos confiesa. “Creo que por eso me volví actriz”, afirma entre risas. “De niña sí fui capri- chosa, claro, pero hoy mi válvula de escape personal es salir a correr, hacer ejercicio cuando tengo que echar fuera alguna emoción. Si uno se mueve, la energía también y las cosas se materializ­an”.

A sus 29 años, la actriz proyecta una imagen idílica de plenitud en esplendor (y lo sabe). “Soy mujer, me encanta serlo”, afirma con otra de sus sonrisas de catálogo. “Si existiera la reencarnac­ión, me gustaría regresar en forma femenina; no en alguien famoso, sino en una mujer del futuro para ver en otra época lo que pasó con nuestra lucha feme- nina en el mundo”, elucubra. “No me gusta la palabra ‘fracaso’, siempre he agarrado al toro por los cuernos”. Su otra gran fuerza proviene de un linaje artístico que le fluye en la sangre. Su hermana mayor es la actriz Marimar Vega y el menor es Gonzalo —también actor— , quien complement­a la triada de herederos de la pareja conformada alguna vez por el inolvidabl­e histrión Gonzalo Vegay la pintora de ascendenci­a española, Leonora Sisto. Sin duda, ellos le legaron parte del gusto, del coraje y el genoma necesario para trascender en esta carrera.

Zuria está casada con el actor Alberto Guerra (“el alma más libre que conozco”, asegura). Juntos han procreado una hermosa hija llamada Lúa. “Hay cosas que me preocupaba­n a los 25 y que hoy ya no. Que mi cuerpo haya creado a una personita me hace sentir muy especial; el ser madre me ha traído una realizació­n absoluta”. Y sí, efectiva- mente, se nota que es una mujer feliz. “No sé cómo me vea, ¡pero me siento súper!”, afirma. A ella no se le dan las trampas (y eso que sus roles favoritos son villanos como The Joker y Berlín, el personaje de la serie La casa de papel), y —más allá de las red carpets y los sets— se declara incapaz de usar sus poderes mágicos de actriz para manipular las cosas a su favor.

Lo que sí ha podido hacer es sumergirse en caracteriz­aciones como la de una ruda policía (El Equipo); también participó alguna vez en Mujeres asesinas y (casi) siempre es la chica buena de las telenovela­s. Pero otro de sus papeles más llamativos fue el de una bailarina sexy ataviada de colegiala en la puesta en escena Sin cura (2011). “Yo bailaba pool por deporte, y por esto asistí a un table dance real para aprender. Estaba nerviosa, pero fue divertidís­imo incomodar a la gente en el teatro, hubo una reacción inmediata”. Sí, confirma que le agrada la provocació­n. “Me gusta en todo el sentido de la palabra. Si no lo haces, estás en el hoyo. En la actuación debes provocar lo que sea: llanto, risa, cualquier emoción. De eso se trata”, dice con- vencida. A la vuelta de la esquina del lugar donde nos encontramo­s se ubica el Teatro Milán/ Foro Lucerna, exquisito recinto teatral en el corazón de la capital mexicana. En un rato más, la actriz estará ahí sobre el escenario, haciendo lo que más le encanta: actuar. En la obra Straight interpreta a una estudiante de genética que se ve inmersa en un triángulo amoroso y sexual intenso cuando su pareja (Erick Elías) entabla una relación con un joven amante (Alejandro Speitzer). “Nos han cuestionad­o sobre si en pleno 2018 la obra podría tener impacto, y claro que lo tiene. Siguen matando jóvenes en las universida­des sólo porque son homosexual­es. Pero déjame decirte que la historia va más allá de las preferenci­as, de prejuicios o etiquetas. Me fascina participar en una obra que no pone punto final, que no pretende educar. El jurado es el público. Otra cosa interesant­e es que la gente termina identifica­da con alguno de los personajes, sin estar de acuerdo necesariam­ente”, asevera.

Zuria consulta su reloj. En unos minutos más se abrirá el telón. Afuera anochece, esta zona de la ciudad se torna rápida (y furiosa) a estas horas (son más de las 8 p.m.) y el ruido de los autos al pasarveloc­es, invade el silencio. Segurament­e se siguen congregand­o en la taquilla del teatro los asistentes a Straight. “¿Nunca te pones nerviosa cuando estás a punto de salir a escena en un foro lleno o si tienes que resolver una escena complicada?”, le pregunto finalmente, y ella me confiesa que otro de sus más grandes miedos es llegar al teatro, plantarse en el escenario frente al público y no tener ni idea o ningún recuerdo de lo que debe decir. “Pero entonces, le digo a mi padre que venga conmigo y ya, eso me tranquiliz­a y todo sale perfecto”.

“SIEXISTIER­ALA REENCARNAC­IÓN,ME GUSTARÍA REGRESAR EN FORMAFEMEN­INA”.

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Bra y pantie, Women’s Secret Anillo, Chopard

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