SEBASTIAN STAN EL MEJOR DE LOS MALOS
El actor nacido en Rumania busca su sitio más allá del Universo Marvel.
Muchos pensarían que asus 35 años, no debe ser fácil para Sebastian Stan asimilar que, a criterio de unos cuantos, le debe su carrera a un mismo personaje de acción recurrente que lo ha acompañado durante poco más de un lustro y sigue montado sobre su espalda. Sin embargo, y a pesar de haber tenido una vida actoral anterior a Bucky Barnes y Capitán América con apariciones en cintas tan signi- ficativas como The Covenant, Red Doors y Black Swan, el tipo parece muy dichoso y compensado.
Lo cierto es que luce y se conduce como estrella de cine de estos días, feliz de sus personajes secundarios con directores de la categoría de Ridley Scott, Steven Soderbergh y Darren Aronofsky, y su otra y muchísimo más lucra- tiva vida en el Universo Marvel. Entonces, sucede el milagro y se une un buen filme, una actuación de aplauso y un taquillazo res- petable con la multinominada al Oscar, I, Tonya, al lado de la guapa Margot Robbie. “La verdad es que sin Marvel, nunca me hubiera lle- gado el personaje del esposo de Tonya Harding”, ha afirmado en una irrefutable reflexión.
Sin embargo, aunque l a mayoría sólo conozcamos su labor en el cine y su paso por espacios televisivos, el teatro es lo que más le apasiona. “Lo amo. Quisiera poder hacerlo con más frecuencia. Ahí te comprometes cada noche, ocho presentaciones a la semana, y tienes que compe- netrarte muchísimo con el perso-
naje y el momento. Pero es muy complicado encontrar la ventana adecuada y el material para ese tipo de proyectos”, aseguró en una entrevista para la edición estadounidense de GQ.
Inmigrante e hijo del terre- moto político que arrasó con la Europa comunista al final de la década de los años 80, Stan salió de Rumaniay llegó aviena con su madre, Georgeta Orlovschi, que fue contratada como pianista en la capital austriaca. De ahí, se diri- gió a Nuevayork cuatro años des- pués. Su relación con la actuación empezó desde la escuela prima- ria y culminó, en términos de for- mación, en el Shakespeare Globe Theater, de Londres. Bastante inteligente como para no lucrar con su vida privada, el hombre suele dirigir siempre la atención a las movidas de su carrera.
Por lo demás, deja claro que le gusta la Gran Manzana por- que es una ciudad tan intensa y abarcadora, que permite a todos ser anónimos o celebridades cuando escogen ser una cosa o la otra. Sebastian puede correr en Central Park sin que lo adoquinen las y los fans, y va a jugar básquet con unos amigos o con puros des- conocidos sin problema —“creo firmemente en la importancia de ejercitarte 20 o 30 minutos al día, aunque sea sólo una caminata”—, y es, sin dudas, un hombre ins- pirador. En lo que resta de este año, debemos verlo en el thriller de horror We Have Always Lived in the Castle; en Destoyer, junto a Nicole Kidman, y en The Last Full Measure, en el mismo nivel de créditos de Samuel L. Jack- son y Ed Harris. Todo eso antes de regresar, en 2019, con... sí, ya adivinaron: otra de los Vengado- res y Bucky Barnes.