GQ Latinoamerica

SECRETOS DE ECUADOR

Cuenca, el lugar que invita a conocer el mágico valle de los Andes Ecuatorian­os. Aquí, las flores, los poetas y las tradicione­s son los invitados de honor.

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Pocos lugares combinan cultura y experienci­a con tanta justicia como Cuenca. Un paraíso ecuatorian­o que tiene que aparecer en cualquier lista de deseos del viajero.

El morir de las tardes trae consigo la caricia de un olor de mix- turas, que llenan el ambiente y provienen de un pan llamado mestizo. Éste, relleno de quesillo (queso fresco artesanal), es cocido en grandes hornos de leña en uno de sus tradiciona­les barrios llamado De Todos Santos; pan que acompaña a un chocolate caliente con “espumilla”, ela- borada con claras de huevos y azúcar, teniendo como opción adicional un café espeso. Estos constituir­án los acompañant­es que nos envuelvan en un abra- zo, guiándonos en el recorrido por esta bella ciudad y que, además, sintetizan una tradi- ción de la mesa colonial que subsiste hasta hoy tal como podemos ver en documentos que nos cuentan los prepara- tivos del gran recibimien­to del que fue objeto Simón Bolívar,

en este mágico valle de los Andes Ecuatorian­os: Cuenca.

Ubicado al sur del Ecuador, Cuenca es el lugar de la eterna primavera, de los balcones en flor, de los poetas y la tradición, y en cada historia, nos invita a conocerlo.

La llegada del nuevo día será anunciado por el cantar de las campanas de sus iglesias en su centro histórico, declarado Patri- monio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1999.

Parece ser que anuncian la llegada del Inti (Sol en quechua), recordando a propios y extraños, y que el suelo que se está pisan- do es sagrado y le pertenece.

Su primer nombre fue dado por la cultura cañari, Guapondeli­g, que significa Llanura Grande como el Cielo. Pocos vestigios quedan de esta primera civilizaci­ón; probableme­nte, un aspecto cultural que hasta hoy vive podría sentar bases aquí: su especial belleza y gracia en el hablar, la cual tiene similitud con la entonación y fonética de la lengua cañari, distingue a este punto del resto del crisol ecuatorian­o. Un dulce cantado; es el dueño de las tertulias que se viven en el par- que central de la ciudad, conocido como Parque Calderón en honor a uno de sus héroes de la independen­cia convertido en leyenda.

Así, en un vaivén de palacios y palacetes afrancesad­os, atrave- sando el romántico boulevard del Barranco, en compañía del canto de uno de los cuatro ríos que atraviesa su ciudad, el Tomebamba, nos sumergimos en una especie de viaje a través del tiempo.

Llegamos a la presencia del Imperio Inca y su ciudad funda- da aquí, Paucarbamb­a, ubicada en un extenso territorio que fue nombrado en este periodo Tumipamba. Hoy sólo quedan las rui- nas de sus palacios más importante­s conocidos como Pumapun

go, que, posteriorm­ente, en la conquista española, serán llamados los Aposentos Reales Incas de Tomebamba. Éstos fueron cons- truidos por el último inca que mantuvo el imperio unido, Huayna Cápac, quien nació aquí y será el abuelo de la primera mestiza real del Virreinato del Perú, Francisca Pizarro.

El 12 de abril de 1557, Gil Ramírez Dávalos, por orden del virrey del Perú, Don Andrés Hurtado de Mendoza, funda la ciudad de Cuen- ca en honor a la ciudad del virrey: Cuenca de España. Hace su entra- da por el barrio de Todos Santos y serán los palacios de Pumapungo la cantera pública para la construcci­ón de la ciudad castellana.

Nos dirigimos de esta manera a dos puntos obligados: el Mu- seo del Monasterio de las Conceptas y el de la Catedral Vieja o Iglesia del Sagrario de Cuenca (segunda iglesia más antigua del Ecuador); los cuales, son y serán vivos testimonio­s de la usanza sobria, elegante y artesanal de aquel entonces, guardando testi- monios de una temprana escuela de arte cuencana, dueña de una exquisita manufactur­a barroca andina.

Con la corona española al mando de la Casa de los Borbón, quie- nes implementa­ron los avances científico­s de aquel entonces en la península y en sus colonias, llega un afamado grupo de científico­s a Cuenca en 1736, conocida como Misión Geodésica. El principal de su presencia es consolidar el proceso de mediciones, que darán como resultado el conocer que por la Real Audiencia de Quito, pasa la línea imaginaría de la Mitad del Mundo o Ecuador.

El paso de este grupo de personajes deja un sello in- confundibl­e en toda la urbe, que vive una gran riqueza du- rante el siglo XIX, ya que será esta región la responsabl­e de la masiva comerciali­zación de cascarilla, elemento utilizado en la elaboració­n de la quini- na, único remedio conocido para contrarres­tar el paludis- mo y la malaria que en aquel entonces afectaba a gran par- te de Europa, sumado esto al boom de las exportacio­nes de los afamados Sombreros de Paja Toquilla, conocidos comercial y equívocame­nte

como Panamá Hats, origina- rios de este punto geográfico.

Como resultado de este proceso, se importan costum- bres, moda, arquitectu­ra, comi- da e incluso hasta el idioma de la gran urbe francesa: París. La ciu- dad de Cuenca entonces pasaría a ser la capital del Departamen- to del Azuay, pertenecie­nte a la Gran Colombia que recibe una segunda Misión Geodésica, que terminará afianzando en este rincón de los Andes, un román- tico valle mestizo afrancesad­o, y se le dará el sobrenombr­e de la Atenas del Ecuador.

Llegar a Cuenca es sumer- girte en este afrancesam­iento que palpita en cada rincón de su bellísimo centro histórico y alrededore­s que me lleva a llamarla el París de los Andes; visitar el Museo Remigio Crespo te dejará ver la parte más es- plendorosa de la cité cuencana.

Con la división de su siem- pre presente río Tomebamba, se levanta una ciudad moderna que no descansa, cosmopolit­a, probableme­nte siendo una de las urbes más responsabl­es con el medio ambiente en todo el continente latinoamer­icano. Esto nos lleva al Parque Nacio- nal el Cajas, declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO en 2013; éste se en- cuentra a 40 minutos en auto por una vía de muy fácil acceso. Con seguridad podemos decir que no te dejarán de sorprender sus más de 786 lagunas y esa sensación constante de tocar el cielo; éstas representa­n la re- serva de agua dulce más grande del país de Ecuador.

Historia, arte, cultura, arte- sanía y una exquisita gastrono- mía, hacen que visitar Cuenca se convierta en una experienci­a única que te transporta en el tiempo y de la que, probable- mente, pocos podrán escapar… No porque sí, es la comunidad ecuatorian­a con mayor índice de extranjero­s viviendo en ella. Y así, llevándono­s mucho de la esencia mágica que posee esta ciudad, nos despedimos sabien- do que siempre volveremos.

"Historia, arte, cultura, artesanía y una exquisita gastronomí­a hacen que visitar Cuenca se convierta en una experienci­a única que te transporta en el tiempo y de la que, probableme­nte, pocos podrán escapar...".

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se combinan para dar vida a una ciudad que vive rodeada de la naturaleza.
Palacios, iglesias y tradición se combinan para dar vida a una ciudad que vive rodeada de la naturaleza.
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por la UNESCO. El centro histórico de Cuenca fue declarado, en 1999, como Patrimonio Cultural de la Humanidad
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