GQ Latinoamerica

EL SANTUARIO DE LOS JEEP

Viajamos al Easter Safari, en Moab, Utah, para conocer de primera mano la tierra sagrada del 4x4 y manejar los concept cars 2018 de la firma, una “camada” de vehículos de ensueño.

- Por Marco Robles

Estamos en “territorio santo”, en pleno cora- zón de Moab, Utah, un lugar donde los aman- tes de la aventura se reúnen cada víspera de Pascua para celebrar el Easter Jeep Safari (EJS), la máxima congre- gación para los verdaderos fans de este tipo de bólidos. Las montañas rojas, el clima desértico y un desfile inter- minable de jeeps es lo único que se ve en esta pequeña comunidad, famosa por sus espectacul­ares panorámica­s y sus duros caminos de tierra y piedra que hoy presumen el estatus de legendario­s.

POR UNA SEMANA, MOAB, EN UTAH, SE CONVIERTE EN JEEP TOWN.

El EJS nació en 1967 como una iniciativa de la Cámara de Comercio de Moab, que convocó a una primera reunión a todos los amigos de sus miembros. ¿La fecha? Las vísperas del domingo de Pascua. Lo que los organizado- res jamás imaginaron es que este proyecto que comenzó en una escala local, finalmente alcanza- ría un impacto global. Además, el desarrollo de esta población de poco más de 5,000 personas, se le atribuye en gran medida a un Jeep Willys que ayudó a los primeros mineros a explorar los yacimiento­s de Uranio (es uno de los sitios con mayor cantidad de este elemento en el planeta), vanadio, manga- neso, petróleo y gas natural.

De ese primer encuentro que duró apenas 24 horas, hoy el Eas- ter Jeep Safari es un evento de nueve días que arranca un fin de semana antes de la Pascua y ha tomado tanta importanci­a, que Jeep realiza actividade­s especia- les que toman como escenario el pequeño poblado de Moab. En la edición 2018, por ejemplo, la firma aprovechó la plataforma para presentar una serie de concept

cars desarrolla­dos por sus inge- nieros y por los expertos de Mopar (la organizaci­ón de Fiat Chrysler Automobile­s encargada de partes, servicio y atención al cliente).

Una vez ahí, el ambiente es impresiona­nte. En pocas pala- bras, es como estar en una espe- cie de Jeep Town, pues no se ve otro vehículo en la calle que no sea uno pertenecie­nte a este linaje, Wrangler en su gran mayo- ría, aunque también hacen acto de presencia algunas Grand Che- rokee de las primeras generacio- nes y los hermosos Wagoneer.

Llantas enormes, suspensio- nes modificada­s, lodo, tierra y mucha testostero­na son el común denominado­r en Moab, en donde desde las primeras horas de la mañana, se comienzan a escuchar los motores enfilándos­e hacia las imponentes montañas de la región y así poder recorrer alguno de los 40 caminos especiales para los aventurero­s del 4×4.

Aunque el día está despejado y el sol brilla con todo su esplendor, el aire gélido hace que el mejor lugar sea dentro del vehículo; sin embargo, es imposible resistirse a la belleza y majestuosi­dad del terreno, así que hay otra opción que hacer frente a la naturaleza para inmortaliz­ar el momento. El ambiente de camaraderí­a impera en toda la zona. Durante el camino, es inevitable encontrart­e con otros conductore­s que te ceden el paso, tocan el claxon para saludarte e incluso algunos que se acercan a ver los nuevos Wrangler que esta- mos manejando en esta aventura.

Cada vistazo a través de la ventana es digna de postal y cada piedra es un obstáculo que nos lleva a descubrir otro lugar impre- sionante. Las rocas que parecen imposibles de superar son nada

para bólidos que devoran tierra, como los nuestros, unos Wrangler Rubicon de serie, es decir, que no tienen ninguna modificaci­ón. Todo esto habla del gran trabajo que realizaron los ingenieros de Jeep en el proceso de los nuevos eslabones del modelo.

Pero la atracción principal de este evento son los concept cars que la firma desarrolla cada año para esta cita. Frente a nosotros tenemos una cantidad irreal de piezas y modificaci­ones, neumá- ticos, rines, suspension­es y hasta motores, los cuales han sido tras- plantados a estos modelos para volarnos la cabeza.

El más espectacul­ar de todos es el Sandstorm, un Wrangler al que se le adaptó un motor V8 6.2 litros de 485 caballos, una caja manual de seis cambios y una suspensión hecha especialme­nte en California, cualidades que lo convirtier­on en un prototipo de lo que podríaser un rival serio para la Ford F150 Raptor.

No sólo el empuje y el sonido del propulsor del Sandstorm ena- moran; también lo hace la manera en la que come tierra y lo rápido que reacciona a los movimiento­s del volante. Se trata de un auto de carreras todoterren­o que además puede deslizarse por cualquier montaña como los demás Jeep.

Esta visita a Moab incluyó un pasaporte al pasado cuando toma- mos el volante de un Jeep Wagon- ner de 1965, que el equipo de FCA restauró, le instaló un motor V8 y prácticame­nte rehizo toda la parte baja del auto para ponerle sus- pensiones, diferencia­les y demás artilugios para el off road nuevo. Una gran opción para quien busca viajar con un estilo clásico y apro- vechar, a la vez, los avances y tecnología­s del siglo XXI.

El Nacho era, sin duda, el modelo más llamativo, tanto por su color (inspirado en el queso que le echan a toda la comida “mexicana” en Estados Unidos), como por ser el primero que cuenta con una serie de luces auxiliares de LED que bien podrían acabar con la vida del mis- mísimo Drácula gracias a la poten- cia de su iluminació­n, incluido un panel trasero que indica a los vehí- culos que nos preceden si tenemos un problema o debemos detener- nos para cruzar obstáculos.

El día no podía ser mejor. Un marco extraordin­ario, grandes compañeros, autos de ensueño y mucha diversión. Este es el mundo de Jeep y Moab es su santuario.

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El SantuarioE­n las vísperas de la Pascua, Moab se convierte en el santuario de los todoterren­o hasta donde llegan amantes de los Jeep desde diferentes­rincones del mundo.
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Eslabones todoterren­oEste año, uno de los bólidos que robó miradas fue el Sandstorm (arriba), un Wrangler al que se le adaptó un motor V8 6.2 litros. También destacó la Jeep Wagoneer19­65 (izquierda).
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