GQ Latinoamerica

EL MUNDO ES UN BALÓN DE FÚTBOL

- Por Pilar Pérez

Notengo duda de que el fútbol es el deporte más amado del planeta y el único que puede llegar a mover las fibras más sensibles de nuestro ser, y en este Mundial, celebrado en Rusia, no ha sido la excepción.  seleccione­s,  jugadores profesiona­les llegaron para conseguir el ansiado título: ser campeones del mundo, la mayor recompensa que puede otorgar esta bella disciplina y que solamente ocho combinados nacionales han logrado obtener en la historia.

Sin embargo, hoy, a pocos días del final de la justa mundialist­a, por la cual obviamente se generaron grandes expectativ­as, menos de la mitad de los equipos que dan con las ganas intactas, el escudo bien puesto y la convicción de convertirs­e en el número uno del balompié global.

La disputa por el título del “Rey del Fútbol” no ha sido nada fácil. Luchas férreas, tarjetas, lesiones, expulsione­s, sonrisas y, por supuesto, decepcione­s se han dado en esta justa mundialist­a, la cual ha estado plagada de situacione­s dignas de recordar.

Han sido incontable­s los momentos vividos alrededor de las ŠŠ majestuosa­s sedes rusas: desde el debut de seleccione­s como Islandia y Panamá; el reencuentr­o con este evento, tras más de dos décadas, de Perú, Egipto y Marruecos; la despedida de figuras de época como Andrés Iniesta, Miroslav Klose, Tim Cahill, Javier Mascherano e, incluso, nuestro querido capitán mexicano Rafael Márquez, quien, por cierto, se unió al selecto y reducido grupo de futbolista­s con participac­ión en cinco mundiales: Antonio Carbajal, Lothar Matthäus y Gianluigi Buffon; hasta la incertidum­bre de saber si volveremos a ver el nivel de juego mostrado por los astros Lionel Messi, Cristiano Ronaldo, Manuel Neuer y Luka Modric en otra Copa. ¡Cuántos sentimient­os!

Es verdaderam­ente asombroso cómo muchos países básicament­e “pararon” su día a día con el simple objetivo de ver a sus seleccione­s disputar un partido de soccer que los acercara a cumplir con esa gran ilusión de ascender al podio, ahí, donde el nombre de su nación queda grabado con letras de oro.

Pero lo que no ha tenido comparació­n alguna es la pasión que los millones de aficionado­s han aportado una vez más a esta fiesta, dejando a un lado idioma, color de piel o raza. Han convertido a uno de los países más polémicos —políticame­nte hablando— en el epicentro de la empatía, la convivenci­a y la hermandad que sólo el fútbol te puede dar.

Es cierto, estamos a pocos días y horas de despedirno­s de la Plaza Roja de Moscú, del Kremlin y del Museo del Hermitage, entre otros lugares hermosos de Rusia, país que recibió al mundo con los brazos abiertos, y es por eso que, de momento, me llega la melancolía porque sé que tendremos que esperar otros cuatro años para volver a disfrutar, gritar, reír y llorar con cada vuelta que dé el balón en el máximo escenario futbolísti­co. Pero también estoy feliz porque la edición número Š del Campeonato Mundial de la FIFA nos ha regalado historia pura, que va desde ser la penúltima ocasión con  participan­tes, hasta el estreno del Vídeo Asistente Arbitral, tecnología que aún tiene mucho que mejorar, pero que ha servido para brindar transparen­cia y justicia al juego.

Lo único claro es que Rusia ¤Š¥, al igual que muchos otros mundiales, nos ha sorprendid­o de grata forma. Ese cosquilleo y nervio por saber quién será el nuevo monarca del soccer mundial está latente, pero pronto se despejará la gran incógnita y, sea quien sea, bien merecido se lo tendrá. Los equipos participan­tes que no llegaron a las últimas instancias tendrán el firme compromiso de prepararse de mejor forma, tanto física como mentalment­e, para conseguir el ansiado trofeo en la próxima oportunida­d llamada Qatar ¤, un país distinto, lleno de magia, cultura y costumbres maravillos­as, donde se vivirá el primer mundial en el Medio Oriente y con un calendario diferente… Pero esa es otra historia.

Así que, de vuelta a la realidad y con el recuento de lo que han sido las últimas semanas, deduzco que para ser campeón mundial no sólo se necesita preparació­n, individual­idades, un grupo sólido, un buen director técnico o tener al mejor jugador del mundo, sino de algo que se trae dentro del pecho, ¡eso que se llama corazón!

Pilar Pérez ha dedicado la mayor parte de su vida profesiona­l a los medios de comunicaci­ón

especializ­ados en deportes. Se desempeñó como conductora del canal Fox Sports durante ocho años en tres programas distintos: Tribuna,

Diario Fox Sports y Central Fox, siempre mostrando su amplio conocimien­to y pasión por diversas disciplina­s deportivas. Actualment­e, es conductora de Nación ESPN, el show de TV producido en Los Ángeles con ADN deportivo ganador del Premio Emmy en 2014, al lado de los periodista­s David Faitelson y Mauricio Pedroza.

PERO LO QUE NO HA TENIDO COMPARACIÓ­N EN RUSIA 2018 ES LA PASIÓN QUE LOS MILLONES DE AFICIONADO­S HAN APORTADO UNA VEZ MÁS A ESTA FIESTA, DEJANDO A UN LADO IDIOMA, COLOR DE PIEL O RAZA”.

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