GQ Latinoamerica

UNA VEZ EN HOLLYWOOD

Aunque en un inicio, Quentin Tarantino había declarado que serían 10 títulos los que conformarí­an su filmografí­a como director, recienteme­nte, el realizador de 56 años amenazó con que Había una vez… en Hollywood podría tratarse de su última película. Mien

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El nuevo filme de Quentin Tarantino nos recordará por qué amamos Los Ángeles.

LA primera vez que conocí a Quentin Tarantino fue en Can- cún. Corría el 2012 y el oriundo de Knoxville, Tennessee, llegó hasta la Riviera Maya para pre- sentar Django Unchained. Pese a todas las ideas preconcebi- das que puedan tenerse sobre él (excéntrico, difícil, etc.), el director en todo momento se mostró cooperativ­o, accesible y con un gran sentido del humor. Fue precisamen­te por aquellos años que el artista comenzó a cocinar la idea de una cinta so- bre un actor y su doble de ac- ción. “La primera chispa crea- tiva que nos conduciría hasta aquí y al día de hoy fue hace nueve años. Estaba haciendo una película en la que había un viejo histrión que tenía un do- ble con el que había trabajado por muchísimo tiempo. Pero no teníamos nada que darle al do- ble, así que nunca tuve que tra- tar con él. Sin embargo, había un trabajo que sí podía hacer, así que el gran actor me dijo: ‘¿Sabes? Tengo a este cuate. Sé que no te he presionado para que lo uses, porque no es ade- cuado, pero hay una cosita que pienso que él podría realizar, y sería bueno si pudiera darle a mi amigo algo qué hacer. He- mos trabajado juntos durante 20 años, sería estupendo’. Así que el tipo lo hizo y fue una di- námica muy interesant­e”, nos revela Tarantino. “En el pasado, habían sido casi idénticos. O sea, tiempo atrás, habrías po- dido filmar de cerca al doble, o por lo menos de lejos, y hubie- ra estado bien. Pero eso había terminado. Ya no se parecían tanto. Era un poco más viejo, un poco más gordo y estoy seguro de que fue, probableme­nte, una de las últimas cosas que hicie- ron juntos. Trabajó en el set sólo un día, pero era muy obvio que no estaba laborando para mí,

“A LEONARDO DICAPRIO Y BRAD PITT LOS

CONTEMPLÉ DESDE UN INICIO PARA LOS ROLES PROTAGÓNIC­OS”. Q.TARANTINO

sino para el gran histrión. Él era su jefe. Yo no le importaba, ni la película ni nada. Recuerdo que los veía sentados en sus sillas de director, platicando entre ellos, y pensaba: ‘Es una relación in- teresante. Olvídate de estos dos tipos, únicamente piensa en la idea de dos hombres que han estado juntos por mucho tiem- po. Es una relación fascinante. A lo mejor, si alguna vez hago una película sobre Hollywood, esa sería una historia interesant­e’”.

La anécdota fue evolu- cionando hasta convertirs­e en el noveno largometra­je como director en la carrera de Quen- tin. De esta manera, Había una vez… en Hollywood, sigue la historia de una estrella de tele- visión en decadencia y su doble leal, todo enmarcado en el año de 1969. Y para dar vida a Rick Dalton y Cliff Booth, Tarantino no pudo elegir mejor cast: Leo- nardo Dicaprio y Brad Pitt, res- pectivamen­te, cuya mancuerna y química traspasa la pantalla. “Los contemplé en un inicio, pero no sabía si podría conse- guir a dos de los más grandes nombres del planeta. Así que no trabajé con esa perspectiv­a en mente”, revela.

La década de los 60 fue un tiempo dorado para vivir en la Meca del Cine, una época en la que la fama de las grandes estrellas apenas se comparaba con todos los mitos que co- menzaron a escribirse en las avenidas, edificios y casas de Los Ángeles. Y Once Upon a Time… in Hollywood también trata sobre esas historias. Como la de Sharon Tate, quien fue- ra esposa de Roman Polanski y cuyo brutal asesinato (el 9 de agosto del 69) conmocionó a todo el star system. “Cuan- do estaba dando los últimos toques al guion, sólo tenía en mente a una persona para este

papel. Puse a tres amigos a leer el libreto y los tres me dijeron: ‘Vas a conseguir a Margot Rob- bie, ¿verdad?’. Entonces, les res- pondí: ‘Bueno, es la actriz más famosa del momento, así que ya veremos’. Aunque tengo que confesar que en ese instante, pensaba qué estrategia iba a seguir para hacer que ella es- tuviera en la cinta. Un día, me llegó una carta de Margot. Pen- sé que se trataba de una broma; pero no, era una linda misiva en la que me contaba lo mucho que apreciaba mi trabajo y su interés de colaborar conmigo. Fue música para mis oídos. De inmediato, llamé a su agente y unas semanas después, nos reunimos”, nos confiesa el rea- lizador. “En el largometra­je, Sharon representa a este nuevo Hollywood hippie, la gran vida que Rick ya no está viviendo. Él no forma parte de eso porque no pertenece a ese Hollywood, sino a un grupo selecto que ya no existe. Pero todavía no lo sabe. Tate simboliza eso, pero también hay otro nivel. Todo lo que leí sobre ella la hace pa- recer como un ángel sobre la Tierra. Así que es como si este ángel mirara la película y a la ciudad desde arriba”.

En el largometra­je, hay una escena muy particular, en la que el personaje interpreta­do por Robbie acude a una sala de cine para ver su propio filme. Y aunque muchos actores y di- rectores aseguran que una vez lanzado su trabajo, deciden no verlo, Quentin revela que para él es muy gratifican­te apreciar las cintas con el público, “por- que quiero ver cómo reaccio- nan. Ese es mi pago real. Es casi como la recompensa a todo lo que hago. Las proyeccion­es en los festivales y las premieres pueden ser fantástica­s, pero no hay nada como ver la película con gente que podría estar ha- ciendo otra cosa, pero que de- cidió gastar su dinero, que ga- naron con el sudor de su frente, en un ticket para ver mi trabajo”.

Once Upon a Time… in

Hollywood hizo su primera aparición en el pasado Festi- val de Cannes, donde recibió varios minutos de aplausos y a partir del cual, muchos la ca- talogaron como el trabajo más personal de Quentin Tarantino. Y el realizador está de acuer- do con ello. Incluso, se atreve a compararla con ROMA. “En su forma, esta película “En su forma, esta pwlusa mis recuer- dos, igual que Alfonso Cuarón usó los suyos para dar vida a ROMA. Yo vivía en el conda- do de Los Ángeles en 1969. Recuerdo lo que pasaba en la TV, a los presentado­res de la época, que Seymour era el host de películas de terror, la música de KHJ Radio sonando todo el tiempo”. A pesar de ello, está convencido de que no será un título distante para todos aquellos que sean ajenos a la cultura estadounid­ense, pues “los extranjero­s entenderán mejor el flujo de la historia y su sensación”. Tal y como ocu- rrió, precisamen­te, con el más reciente trabajo del mexicano.

Dejamos para el final la pregunta que seguro te estás haciendo: ¿será esta la penúl- tima cinta que dirija Quentin? Aunque recién comentó a GQ Australia que se detendría en Había una vez…, durante nues- tra charla confesó que tiene la intención de llegar al déci- mo título. Y después de eso, dedicarse a otra cosa, “hacer un programa de TV, una obra de teatro, una película para la pantalla chica. Llevo mucho tiempo haciendo cine. Pienso que hay un final. No se trata de que siga trabajando hasta que ya no pueda o hasta que ya no sea bueno. Me gusta la idea de hacer 10 filmes fuertes, luego soltar el micrófono y decir: ‘Los reto a que lo hagan mejor’”.

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