CARTA EDITORIAL
Todos los años, la llegada del mes de septiembre suponía, desde que tengo memoria, un inquietante pero, al mismo tiempo, divertido ejercicio de reinvención. Recuerdo a mis padres aterrorizados tratando de resolver cómo vestir de nuevo (y equipar para las clases) a cinco adolescentes que tenían la mala costumbre de crecer en verano para encarar el año escolar. Ya no podía recurrirse a los homogéneos uniformes, y cada momento del curso y la llegada del frío imponían la imperiosa necesidad de reciclar, recuperar prendas del armario del algún primo mayor o estirar los bajos de los jeans algo más elásticos que los salarios de una familia de clase media por debajo del promedio. El caso es que, milagrosamente, lo consiguieron. Claro que había trucos. Las botas de cuero cuyas costuras ni el más violento de los partidos de fútbol podían romper, los cortes de las camisas que nuestro tío Tomás producía para unos grandes almacenes y que a mis hermanas les llenaban el armario de prendas a la moda antes que a nadie… Todo valía para resolver en la época que supone el verdadero paso de un año a otro. Septiembre era caótico, pero también catártico.
Pocos actores se han reinventado mejor que Jamie Dornan, nuestro protagonista de portada, a quien hemos fotografiado en Londres ante la lente del siempre imaginativo Bjorn Iooss. Un pasado como modelo y una saga, Cincuenta sombras de Grey, que provocó filas de fans enloquecidas que creaban perfiles en Twitter dedicados a alabar la forma de sus bíceps y tachaban con furia los días que restaban antes del estreno de las películas del idílicamente depravado Mr. Grey. Ahora regresa con dos cintas para renovarse y demostrar que hay mucho más que mostrar que el torso.
La reinvención debería ser asignatura obligada en la escuela de la vida. Acabo de regresar de Medellín y no hay mejor ejemplo que esta ciudad y sus habitantes para redefinir el significado del término. Después de años de plomo y sangre, la capital de Antioquia resume todo eso que debería ser el siglo XXI. Artistas callejeros a la altura de cualquiera de los museos contemporáneos del mundo; un colectivo de diseñadores cuyo trabajo también veremos en estas páginas, que con imaginación y creatividad, han Y demostrado que no hace falta vivir en París o en Milán para divertirse, diseñando la moda más cálida de América; una feria, Colombiamoda, que da idea de la pujanza del sector y la cual se ha convertido en la cita más importante del continente… El debate ya no es renovarse o morir. Sólo reinventarse. No digan que no se lo avisamos.